Las ideas precursoras de la Revolución Nacional
“No debemos adoptar jamás servilmente ningún procedimiento extranjero. Debemos aquilatar la experiencia ajena estudiando cuidadosamente su aplicación de acuerdo con nuestras condiciones, elementos y modalidades”. (Luis Ernesto Vicat)
Luis Ernesto
Vicat es precursor de una generación militar, a la vez que parte de la misma,
que se preocupó por las grandes problemáticas nacionales, apuntando
fundamentalmente a quebrar el primitivismo agropecuario que el modelo
semi-colonial perpetuaba (al menos), desde Caseros y Pavón fundamentalmente con
sus altibajos, claro está. Esa generación observa que la Argentina
semi-colonial contiene un conjunto de vulnerabilidades que es menester
solucionar.
En este sentido
nos interesa resaltar el argumento de Rodolfo Puiggrós en tanto considera que
los militares “del estudio de las
condiciones indispensables para hacer efectiva la defensa nacional”, conformaron
una doctrina que “no partió de ningún
presupuesto ideológico. Nació del análisis de os hechos de la realidad
argentina, en función de los preparativos del país para un eventual conflicto
armado”. Hay una pregunta que recorre el pensamiento de estos militares en
general, y de Vicat en particular, el interrogante por la capacidad de defensa
nacional con la estructura económica dependiente (bajo control extranjero), y
sin una industria que siquiera nos garantice armamento, y autonomía económica.
Vicat nace el 9
de julio de 1882, tiempo después de las batallas entre el mitrismo y el
roquismo que culminan con la federalización de Buenos Aires, y la
nacionalización de la renta de la aduana. Entre sus propuestas en pos de
consolidar la nación, Roca encuentra como uno de los pilares la modernización
del ejército. No obstante, Vicat hace su ingreso a la carrera de armas antes de
la sanción de la Ley Riccheri, no obstante esa transformación (modernización),
atraviesa su formación y desempeño. El joven se incorpora como aspirante al
Colegio Militar en 1886, egresando como Teniente 2º en 1890. Se incorpora al
Regimiento Nº 3 de Artillería, de guarnición en Zárate.
Dos años más
tarde asciende a Teniente 1º, pasando a revistar en el Estado Mayor General.
Allí permanece un año, hasta que se traslada a la Compañía de Cadetes del
Colegio Militar. En 1895 es nombrado como Comandante de la Sección de
Artillería del Colegio, y al otro año
pasa al Ministerio de Guerra, y poco más tarde al Arsenal Principal de Guerra. Tiempo
después es trasladado a Europa, desempeñándose en la Comisión de Adquisición de
Armamentos. En 1899 es ascendido a Mayor, y en 1904 a Teniente Coronel, siendo
nombrado como Director del Arsenal del Litoral (San Lorenzo). En 1913 es
promovido a Coronel, y dos años más tarde pasa a retiro. Trabaja luego como
Fiscal del Consejo de Guerra para Jefes y Oficiales durante dos períodos, y
como Gerente de Sastrería Militar.
Escribe varias
notas en la Revista Militar y en algunos periódicos, Fermín Chávez contabiliza
la redacción de más de veinte artículos (desde 1923 hasta 1925), entre los
cuales se encuentran “Combustible y
Defensa Nacional” (desarrollado en varios artículos), “Estados Unidos de Norteamérica. Movilización industrial”, “Las vainas metálicas en la artillería”, etc.
Carlos Piñeiro Iñíguez lo considera certeramente como uno de los propulsores de
la explotación minera y la industria nacional, como asimismo un fuerte
publicista de estas ideas.
En el primero de
esos artículos advierte que “durante una
guerra, sin combustibles apropiados, nos encontraría del todo indefensos. No
podrían navegar nuestros barcos, correr nuestros trenes, andar nuestros
camiones y autos, volar nuestros aeroplanos, ni funcionar nuestras fábricas y
usinas a fin de proveer al ejército y al país entero los numerosos artículos
manufacturados, armas, equipos, municiones, pólvoras, hierros, aceros, tejidos,
etc., etc… si es que algún día nos decidimos a industrializarnos en forma
conveniente a la defensa nacional, obra que ya deberíamos haber iniciado”. La
Argentina semi-colonial nos deja con una nula capacidad de defensa, hay que
transformar esa realidad, aprovechando nuestras riquezas y capacidades.
Asimismo afirma en
el mismo artículo en esta línea que “en
la vida moderna, tanto en la paz como en la guerra, disponer de abundantes
combustibles es una necesidad vital para la nación (…) es un contrasentido
económico importar elementos que tenemos en el país en cantidad suficiente”. El
combustible (recordemos que en 1922 nace YPF bajo la dirección de Enrique
Mosconi), lo toma como un elemento central para el impulso del desarrollo. No
obstante, también advierte el peligro de no tener una defensa nacional adecuada
a nuestras riquezas y potencialidades, específicamente en torno al yacimiento de
Comodoro Rivadavia nos dice que en estas condiciones de sumisión y
vulnerabilidad, “en caso de guerra, lejos
de sernos de utilidad, nos representará un peligro nacional”.
Resulta
pertinente destacar que las hipótesis de conflicto son parte nodal en la definición
de la forma y contenido de nuestras Fuerzas Armadas. Critica allí también “el bárbaro sistema actual de dejar
abandonada la explotación forestal en manos de quienes talan los bosques con el
único fin de hacer dinero”. La estructura económica de nuestro país es
fuertemente dependiente, y como tal, no está diagramada en función de nuestro
interés, sino más bien lo contrario, permitiendo el drenaje de nuestra riqueza
y la postración de nuestra Patria. En este esquema no hay posibilidad de
industrialización, sino que estamos condenados al primitivismo agropecuario.
Sin una industria nacional fuerte y desarollada no hay posibilidad de tener
independencia real.
En otro artículo
sostiene “el petróleo es un elemento casi
insustituible (…) cuyo desarrollo intenso es el más valioso medio de fortificar
la defensa nacional”. En otra ocasión, plantea “la primera medida sería formar numerosos técnicos en minería y
combustible, en una escuela nacional y formarles una carrera de porvenir
seguro”. Reclama una legislación que le de protección a nuestra industria. Propone
asimismo la creación de un Banco Industrial para financiar dichas actividades.
Vicat velaba porque las actividades industriales y la dirección de las mismas
estuvieran en manos argentinas que le imprimieran un sentido nacional. Critica
en el último de los artículos el papel del capital extranjero, y el fomento de
industrias nacionales: “no insistiré
sobre la necesidad de instalar fábricas y de explotar minas a fin de
libertarnos de toda tutela extranjera, pues creo que eso está en la mente de
todas las personas sensatas y previsoras”.
En julio de 1925
dicta una conferencia en el Círculo Militar acerca de la Defensa Nacional, donde
sintetiza magistralmente varias de sus ideas. Este documento es uno de los más
importantes en relación a estas ideas de la primera mitad del siglo XX. En su
discurso marca la contradicción entre la capacidad de defensa y la dependencia
económica. La descripción de la realidad dependiente es cruda y alarmante,
expresa que “actualmente nuestras
principales riquezas son la ganadería y la agricultura y, sin embargo, no
podemos desarrollarlas sin el auxilio de los elementos importados: desde el
alambre para los cercos hasta los medios de transporte que llevan sus productos
al mercado; desde el más sencillo arado o herramienta, hasta las modernas
trilladoras; desde el medicamento para la sarna de las ovejas hasta las lonas
para tapar las parvas o los elementos para combatir la langosta. Para
establecer cualquier industria, y aún para mantener las que ya existen,
necesitamos comprar en el extranjero la maquinaria, los combustibles, los lubricantes,
las piezas de repuesto y, muchas veces, hasta las mismas materias primas aunque
existan en nuestro suelo, como ser la madera para las construcciones”. La
capacidad de defensa nacional entonces se resiente fuertemente, dado que “hasta para adquirir los elementos
indispensables para asegurar la defensa nacional armada tenemos que recurrir a
la buena voluntad y a la complacencia del extranjero. ¡Parece que fuésemos
ciegos o incapaces de ver el peligro que esto entraña!”
Desarrolla
asimismo una noción de defensa nacional en términos integrales, argumentando
que la verdadera defensa nacional “engloba
todas aquellas actividades y todas aquellas medidas de previsión necesarias
para asegurar la tranquilidad, la prosperidad y la independencia de un país,
así como la victoria rápida en caso de conflicto (…) la defensa nacional tiene
fases como la económica, la industrial, la de los transportes y aún la fase de
la educación patriótica y social (…) no solamente para tener la seguridad de no
llegar a carecer de nada, sino también para poder considerarnos como
verdaderamente independientes de toda tutela extranjera”. La defensa
nacional así no se encuentra reducida (y minimizada), a lo meramente militar.
Esa defensa y su
definición debe contener a todos los sectores nacionales. Existe aquí un
vínculo con la noción de “nación en armas” de Von der Goltz, y también se puede
observar estrecha relación con el conocido discurso de Perón del 10 de junio de
1944 al inauguración la Cátedra de Defensa Nacional en la Universidad Nacional
de La Plata. En la conferencia Vicat también llama la atención nuevamente acerca
del rol cumplido por el capital extranjero: “debemos
cesar de mendigar nuestro progreso al extranjero puesto que no han de mover ni
un dedo para auxiliarnos a desarrollar nuestra minería y sus industrias
derivadas, ya que eso va contra su interés”. Romper por un lado con la
extranjerización de nuestra estructura económica, y por otro lado, con la
auto-denigración de lo nacional, fortalecer nuestra conciencia en función de la
emancipación.
Cabe destacar
que establece una cercana amistad con el General Pablo Riccheri, a quien
consideraba artífice del primer paso para
el desarrollo de la industria del hierro en nuestro país a partir de la
creación de la fábrica de proyectiles y acero de Puerto Borghi (más tarde Fray
Luis Beltrán, en Santa Fe, donde Vicat fue Director). Plácido Grela considera
que Vicat “se anticipó en mucho a las
ideas que sobre siderurgia proyectó años después el General Savio (…) fue un
ardiente defensor de la siderurgia nacional, habiendo dejado valiosos artículos
y notas e impulsando intensamente el desarrollo de las fabricaciones militares”.
Vicat que había nacido el día de la independencia política, luchará toda su
vida por la emancipación económica para que la otra no sea una mera ficción.
Para finalizar,
rescatamos una reflexión de Rodolfo Puiggrós quien asevera que la contradicción
entre defensa nacional y dependencia económica, “sólo es superable con la unidad más temida, odiada y calumniada por el
liberalismo partidista, la unidad totalizante de las “masas y las armas”, en
base al nacionalismo popular revolucionario”. Luis Ernesto Vicat no pudo
observar esta unidad, ya que fallece tempranamente el 13 de enero de 1940, lo
que imposibilitó que también observara que muchas de las ideas que pregonó,
muchas veces en solitario y en contra de la corriente predominante en el país
semi-colonial, se vieran realizadas en los años posteriores durante el
advenimiento de la Revolución Nacional Peronista.
Piñeiro
Iñíguez, Carlos. (2010). Perón. La
construcción de un ideario. Bs. As.: Siglo XXI.
Puiggrós,
Rodolfo. (1986). Las izquierdas y el
problema nacional. En Historia
crítica de los partidos políticos. Tomo II. Buenos Aires: Hyspamérica
Vicat.
Luis E. Defensa nacional industrial:
Bastarnos a nosotros mismos. Julio de 1925. Bs. As: Círculo Militar.
Vicat,
Luis. E. Revista Militar. Año 23, Nº
270. Julio de 1923. Bs. As. Año 23, Nº 272. Noviembre de 1923.- Año 24, Nº 276.
Enero de 1924. - Año 24, Nº 279. Abril
de 1924. - Año 40, Nº468. Enero de 1940. Bs. As.