*Por Damián Descalzo para AGN Prensa
A fines de los años ’50, Arturo Jauretche brindó una conferencia que luego fue publicada bajo el título “Política Nacional y Revisionismo Histórico”. En aquella oportunidad, el gran pensador nacional analizó el modo en que el liberalismo mitrista había utilizado el relato histórico para influir en la política argentina y como había moldeado con su mirada, no sólo a los intereses oligárquicos que representaba, sino al de variados sectores medios, rurales y urbanos, que se sentían incorporados e interpelados por esa misma visión de la historia (años después ampliaría estas cuestiones en “El medio pelo en la sociedad argentina” y en otros textos).
Jauretche llamó
“política de la historia” a la estrategia de Mitre; es decir, utilización de la
historia con fines políticos. Ese papel de justificación de la acción
oligárquica ante toda la sociedad fue el papel que cumplió (y todavía, en
parte, cumple) la “historia oficial” creada por el liberal Mitre.
Ante esa
posición del liberalismo oligárquico, la función central que Jauretche le
asignaba al revisionismo histórico, era cuestionar esa mirada y atender al
papel del pueblo y los intereses genuinamente nacionales en la historia para
forjar una auténtica política nacional. Ese rol lo cumplió exitosamente el
pensamiento nacional durante gran parte del siglo XX y colaboró, de ese modo,
con las experiencias nacionales
populares de Yrigoyen y Perón.
Así las cosas,
los días finales de 2023, nos encuentran
ante un presidente que quiere instalar una nueva “política de la historia” para
darle sentido ante todo el pueblo, a un plan de ajuste decididamente
antipopular y contrario al interés argentino.
El botarate
Javier Milei intenta instalar una interpretación de la historia argentina,
donde el país habría surgido en 1816 y luego de décadas de disputas por la
forma de la institucionalidad, se habría impuesto el liberalismo tras la
batalla de Caseros. Desde ese momento hasta 1916, la Argentina habría
emprendido el camino de la prosperidad abrazando “las ideas de la libertad”. Según
la misma narración de Milei, hace poco
más de 100 años -justamente cuando el pueblo pudo empezar a expresarse en
elecciones democráticas, luego de décadas de gobiernos arreglados en
palacios de la oligarquía, se habría abandonado el “exitoso” modelo liberal y
se habría empezado a seguir “las ideas
empobrecedoras del colectivismo”.
Los continuos
errores del “colectivismo” empobrecedor que, siempre según Milei, nos legaron
la peor herencia de la historia, obligan ahora a realizar un ajuste sin
precedentes, para retomar la senda de la prosperidad perdida.
Milei se percibe a sí mismo como el fautor
del fin del declive y la decadencia argentina de 1916 a 2023 y el símbolo de la
“nueva era” que va a “reconstruir” la Argentina.
Estas ideas, por
más delirantes que nos parezcan, no surgieron de la nada, fueron elaborándose
durante años y circulando por diversos medios, mientras buena parte del
pensamiento nacional popular, -especialmente el más cercano a los dispositivos
culturales oficiales-, se perdía debatiendo y promoviendo una frívola agenda
progresista, notoriamente alejada de los problemas reales de la población.
Argentina nunca fue el edén que Milei
describe. Ni era el país más rico de la tierra en 1895, ni entró al siglo XX
siéndolo. En cambio, sí era una potencia mundial, la principal y más
desarrollada economía y la sociedad más justa e integrada de toda la región
durante las presidencias nacionales y populares de Yrigoyen y Perón
La decadencia y
el declive argentino no son producto del peronismo, sino de las políticas
antinacionales y antipopulares de los liberales que tomaron el poder a la
fuerza el 24 de marzo de 1976. Seguramente hay mucho de lo que hacerse cargo
porque también el movimiento nacional incurrió en errores, pero muchos más
cometió el liberalismo.
Ese liberalismo
que tuvo una oportunidad histórica inmejorable hacia finales del siglo XIX y
principios del XX, de hacer una Argentina realmente importante en el mundo y
desperdició infinita cantidad de recursos en despilfarro y lujos innecesarios.
¡Esos sí que eran gastos superfluos!
Considero
fundamental que el pensamiento nacional y, en particular, el ligado al
revisionismo histórico, salga a dar la pelea en todos los ámbitos posibles para
desmontar al relato liberal de Milei que pretende
funcionar como una nueva política de la historia que busca darle legitimidad a
un ajuste descomunal que sólo sirve para seguir destruyendo y debilitando a la
Argentina. Es tarea patriótica detenerlo y sentar las bases de una
verdadera reconstrucción argentina, fortaleciendo el poder nacional y
construyendo un pueblo fuerte y feliz inspirado en los principios de la
comunidad organizada y la justicia social. Que así sea.
*Abogado,
especialista en Derecho Constitucional, Magister en Derecho Laboral, docente.
Autor de los libero: Haciendo Justicia Juntos; General Jorge Leal: Héroe del
Polo Sur y prócer de la Patria Grande y de ¿Cómo se gestó el peronismo?, Dios,
Patria y Justicia Social.