Alberto Buela (*)
Después de casi
40 años de escribir sobre el peronismo he llegado a la desengañada opinión que
todo lo que he escrito no ha sido tenido en cuenta por ninguno de aquellos que
se han ocupado de estudiar al peronismo.
Y esto ha sido,
en mi opinión, que es con enseña Aristóteles: afirmar o negar algo con temor a
equivocarse, por tres motivos: a) por la mal formación debida a las taras
ideológicas de aquellos que han escrito sobre el peronismo. b) porque ninguno
de ellos se ha sumado al debate contemporáneo de las ideas y c) por la
resistencia que tienen hacia mi persona o a lo que supuestamente represento.
a) Respecto al
primer motivo observo en la mayoría de
los escritos caracterizan al peronismo como una ideología, cuando el peronismo
posee una doctrina política. Y el peronismo es doctrina porque sostiene
principios y defiende intereses claros y públicos, en tanto que la ideología es
un sistema de ideas que “oculta o esconde” una voluntad de poder de un grupo,
clase o sector. Así el marxismo es una ideología como lo son el liberalismo, la
socialdemocracia o el social cristianismo.
El peronismo no
es un subproducto de la doctrina social de la Iglesia sino que es dicha
doctrina la que coincide, en algunos aspectos, con la del peronismo.
En ese sentido,
todo el último movimiento de estos días, de hacer coincidir la doctrina
peronista con la última encíclica Laudatio Si, descubre un mecanismo de
manipulación, buscando beneficios que desconozco. El remedo de libro de uno de
los tres generales buenos que tiene la
CGT es prueba de ello. (1)
El intentar explicar la idea de Comunidad Organizada
como una armonía social amable, en una especie de coincidentia opposituroum, y
no como un sistema de poder y de una sociedad a realizar (2), no solo es un
sinsentido sino una muestra de falta de estudio y de contracción al objeto
propio.
El ubicar al
peronismo como una secuencia política
que nace con el socialismo laborista, pasa por el grupo Forja, sigue con la
cubanización de los años 60 y 70 y termina en el progresismo kirchnerista, es
negar de plano los aportes originales, digo más originalísimos, que desde el mismo peronismo se han hecho a
la teoría política. Ejemplo de este extrañamiento son los variados programas de las
universidades municipales (nacionales) que se han creado en estos últimos años.
b) Un militante
insobornable que con los años se ha transformado en un pensador (3), me refiero
a Jorge Rulli, ha señalado acertadamente
que la falla de los sedicentes intelectuales peronistas es que no han podido o
no han sabido integrarse al debate contemporáneo. Así al ignorar los
dilemas cruciales de nuestra época perdieron contemporaneidad. Y es por eso, y
no por peronistas, que no son tenidos en cuenta.(4)
Es que estos
intelectuales peronistas, hablan sobre el peronismo pero con categorías
prestadas, básicamente, de la izquierda. Su mundo categorial está limitado a
“lo que se dice y lo que se piensa”, no lograron pensar con cabeza propia. El
caso más reciente que conozco es el de un doctorando que “se dice peronista”, y
estudia la constitución del Chaco, al modo del liberalismo y del marxismo, como
una constitución corporativa fascista. Cuando en realidad es una constitución
de comunidad o comunitarista.
Otros aceptan la espuria teoría del
multiculturalismo sin tener en cuenta que el peronismo es un interculturalismo,
pues en cada uno de nosotros viven varias culturas y es por eso que somos una
cultura de síntesis.
Ni que hablar de
los sedicentes peronistas que sostienen, el de moda, indigenismo, cuando para el peronismo, que nació de la nación
histórica, buscó siempre su plasmación
política en “una nación” justa, libre y soberana y no en varias
Están aquellos,
la mayoría, que exaltan la búsqueda de la igualdad (el himno nacional dice: ved
el trono a la noble igualdad y la Marcha peronista afirma: para que reine en el
pueblo el amor y la igualdad).
Pero ese es un
error grave, pues lo que guía a todo
peronista es la justicia, pero no cualquier justicia sino la justicia social.
Ésta corresponde a lo que se denomina la justicia distributiva, que regula la
relación del bien común de una comunidad con los particulares. El igualitarismo
contemporáneo de carácter socialdemócrata ha penetrado hasta el tuétano las
filas del peronismo y sus cabezas más renombradas. Es que el peronismo ignoró e
ignora los dilemas cruciales de nuestra época, uno de los cuales es la tensión
entre igualitarismo y comunitarismo.
c) En cuanto a
la resistencia hacia mi persona y lo que represento, debo decir que siempre he
sido un peronista sin aditamentos (ni yanqui, ni marxista, ni socialdemócrata
ni social cristiano), que intentó pensar al peronismo desde sus fundamentos sin
condicionamiento ideológico alguno. Y que como militante nací a la política con el Movimiento Nueva Argentina y que continué
toda mi vida apoyando y siendo apoyado por el movimiento obrero organizado.
Como verán los
que leyeron hasta acá; evité dar nombres propios para no herir
susceptibilidades y así poder contribuir con esta breve nota a una mejor
comprensión del peronismo por parte de aquellos que lo estudian y lo
estudiarán. Aunque no estoy convencido que esto se produzca pues como dice
Hegel: nadie puede saltar sobre su tiempo y el nuestro es de una indigencia
intelectual alarmante.
1 ¿Cuándo volverá la CGT a tener un general
malo en lugar de tres buenos?.
2
Pueden ver nuestros libros Notas sobre el peronismo, primera edición Bs.As.
2007, segunda edición Ed. EAS, Madrid, 2017 y también Aportes al pensamiento
nacional, primera edición Bs.As., 1987, segunda edición Ed. Grupo Sindical
Abasto, Bs.As. 2011. La Organización Sindical, primera edición Ed. Rioplatense,
Bs.As, 1982, segunda edición Bs.As., 1984. Hay además unos 150 artículos en
Internet sobre el tema.
3
Cuando murió Enrique Oliva titulé un homenaje: El peronismo no tiene
intelectuales tiene pensadores.
4
Distinto me ocurrió a mí, cuando llegado con mi título de doctor en
filosofía por la Sorbona de París me presenté en 1984 a concurso en la Univ. de
Buenos Aires y lo declararon desierto. Entonces me fui como chancho al máiz a
ver al decano de filosofía, Rodríguez Bustamante, y me respondió: qué quiere
Buela, Ud. es peronista. Había yo pasado por alto que en esa época gobernaba
Alfonsín y en la UBA reinaba la sinagoga radical.