Por Gabriel Merino, 28 de octubre de 2019
De la querida Cuba, a la fila de
la mesa 56 en la escuela N5 de Berisso a votar por el Frente de Todos... Sin
escalas.
Latinoamérica está en ebullición
y elaborando la segunda ola nacional popular.
El triunfo de Evo en Bolivia, el estallido popular en
Chile y en Ecuador contra las políticas neoliberales y el Triunfo de Alberto y
Cristina en Argentina marcan el germen de un nuevo giro en la región, que
todavía debe consolidarse.
En noviembre de 2015, decíamos que había terminado un ciclo político
pero no el ciclo histórico. No había condiciones en Argentina y en la
región para una hegemonía neoliberal y unipolar. Esto se debe a por lo menos
cuatro factores:
- la situación de transición
histórica-espacial y la situación de
multipolaridad relativa favorable a que los pueblos del Sur Global
desplieguen una estrategia propia;
- el estancamiento económico del Norte Global que implica que toda
apertura y alineamiento por parte de un país periférico se traduzca rápidamente
en un gran retroceso económico y social, con un gran despojo a través de los
mecanismos financieros de acumulación por desposesión;
- una Iglesia con gran influencia en América Latina bajo la conducción de
una línea anti-neoliberal, enfrentada al capitalismo "salvaje" y al
proyecto del dios dinero;
- más el piso de organización política y social y la
capacidad de movilización frente a las políticas tendientes a afectar los
intereses de la Producción y el Trabajo, junto a la movilización del movimiento
de mujeres y de derechos humanos donde predominan sentidos antineoliberales.
Estas condiciones no significaban
que no podían destruir mucho de lo que se había avanzado en la etapa anterior.
Es más, sin la unidad de las fuerzas nacionales y populares era probable un
triunfo de Cambiemos, dando lugar a una situación de permanente inestabilidad,
entre la descomposición social que trae el neoliberalismo periférico y la
resistencia política y social a ese programa, con un mayor clima represivo para
disciplinar a la sociedad.
Fuimos para atrás en muchos sentidos: hambre, desindustrialización,
destrucción del conglomerado científico y técnico, fuerte aumento de la
pobreza, desocupación de dos dígitos, crecimiento exponencial de la desigualdad
y varios etcéteras.
Sin embargo, ya desde diciembre
de 2017, cuando el gobierno muestra sus cartas (reforma previsional, impositiva
y puesta en discusión de la laboral), se organiza un sujeto popular político
gremial (21F) y se produce en mayo de 2018 un golpe de mercado para avanzar
hacia el ajuste abandonado el gradualismo, comenzamos a observar la dificultad
política en nuestro país para un proyecto como el de la Alianza Cambiemos,
representante de los grupos dominantes, en cuyo vértice está el gran capital
financiero.
Lo que viene es un amplio frente
de tormenta pero ahora por lo menos existe la posibilidad de enfrentarlo desde
una estrategia nacional. La posibilidad de no estar regalados como una hoja al
viento en temporada de huracanes.
Esta elección, junto a lo de Bolivia,
Ecuador y Chile, marca un giro político clave y abre (aunque no garantiza) las
condiciones para una transición para una segunda ola nacional popular