Pablo Anzaldi, 14 de
septiembre de 2019
En nuestra República Argentina
millones de personas pasan hambre y frío noche tras noche. En las ciudades y
los pueblos, a lo largo y ancho de la patria, miles y miles de personas viven
en las calles. El porcentaje de niños
hambrientos y pobres es del orden del 50%. Esta terrible situación que afecta a
millones de personas es consecuencia de la acción de un gobierno entreguista,
inepto y manipulador, al servicio exclusivo de los sectores más concentrados de
poder. La insensibilidad social y el desprecio a los sentimientos patrios
se conjugaron en una particular modalidad política: nunca como en estos últimos
años se hizo un esfuerzo tan sostenido para borrar la memoria y la identidad
histórica de los argentinos, pulverizando su sentido de nación. Ante este
panorama, el pueblo, protagonista fundamental de las grandes gestas históricas,
se encargó de vencerlos con el acto cívico del voto en las urnas. Pero el dolor
humano, la pobreza sufriente y la indigencia, siguen.
En el campo militar existe una importante doctrina, muy influyente en el
pensamiento de Perón: la Nación en armas y la movilización total. Más allá de
Colmar von der Golz, de Ernst Junger y del General Perón, la Doctrina es parte
legal de las facultades últimas del Estado Argentino ante situaciones
excepcionales. Hoy día, allende la ocupación colonial de las Islas Malvinas y
el problema de controlar y defender el Mar Argentino, se avizora la promisoria prolongación del horizonte de paz. En
principio, ni un mediocre desequilibrado como Bolsonaro podría afectar esta
situación en el nivel del Cono Sur.
Las Fuerzas Armadas argentinas poseen la misión principal en la salvaguarda
de los intereses nacionales vitales y en el cumplimiento de los objetivos de
la política de defensa nacional – dependiente del Jefe de Estado-, a las que se
añaden una serie de misiones subsidiarias que responden a necesidades
específicas con una ubicación espacio-temporal acotada.
Si, como se anuncia, se
declarará la emergencia social y alimentaria, ¿qué se hace a continuación? Como
aporte a la decisión urgente, proponemos la traslación de la doctrina militar
al ámbito civil para centralizar estratégicamente en un ámbito común -similar
al Consejo de Defensa Nacional contemplado por la legislación- las prioridades,
estrategias y cursos de acción para resolver en un plazo brevísimo los
problemas de alimentación, abrigo y salud de millones de personas. Para eso, es preciso diseñar un ámbito de
planeamiento, coordinación y conducción integrado por el gobierno, las
organizaciones del voluntariado, los credos religiosos, las organizaciones
gremiales obreras y patronales, con la fuerte presencia del elemento militar,
particularmente preparado para esfuerzos y sacrificios excepcionales. Se
trata de poner en marcha una estrategia de salvación social basada en la
movilización total de las capacidades humanas y los recursos materiales.
Las FFAA poseen una reserva de
personal perfectamente adecuado- plenamente integrado al conjunto del pueblo- para brindar apoyo a la población civil en
tareas de asistencia alimentaria, sanitaria, habitacional y recreativa, una
urgente y necesaria atención a la población más vulnerable (por ejemplo, en el
año 2003 la campaña de vacunación de la tercera edad en los montes tucumanos la
realizó el Ejército Argentino, con altísima eficacia). Poseen además una vasta
experiencia en misiones humanitarias internacionales. Concretamente, las FFAA pueden movilizarse masivamente al
servicio de la realización de tareas humanitarias y sociales en los
sectores vulnerables, nuestros hermanos con hambre y sed de justicia.
Para eso, se requiere planificar, coordinar y movilizar los esfuerzos de ayuda
social directa del pueblo, las empresas y el Estado. Es preciso que las
organizaciones libres del pueblo -clubes y gremios obreros, como ya lo vienen
haciendo- sean convocadas a una misma mesa con las autoridades estatales,
religiosas y los representantes de las empresas. Se trata de poner pan y
caridad sobre la mesa de los argentinos. Los obreros pueden donar un porcentaje
de su salario mensual, los funcionarios públicos de todos los niveles otro
tanto, los empresarios un porcentaje de sus ventas, las iglesias de todos los
credos abrir sus puertas y su voluntariado, el Estado poner no sólo los
recursos técnicos para vehiculizar las transferencias de ingresos sino también
volcar su potencial en hospitales, centros deportivos, etc. Se trata de movilizar los recursos de la
Nación Argentina para dar comida al hambriento, abrigo al necesitado, salud al
enfermo. Podemos hacerlo.
Sobran ejemplos en nuestra
propia historia argentina. Empezando por la Comisión Popular que se reunió a partir de la movilización de miles
de personas en Plaza de Mayo ante la huida del presidente Sarmiento y su vice
Alsina a la entonces ciudad de Belgrano -hay que anotar en la huida al ex
presidente Mitre, ambos corresponsables de la guerra del Paraguay que trajo la
enfermedad (Diario Clarín, Revista Viva, 14-1-2018,)- nuestro pueblo ha sido
ejemplar a la hora de la solidaridad. Más cercano a nosotros, hay que recordar
que la Fundación de Ayuda Social Eva
Perón se sostenía con los fondos provenientes de la clase trabajadora y las
donaciones de las grandes empresas, además de una eficacísima y honestísima
administración y movilización de sus recursos, como consta en las
investigaciones que hiciera Juan Carlos Landó, comisionado por el gobierno de
Lonardi. En los últimos meses, reconforta constatar el despliegue de los
vecinos de la ciudad de Buenos Aires para garantizar alimento y abrigo a las
miles de personas y familias que pasan las noches y los días en la calle. La
descalificación que intentaron los personeros del gobierno neoliberal chocó
contra la buena voluntad de la sociedad civil.
En una hora como la actual, en la que el pueblo argentino derrota a los
profetas del odio y el egoísmo, asumiendo plenamente el mensaje de amor al
prójimo predicado por Su Santidad Francisco, proponemos poner manos a la obra.
Ahora.