viernes, 16 de mayo de 2014

La disputa del valor simbólico

por Jorge Rachid


"Una imagen, viste mas que mil palabras." Esa frase resume una de las batallas capitales que se libran en los procesos históricos, que pugnan por instalar los nuevos paradigmas, esos que respondan a las nuevas realidades, nuevos escenarios protagonizados por los pueblos. Esa batalla cultural, que define los caminos a transitar en los tiempos futuros, contiene en el espacio simbólico un imaginario, que a la postre, resultará en dominante, ya que será el eje convocante, en la construcción de los nuevos modelos sociales. De acuerdo a la ideología y doctrina vencedora en dicha batalla, este modelo será vertebralmente materialista, de un capitalismo que a los sumo abandonará la concentración financiera, para revestirse de pátinas renanas de distribución social, en el modelo liberal o por lo contrario será un modelo de construcción humano céntrico, donde el hombre sea el sujeto prioritario y excluyente del proceso de acumulación y distribución económica, en el modelo social solidario peronista.

Ninguno de los capitalismos conocidos, el liberal anglo sajón, europeísta de matriz occidental, ni el capitalismo de estado de conceptualización socialista y de concreción burocrática, logró alcanzar al conjunto de los pueblos a los que estuvo dirigido, con un esquema de Justicia Social y equidad distributiva, que tuviese coherencia con sus principios iniciáticos, tanto liberales como marxistas. Fueron los procesos llamados peyorativamente por los países dominantes, "populistas", los que avanzaron por sobre las concepciones dogmáticas, instaladas como verdades universales y apuntaladas por las herramientas forjadas por los mismos centros de poder mundial, como los organismos de crédito mal llamados "multilaterales", ya que responden a mandos únicos de diseño imperial y colonizador. Estos procesos populares emplearon políticas denominadas heterodoxas por "los dueños del saber", pero que dieron respuestas a las necesidades del conjunto del pueblo. Esos mismos procesos populares, como el nuestro, el Peronismo, generó espacio a una nueva construcción del pensamiento, con categorías no incluídas por las culturas dominantes, con ejes propios, nacionales, que responden a la interpelación de la historia sobre el presente, demanda que determina una pugna por el relato, por la palabra, que invade cada ámbito de la vida nacional. Es que la construcción histórica, marcada por la impronta de los vencedores portuarios, anglófilos y sumisos, sirvió de base para un desarrollo nacional iniciático que desde la infraestructura a la educación, fue funcional a los intereses económicos dominantes, provocando desde el saqueo expoliador de nuestros recursos naturales, hasta la formación de profesionales, colonizados en su pensamiento y práctica laboral. De ahí que cambiar el eje de la construcción del pensamiento, es marcar el comienzo de un nuevo proceso de construcción social autonómico, que intente y pueda dar respuestas a las necesidades de mediano y largo plazo de un plan estratégico nacional, pero que contenga como ecuación principal en cada etapa, la prioridad de la ampliación de los derechos sociales, razón de ser doctrinaria e ideológica del peronismo, que sean esas medidas,emergentes de las nuevas situaciones y escenarios que acompañen el marco de construcción de la situación nacional.

Un proceso de recuperación identitaria que se viene realizando desde el 2003, con marchas y contramarchas, errores y aciertos notables, recuperando soberanía y capital productivo y social, que había sido entregado en la etapa neoliberal, en donde se da la batalla cultural por el espacio simbólico, que define la continuidad o no del camino iniciado, por la recuperación del estado como articulador social, ordenador de las asimetrías generadas por el capitalismo salvaje, instrumentado por décadas neoliberales y se produce defendiendo los intereses de los sectores mas humildes y desprotegidos de la sociedad, creando nuevos esquemas de seguridad social, construyendo modelos a futuro tanto previsionales con garantías de sustentabilidad como sociales sobre el futuro con el pueblo como protagonista, con las AUH, planes Progresar, Procrear, Nacer, Trabajar entre otros, además de la red de leyes laborales, que creando trabajo genuino, imponen además de salarios, dignidad a los trabajadores con absoluto respeto a los valores de vida que decimos defender.

Ese estado está hoy en discusión por quienes quieren volver a instalar la idea del mercado como único ordenador, con un estado mínimo, que no desarrollarán, ni expresarán en sus contenidos, pero lo manifiestan con frases que no pasan desapercibidas: "achicar el déficit fiscal", "disminuir el gasto público", "flexibilizar las leyes laborales", "integrarnos al mundo", "abrir la economía a las importaciones", "terminar con el prebendarismo y los planes sociales","cerrar ( claudicando soberanía)los conflictos externos", " eliminar las retenciones", "poner las FFAA en la lucha contra el narcotráfico", "sancionar el conflicto social que invade el espacio público", "mano dura", "tolerancia cero". Todos términos repetidos hasta el cansancio por quienes, que  cuando gobernaron, ocultaron bajo la alfombra mediática cómplice los muertos, los desamparados sociales, los marginados, los excluídos expulsados, las represiones, la violencia estatal, la corrupción de los "grandes números" como el endeudamiento externo e interno, los saqueos de las AFJP, la estatización de las deudas privadas, la condonación de las deudas (estafas y evasiones) al fisco, entre otras tantas corrupciones, la mayoría de las cuales, por complacencia de la justicia, fueron prescriptas, por el tiempo transcurrido y dejadas caer, pagando el conjunto de los argentinos décadas de infamia.
 
Esta batalla, que se da en este tiempo, requiere una estrategia comunicacional, que no esté direccionada por la agenda del enemigo, que no responda a la cuota perversa cotidiana de una táctica destituyente, sino que instale aquellos temas que apuntalen los objetivos propuestos, demoliendo, por contradicción, aquellos argumentos falaces, mentiras, ocultamientos y distorsiones,  deconstruyendo el discurso liberal, que pretenden crear caos donde no lo hay, intolerancia donde existe convivencia, racismo cuando siempre fuimos un país de brazos abiertos, constitucionalmente previsto, corrupción como si fuese patrimonio actual, pidiendo consenso y tregua cuando se avanza sobre intereses concentrados hegemónicos, planteando como persecusión el cumplimiento de obligaciones fiscales, consignando como revancha a los juicios por la memoria, la verdad y la justicia, reclamando ahora derechos que nunca defendieron, al atacar la política de DDHH de esta etapa, orgullo en el mundo entero por su respeto a la Justicia, a la defensa, a la verdad, que el gobierno argentino asumió con valentía y dignidad nacional, como no hizo ningún otro país del mundo.Se quieren presentar como víctimas quienes son y fueron victimarios de las mayorías populares. Quieren hacer aparecer al peronismo como violento, cuando siempre fuimos los perseguidos, asesinados y desaparecidos en los genocidios conocidos desde 1955 en adelante, cuando fueron capaces de vejar el cadáver de Evita, cortar las manos de Perón, desaparecer a Felipe Vallese, fusilar a sus camaradas de armas que pedían ¡elecciones!, movilizar militarmente a trabajadores argentinos en el Plan Conintes, masacrar generaciones para preservar sus negocios, monitoreados por la Doctrina de seguridad nacional de EEUU, luego saqueados por el Plan Brady y las privatizaciones, en el marco del Consenso de Washington de democracia limitada, entregando el esfuerzo de trabajo y sacrificio de generaciones de argentinos, llevándonos a la diáspora social indigna al que el pueblo dijo "basta" en el 2001. El pueblo peronista lucha contra ese esquema de traición nacional, quien lo avale mal puede llamarse peronista o militante del campo nacional y popular.

Esta lucha por el valor símbólico es muy clara para el enemigo, casi estratégica en su esquema de dominación social y económica, debemos preguntarnos si lo es para nosotros, quienes aspiramos a consolidar el camino, ampliar las bases de representatividad del movimiento nacional, reafirmando en lo doctrinario, ideológico y político el rol protagónico del peronismo, como producto cultural de la identidad nacional, que irrumpe en el escenario del pensamiento, cuestionando los parámetros establecidos por las escuelas eurocentristas (algunos de los llamados "progresistas que descreen de los procesos nacionales), que contienen categorías de otras latitudes, generalmente de los países centrales, que son prioridades ajenas, circunstancias diferentes, tiempos históricos e idiosincrasias alejadas de las necesidades nacionales.

El nuevo espacio Latinoamericano con UNASUR y CELAC, define como pocas veces en la historia americana, la irrupción protagónica de los pueblos en la construcción de su destino, definiendo una Patria Grande, soñada por los padres fundadores y comenzada a construir 200 años después, con luchas populares, derrotas y victorias que marcaron conciencia, crearon identidad, con operaciones de inteligencia imperiales destinadas a la fragmentación del espacio común, cipayos propios, nuestros, colonizados en su pensamiento o en sus intereses, coaptados los medios hegemónicos de comunicación de esta etapa, verdaderas armas de destrucción masiva del imaginario social, asociados a los diseños que intentan imponer los centros de poder mundial, hoy en crisis y decadencia de los valores que decían defender desde "su occidente cristiano". 
Hasta el Estado de Bienestar, herramienta paliativa social de las pos guerras mundiales, debió ser enterrado por la lógica capitalista financiera de estos tiempos, que privilegió los bancos por sobre los seres humanos, que colonizó aun mas, endeudando a los países en crisis, colocándolos en posición de dominados económica y políticamente aunque con la ilusión de integrados globalmente, situación que pretende trasladar la crisis de los países centrales a nuestro países latinoamericanos como lo hicieron históricamente, en otros contextos de políticas genuflexas, que para ello, para penetrarnos culturalmente, contratan personajes, compatriotas nuestros, prestos a ser galardonados en el exterior aunque sean repudiados en nuestro país, como los argentinos que se "subieron a los barcos ingleses y franceses, con la excusa de combatir a Rosas", como aquellos que convocaron las tropas lusitanas a la batalla de Caseros; otros que prefirieron entregar a los ingleses la Banda Oriental constituyendo un estado a sus fines, Uruguay, antes que construir la Confederación Nacional que impulsaba Artigas declarándolo traidor a la Patria por su propuesta; los mismos que despreciaron al Juana Azurduy cuando pedía ayuda a Belgrano desde Cochabamba, que dejaron caer el Alto Perú, por sólo defender los intereses del Puerto de Buenos Aires, como hoy defienden la macro economía  frente a las necesidades sociales y su urgente respuesta solidaria.

Así es la historia, una eterna pugna, que quienes llaman al consenso sólo atinan con ello a conservar privilegios, postergar derechos de "otros"( teoría del derrame), obtener mayores beneficios a cualquier costa, incluso del destino del propio país(relaciones carnales). No tienen problemas de vivir en otros lares, argentinos que quieren seguir sintiéndose europeos aunque les digan "sudaca", ni que los yanquis los desprecien por "latinos", pero engordan sus pechos porque les dejan transitar las alfombras del poder, sin darse cuenta que siempre serán invitados indeseables en una fiesta que no le es propia, convocados por el solo hecho de la sumisión, expresada en negocios espúreos de entrega del patrimonio nacional.

Hemos vivido una etapa que no pensábamos transitar los otoñales de esta hora, fortalecerla con aportes del pensamiento es una tarea militante, que consolide los avanzado dándole contenido doctrinario, apuntale el camino fijando los ejes políticos, recree el pensamiento peronista de la hora actual, ideologicamente desde la perspectiva histórica pero con planteo estratégico, pensando y desarrollando el modelo solidario del siglo XXl a la luz de los valores permanentes de nuestro pueblo, apuntalando los valores simbólicos que hicieron posible que un movimiento popular, nacional, revolucionario y latinoamericanista fuese gobierno o factor de poder durante casi 70 años, hecho inédito en la historia contemporánea, que pudo lograr regresar a su líder por medio de la democracia después de 18 años de destierro y proscripción, que logró reponerse del genocidio de la dictadura militar, de la derrota electoral del 83, de la traición doctrinaria y política de los 90 realizada en nombre nuestro, del genocidio de la mayor ingeniería social del siglo XX, que desplazó mas de 15 millones de argentinos a las banquinas mismas de la historia sólo comparable al que sucedió en las guerras mundiales y recuperar la memoria colectiva desde el 2003. 
Pudimos superarlo poniendo la fuerza que sólo da el pueblo, cuando es convocado a nuevas utopías, esperanzas, realizaciones sociales y determinaciones soberanas en un camino de construcción de un marco solidario de estado social y productivo, como lo quisieron quienes lavaron sus patas en las fuentes de Plaza de Mayo en ese 1945 glorioso, donde el pueblo se puso de pié, como hoy, a construir la historia. 




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