Brasil nos quiere imponer la nueva agenda del Mercosur
Jaír Bolsonaro usa la elección argentina para obligar a Alberto
Fernández a aceptar sus condiciones, pero su país no puede abandonar el bloque
ni soporta una negociación larga
por Eduardo J. Vior
La andanada de improperios que
el presidente de Brasil y su ministro de Economía Paulo Guedes lanzaron contra
Alberto Fernández y el Frente de Todos (FdT) en la semana posterior a la
derrota de Mauricio Macri en las PASO apunta a imponer a Argentina la
aceptación de su peculiar visión de la integración regional. Bolsonaro desea imitar la prepotencia que
usa Donald Trump, para sentarse a negociar en condiciones ventajosas, pero un
Brasil en crisis y tres socios del bloque en transición no le dejan mucho
espacio de maniobra. Por eso se quedó vociferando solo.
Jaír Bolsonaro validó el
viernes las declaraciones que su ministro de Economía hizo el día anterior y
confirmó que, si Alberto Fernández “crea problemas” y reimplanta medidas
proteccionistas, Brasil abandonará el Mercosur. El jefe de Estado expresó sus
dudas de que Fernández adhiera a la libertad y la democracia, aunque admitió
estar dispuesto a dialogar con él, si éste le da “una señal”.
El mandatario brasileño
recordó en la ocasión que durante su campaña electoral había propuesto disolver
el bloque regional, pero que después cambió de idea, cuando “alejamos la
tendencia ideológica y establecimos un excelente diálogo con Macri, el
paraguayo Abdo Benítez y Tabaré Vázquez, a pesar de ser un poco de izquierda”. El gobierno brasileño quiere que el bloque
reduzca rápidamente su Arancel Externo Común (AEC) y amenaza a Argentina con
buscar acuerdos comerciales bilaterales, si ésta no acepta sus condiciones.
El Mercosur, del que Brasil
ejerce la presidencia pro-tempore, celebraría su cumbre semestral en Brasilia o
en Rio Grande do Sul a inicios de diciembre, antes de que se inicie el nuevo
gobierno en Argentina. Ambos países
tuvieron un intercambio comercial de 26.000 millones de dólares el año pasado.
El mercado argentino, tercer destino principal de las exportaciones brasileñas,
es también el mayor cliente para las manufacturas de Brasil. Por ello suena
extraño que sus gobernantes amenacen con abandonar el acuerdo.
En consonancia con el
presidente, en sus declaraciones del jueves 15 el ministro de Economía Paulo
Guedes advirtió que, si Cristina Fernández vuelve al poder en Argentina y ésta
"cierra su economía", su país podría "salir del Mercosur".
Y añadió: "el comercio exterior es una cola que se balancea, pero nuestra
principal preocupación es interna. Brasil es una economía continental y
necesitamos recuperar nuestra propia dinámica de crecimiento. No somos tan
dependientes allá afuera", dijo.
Bolsonaro ha venido batiendo
el parche desde el lunes posterior a las PASO. Ese día, en la ciudad de
Pelotas, en la frontera con Uruguay, sostuvo que “si esa porquería de izquierda
vuelve a gobernar en Argentina, en Rio Grande do Sul puede repetirse lo que
pasó en Roraima [en la frontera con Venezuela]. Nosotros no queremos recibir a
hermanos argentinos huyendo para acá”, afirmó.
Ni lerdo ni perezoso, Alberto Fernández le contestó en una
entrevista televisiva que "Argentina se va a llevar espléndido con su
vecino, que va a ser siempre nuestro principal socio. Bolsonaro es una
coyuntura en la vida de Brasil, como el presidente Mauricio Macri lo es en el
nuestro". Al continuar, calificó al jefe de Estado como "racista,
misógino y violento" y celebró "enormemente" que Bolsonaro
"hable mal de su persona". Sin embargo, a partir del miércoles se
llamó a silencio y rechazó dar nuevas declaraciones sobre la relación con
Brasil. Lamentable, en cambio, fue la actitud de la Cancillería argentina, que aceptó sin chistar la intromisión del
gobierno vecino en el proceso electoral de nuestro país y tuvo que ser
seriamente apostrofada por el presidente del Partido Justicialista (PJ), José
Luis Gioja, quien en una declaración le exigió que haga presente la protesta de
nuestro país por la indebida injerencia.
La devaluación del peso
argentino inducida por el presidente Macri el pasado lunes y la baja de los
valores de nuestras empresas en las bolsas se hicieron sentir inmediatamente en
Brasil. El índice Ibovespa tuvo el miércoles 14 su peor caída desde marzo. Se
conjugaron en ese momento datos económicos débiles en Europa y China, la baja
de las tasas de interés en Estados Unidos y el vencimiento de los futuros sobre
el índice brasileño, induciendo mayores ventas. Entonces el índice cayó 2,94%.
Fue la mayor baja en un solo día desde el 27 de marzo. Por su parte, el dólar
comercial subió 1,86% a R$ 4,0397 para la compra y a R$ 4,0405 para la venta.
Después de que Brasil cayera técnicamente en recesión, al retraerse el
PBI dos trimestres seguidos, Paulo Guedes pidió el pasado lunes "un poco
de paciencia”. “Esperen cuatro años, vamos a ver si mejora un poco”, afirmó
el ministro, fiel al mantra neoliberal de que hay que tener fe y el futuro
traerá la salvación. En la ocasión, Guedes defendió su programa ultraliberal,
el mismo implementado por Macri en Argentina.
Con sus diatribas y amenazas,
Bolsonaro y Guedes quieren generar un desplazamiento de inversiones de
Argentina hacia Brasil en consonancia con la privatización de la seguridad
social y de las mayores empresas estatales brasileñas. Al mismo tiempo quieren
profundizar la liberalización indiscriminada del comercio. La fórmula es
simple: descapitalizar a los estados nacionales y quitarles toda capacidad de
intervención, primarizar nuestras economías y generar un inmenso mercado de
capitales que circulen sin controles a través de las fronteras. Su problema con
el Mercosur no es principalmente comercial, sino financiero. Para ello han
comenzado a ejercer una presión brutal sobre el futuro gobierno argentino,
buscando condicionarlo y hacerlo traicionar el mandato de sus votantes.
Sin embargo, un Brasil en recesión, atravesado por el
narcotráfico, con una política exterior altamente dependiente de la estrategia
de EE.UU. e Israel y su ejército enredado en la cotidianeidad política, carece
de instrumentos para sostener duraderamente la presión sobre Argentina, si
el próximo gobierno tiene claridad de miras, una conducción decidida y mantiene
la unidad de su base de apoyo. Al mismo tiempo, Bolivia y Uruguay también
eligen presidente en octubre y en Paraguay la crisis política está lejos de ser
resuelta. Son demasiadas incertidumbres, como para que los gritos del Planalto
puedan torcer nuestro rumbo.
Cuando era pequeño, en la
escuela primaria nos hacían aprender el poema “Caballito criollo”, que
comenzaba diciendo “caballito criollo, del galope corto, el aliento largo y el
instinto fiel”. De eso se trata: no responder a las provocaciones, dialogar en
voz baja, pero con firmeza y lealtad a los intereses nacionales, y jugar al
largo plazo, evitando las decisiones apresuradas.