Aritz Recalde, enero 2016
Mauricio
Macri organizó un gabinete nacional con diversos representantes de las
corporaciones trasnacionales. Tal cual vamos a mencionar a continuación, no fue
el primero en la historia nacional y todo indicaría que su programa de gobierno
aplicará las mismas políticas que los casos analizados.
Los representantes de las corporaciones
al poder
“Con los
monopolios sucede que cuando les cierran la puerta entran por la ventana, y
cuando un gobierno les abre puertas y ventanas, cunde una política de saqueo y
banalidad irresistible. La industria argentina y la empresa de capital estatal
quedaron atrapadas por una pinza inflexible formada por el gobierno y los monopolios”. Rogelio García Lupo (1975: 67)
En
su libro Política británica en el Rio de La Palta, Raúl Scalabrini Ortiz
destacó que en la historia de la Argentina existieron una política “visible” y
otra que caracterizó como “invisible”. En el siglo XIX y principios del XX,
esta última la ejercían Inglaterra y sus aliados internos, quienes controlaban
puertos, servicios públicos, bancos, la tierra productiva y las instituciones
culturales como la prensa o la universidad. Como resultado de esta política, el
Estado era conducido por una minoría al servicio de intereses empresarios.
Estas elites propugnaron como referente al “abogado
de empresas extranjeras, es decir, justamente el tipo que los ingleses han
querido imponer al país (…) la política invisible de la penetración capitalista
había dado resultados óptimos” (Scalabrini 2004: 126-127).
Impedidos
de alcanzar plenamente el gobierno por la oposición democrática y popular que
les efectuó Hipólito Yrigoyen, los grupos económicos agitaron la dictadura de
1930. Caído el presidente, las corporaciones manejaron lugares centrales de
gabinete nacional. Por citar algunos
casos, el titular de la cartera de Interior Matías Sánchez Sorondo era abogado
de la petrolera estándar Oil; en Agricultura asumió Horacio Beccar Varela que
tenía participación en la empresa La Plata Cereal y en Firestone, entre otras;
el canciller Ernesto Bosch fue presidente de la Sociedad Rural Argentina
(Galasso 2011, T II: 196).
Durante
los años treinta la fusión entre la gestión pública y las corporaciones se
profundizó en un contexto de crisis económica, desigualdad social, violencia
política y fraude electoral, cuestión que llevó a José Luis Torres a nominar la
etapa como “la década infame”. En su
obra Algunas maneras de vender la Patria, Torres denunció que “ha venido afirmándose cada vez más, con el
transcurso del tiempo, el control de Bemberg sobre la conducta de los gobiernos
argentinos en el manejo de los intereses económicos del pueblo”. El autor
destacó que el asesor de empresas británicas
y mandatario electo en septiembre del año 1937, Roberto Marcelino Ortiz,
“designó al doctor Pedro Groppo, Ministro
de Hacienda de La Nación, ascendiéndolo así de jerarquía política, para
llevarlo al sitial que ocupara años antes el doctor Federico Pinedo. Un
contratante de Bemberg remplazaba a otro contratante de Bemberg en el manejo de
las finanzas argentinas” (Torres 1973: 75).
En
el año 1958 en su libro los Vendepatria, Juan Perón sostuvo que “entre los veinte millones de habitantes que
tiene el país, el Gobierno de facto tuvo entonces dificultades para obtener
algunos ministros que no hubieran sido o fuesen en ese momento, abogados,
asesores o agentes de las grandes empresas extranjeras. Basta enumerar los
nombres de Bunge, Ygartúa, Martínez, Morixe, Lauracena, Blanco, Cueto Rúa,
Krieger Vasena, etc., para poder asociar poderosos consorcios o grupos de
intereses foráneos”. El ex presidente denunció que el gabinete estaba “integrado por agentes de Bunge y Born,
Benberg Ansec, Chade, Bovril, Estándar Oil, Texas Oil o algún banco extranjero”
(Perón 2006: 17). En ese mismo libro, Perón enumeró en una lista de 16
funcionarios de la dictadura detallando los cargos que cumplieron y que
ejercían en los grupos económicos concentrados. El ex mandatario aseveró que
estos administradores de gobierno defendían los intereses de las empresas y no los
públicos y “responden ciegamente a todo
cuanto se les ordene desde distintos directorios” (Perón 2006: 80). Con
exactitud, Arturo Jauretche denominó a la etapa abierta en el año 1955 como un
“retorno al coloniaje”, a partir del cual las corporaciones se apropiarían de
los recursos de la Nación a costa de bajar el nivel de vida de los trabajadores
y de destruir la industria argentina importando las manufacturas del extranjero.
La
dictadura de Juan Carlos Onganía iniciada en 1966 profundizó la política que
mencionaron Scalabrini Ortiz, Torres y Perón. Inicialmente, en el área de
economía asumió Jorge Salimei del grupo SASETRU quien según Rogelio García Lupo
estaba “ligado directamente con Europa a
través del mercado de oleaginosas de Rotterdam” (García Lupo 1975: 24).
Dirigentes de la oligarquía terrateniente ocuparon lugares centrales de
gobierno, como es el caso de Tomás de Anchorena nombrado Subsecretario de
Agricultura (Galasso 2011, T II: 424).
Con
Onganía adquirieron celebridad dos figuras emblemáticas de la “tecnocracia” que
fundaron escuela: Álvaro Alsogaray y Krieger Vasena. Álvaro Alsogaray ejerció
tareas en la cartera de economía ya desde la dictadura de 1955. Se desempeñó
como ministro de Arturo Frondizi en su etapa liberal y fue embajador en los EUA
tras el golpe de Estado de 1966. Algunas décadas después siendo titular de la
Unión del Centro Democrático (UCeDé), asesoró a Carlos Menem para la
destrucción del aparato del Estado y la apertura comercial de los años noventa.
Vasena desplazó a Salimei y según García Lupo, ello se debió a la presión de
los intereses norteamericanos que se impusieron sobre los europeos. Vasena fue
“uno de los hombres más importantes del
capital monopolista internacional en argentina (…) su nombre aparece en un
número elevado de sociedades anónimas” (García Lupo 1985: 132-138). Con
Alsogaray o con Vasena “el gran capital
internacional y los monopolios mundiales operan a través de hombres de
confianza, identificados ideológicamente con ellos antes que comprados por dinero
(…) los agentes bancarios y los directores de las compañías anónimas vuelcan
sobre sus cuadros de la burocracia estatal a sus emprendedores, brillantes y
eficientes ejecutivos. Son casi perfectos: al servir al gran capital y a los
monopolios lo hacen con el corazón alegre y la frente alta. Están satisfechos
de servir a la patria universal del dinero” (García Lupo 1975: 39 y 42). En
el plano militar “los generales y
almirantes que van a parar a los consorcios monopolistas extranjeros, no hacen
sino respaldar con su presencia en ellos la transferencia del capital nacional,
privado y estatal, a aquellos monopolios” (García Lupo 1975: 164). En su
libro Contra la ocupación extranjera, García Lupo denominó esta fusión entre el
Estado, el gobierno y las empresas extranjeras como “la dictadura de los
banqueros”, el “gobierno de los monopolios”
y la “hora del saqueo”.
La
saga de los empresarios en el poder, se continuó con la dictadura de 1976 que
organizó un gabinete con personeros como José Martínez de Hoz ligado al Chase
Manhattan o el grupo Rockefeller; y con Walter Klien, representante del Banco
de Boston y de Bunge Born.
Domingo
F. Cavallo es un caso paradigmático de
cómo transformar las riquezas públicas, en negocios privados. Cavallo fue
Subsecretario del Interior en la dictadura de 1976 y durante el mismo gobierno,
ocupó el cargo de presidente del Banco Central. Él, conjuntamente a otros
funcionarios como Lorenzo Singaut, Roberto Alleman o José María Dagnino
Pastore, fueron los artífices de los seguros de cambio y otras acciones de
política económica, que permitieron transferir al conjunto de la sociedad
argentina la deuda de las grandes empresas . Entre los beneficiarios directos
del gobierno militar, estaban el grupo Macri (SOCMA), Loma Negra, Bunge Born,
Pérez Compac, Shell o Papel Prensa (Basualdo 2006: 174-191) (Olmos 2004)
(Galaso 2003) (Verbitsky H. y Bohoslavsky J.P. 2013). El grupo Macri tuvo el
privilegio de aumentar su patrimonio de 7 empresas en 1973, a 47 en 1983
(Galasso 2011: 522). El balance económico de la gestión de estos miembros
“ilustres” de las empresas trasnacionales, fue el aumento inusitado de la deuda
externa, la desindustrialización, el estancamiento productivo, el desempleo, la
concentración económica y la extranjerización de nuestras empresas.
Desde
el año 1989 Carlos Menem y Fernando De La Rúa desarrollaron una política en la
cual los grupos económicos concentrados y sus representantes, adquirieron una
centralidad inusitada para diagramar la política pública. Menem por recomendación
del empresario Franco Macri, designó al delegado de Bunge Born, Miguel Roig, en
el ministerio de economía. Por temas de salud renunció éste último y asumió
otro Bunge Born: Néstor Rapanelli. Franco Macri también estuvo entre quienes
propusieron al Presidente a Domingo F. Cavallo, en remplazo de Erman
González. Atendiendo que su grupo
empresario se estaba enriqueciendo y ensanchando “achicando” el Estado, no es
casualidad que Mauricio Macri se autodefinió con orgullo y en diversas
oportunidades, como “supermenemista”.
Durante
los años noventa, los representantes del capital trasnacional en el gobierno le
transfirieron a sus verdaderos jefes de los grupos económicos, el ahorro
nacional y las empresas del Estado.
En
el año 1955 la Argentina había alcanzado pleno empleo, la economía era sólida,
no tenía deuda externa y el pueblo estaba socialmente emancipado y accedía a
servicios públicos gratuitos y de calidad en salud, educación y esparcimiento.
En el año 2002 y luego de que el Estado fue manejado por los representantes de
las empresas extranjeras y de la oligarquía, la deuda externa aumentó a 142.000
millones de dólares, el desempleo al 24%, la indigencia al 27% y la pobreza al
tenebroso 54 %. El pueblo argentino tuvo conciencia del vaciamiento al que fue
sometido el país en el año 2001 y salió a la calle a pedir que se “vayan todos
y no quede ni uno sólo”.
CAMBIEMOS representantes del pueblo por
corporaciones
Mauricio
Macri y CAMBIEMOS le entregaron el gobierno a las corporaciones. Solamente por
mencionar algunos casos, el ministro de energía Juan José Aranguren es un
representante de Shell. El ministro de agricultura Ricardo Buryaile es delegado
de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). El ministro de economía Alfonso
Prat Gay, es un hombre ligado al Banco JP Morgan y del conglomerado Loma Negra.
Carlos Melconian que dirige el Banco Nación, durante la gestión de Menem
acompañó el lavado de deuda de los grupos económicos. Federico Sturzenegger
está procesado por el Megacanje, considerado una estafa contra el país que dejó
millones en dividendos para los intermediarios y aumentó la deuda en miles de
millones de dólares. En la Unidad de Información Financiera (UFI) Macri propone
a Mariano Federici, quien trabaja en el Fondo Monetario Internacional y que
está defendiendo a empresas en litigios contra la misma UFI . En transporte
designó al empresario Guillermo Dietrich y en Aerolíneas Argentinas a Isela
Costantini, empleada de General Motors. En producción nombró a Francisco
Cabrera, ex HSBC, Máxima AFJP y Diario La Nación. Susana Malcorra está a cargo
de Cancillería, habiendo sido funcionaria de TELECOM luego de la privatización
de ENTEL. Andrés Ibarra fue nombrado en el ministerio de modernización y formó
parte de las empresas del grupo Macri (Sideco S.A, Autopistas del Sol o Correo
Argentino).
Los
dirigentes de CAMBIEMOS no son nuevos en política, sino que varios de ellos
ocuparon cargos en la gestión neoliberal de la UCR o el Partido Justicialista.
Trabajaron con De La Rua Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Federico
Sturzenegger u Oscar Aguad, entre otros. Rogelio Frigerio (ministro del
interior de CAMBIEMOS) fue Secretario de Programación Económica durante la
gestión menemista del ministro Roque Fernández. En general, estos dirigentes están
o estuvieron ligados a casos de corrupción, a las privatizaciones y a los
ajustes contra los trabajadores. Por ejemplo, Sturzenegger sigue procesado
judicialmente en la estafa del Megacanje
y Patricia Bullrich implementó el ajuste del 13 % a los empleados
públicos con Fernando De La Rua. Fernando Niembro debió bajar su candidatura en
Buenos Aires por recibir prebendas del gobierno de la Ciudad y el “amigo de
Mauricio” Nicolás Caputo, quedó involucrado en grandes negocios con la obra
pública siendo asesor del Jefe de Gobierno.
Si
se analizan la ideología y trayectoria laboral y partidaria de los funcionarios
y sus vinculaciones empresarias, es de suponer que desanden el núcleo
fundamental del Estado social y empresario iniciado en 2003. El gabinete reúne
a privatizadores, a lobistas de la oligarquía terrateniente, a representantes
de las petroleras internacionales y las AFJP y a miembros de grupos financieros
que acrecentaron la deuda externa y el endeudamiento del país. El grupo Macri
se enriqueció con el desguace del Estado y ahora está en condiciones de
profundizar su fortuna a costa del ahorro nacional de todos los argentinos.
La justificación: es bueno que gato
cuide las sardinas
La
articulación entre el poder económico y la gestión pública que describimos,
encontró en sus beneficiarios una justificación permanente. Buena parte de esta
ideología, se organizó en fundaciones, en ONG o en las universidades. Para
poder actuar con total impunidad, las corporaciones crearon ámbitos de
educación de sus dirigentes de gobierno y conformaron un discurso para
justificarse frente a la opinión pública. En el siglo pasado, erigieron el
Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA, año 1979), la Fundación
de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL , año 1964) o la Fundación
Mediterránea iniciada (año 1977) (Basualdo 2002: 32-33) (Verbitsky H. y
Bohoslavsky J.P. 2013: 57). Continuando la tradición neoliberal, actualmente
los funcionarios del macrismo intervienen en la Fundación Pensar, la Fundación Libertad
o la Fundación de Análisis y Estudios Sociales (FAES), en las cuales reúnen a
referentes de la derecha mundial.
El
discurso del neoliberalismo de CAMBIEMOS se sostiene en base algunos supuestos
fundamentales:
- Primero. Una buena gestión de gobierno
es aquella que escinde la lucha por el poder (la política), de la toma de
decisiones que son imparciales (acciones técnicas). En dicho supuesto, no
existiría un contenido de clase en las políticas del Estado. Por el contrario,
acusan a sus adversarios electorales de querer “dividir” la sociedad y de
“inventar” adversarios que no existirían. La teórica desaparición de los
intereses de clase o de facción que representan, les permite construir un
relato de una sociedad del diálogo y el consenso.
- Segundo. Si el funcionario es hábil
para acumular riqueza individual y acrecentar poder en la actividad privada,
debería serlo también en la gestión pública. Si el dirigente político es rico y
exitoso en su empresa o con su pareja, debería conducir al Estado con
eficiencia.
- Tercero. El desarrollo del país es
sinónimo del crecimiento de las grandes empresas multinacionales. Las
corporaciones requerirían mayores niveles de rentabilidad para invertir y es
por ello, que los trabajadores no pueden hablar de distribución del ingreso,
siendo una categoría “populista” o “demagógica”.
- Cuarto. El Estado es mal
administrador y hay que privatizarlo en el mediano plazo. En el corto, hay que
entregarle su control a las empresas trasnacionales.
A lo
largo de la historia, el primer razonamiento se mostró falaz y en nombre de la
técnica neutral, el gobierno benefició a los factores de poder concentrado que
detentaron el mando de la política. Se achicó el Estado, para enriqueces
empresas y gobiernos foráneos. El segundo enunciado es de dudosa comprobación
histórica. Primero, por el hecho de que en muchos casos la acumulación privada
de los funcionarios se realizó estafando al Estado (riqueza pública). Además,
ello supone un planteo darwinista que sostiene que el interés privado es un
motor de desarrollo y de estabilidad social. Por el contrario, los poderosos al
mando del Estado se apropiaron vorazmente del trabajo nacional y fueron los
artífices del vaciamiento y el subdesarrollo del país. La crisis de año 2001 es
el reflejo más claro de lo que puede ocurrir exacerbando la acumulación
desenfrenada de la riqueza y la desigualdad,
ya que y tal cual destacó Perón, estos dirigentes “responden ciegamente
a todo cuanto se les ordene desde distintos directorios”. Asimismo y lejos del
método del “diálogo”, los representantes de los grupos económicos reprimieron
de manera violenta a sus adversarios sindicales, culturales o políticos tanto
en dictadura, como en democracia. El tercer punto nos retrotrae a la “teoría
del derrame” de los años noventa, que en nombre del crecimiento económico
permitió la fuga de capitales y la sobreexplotación del obrero, que perdió
todos los derechos laborales. Este supuesto permite a los grupos concentrados
aumentar la desigualdad existente y bloquear reclamos sindicales. El discurso
del punto cuatro, le garantizó a los grupos económicos que hoy manejan el país
con CAMBIEMOS, quedarse con el ahorro nacional y con las empresas públicas.
Como resultado de esa ideología, actualmente los trabajadores y empresarios
nacionales podrían perder el ANSES, los ahorros del Banco Nación, la
infraestructura tecnológica, YPF y el
conjunto de leyes protectoras de la industria y la producción nacional.
Algunas
de las empresas que hoy gobiernan la Argentina por decisión de CAMBIEMOS,
integran los gabinetes de los grupos económicos responsables de la crisis
económica mundial. Destruyeron la Argentina y también acompañaron el desastre
social y económico internacional del cual estamos siendo parte. Son momentos
para fortalecer la memoria y recordar quiénes efectivamente son las personas
que nos gobiernan y qué alcance pueden tener sus acciones. En su defecto, se va
a repetir una constante en la historia nacional: un gobierno industrializa y
distribuye el ingreso, para que otro venga luego y lo destruya y acentúe la
desigualdad social. No hay que olvidar las palabras de Ringo Bonavena quien
manifestó que “la experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado”.
Textos
citados
Basualdo Eduardo (2002) Sistema político y modelo de
acumulación, UNQ, Buenos Aires.
(2006)
Estudios de historia económica argentina, siglo XXI, Buenos Aires.
Galasso Norberto (2003) De la banca Baring al FMI, Colihue,
Buenos Aires.
(2011) Historia de la argentina, TII,
Colihue, Buenos Aires.
García Lupo Rogelio (1975) Contra la
ocupación extranjera, FC, Buenos Aires.
(1985) Mercenarios y Monopolios en la
Argentina, Legasa, Buenos Aires.
Olmos Alejandro (2004) La deuda externa, Peña Lillo, Buenos
Aires.
Perón Juan D. (2006) Los Vende Patria, INJDP, Buenos
Aires.
(2006-b) Del Poder al exilio. Cómo y quienes
me derrocaron, INJDP, Buenos Aires.
Scalabrini Ortiz (2004) Política británica en el Rio de La
Plata, Plus Ultra, Buenos Aires.
(2009) Cuatro verdades sobre nuestra crisis,
Lacelot, Buenos Aires.
Torres José L. (1973) Algunas maneras de vender a la
patria, Freeland, Buenos Aires.
Verbitsky H. Y Bohoslavky J. P (2013) Cuentas
pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires.