Por Miguel Ángel Barrios *
En los últimos años hemos
observado debates “académicos” y un sinfín de seminarios y congresos sobre la
naturaleza de los gobiernos “progresistas” de América latina, un “populismo”
democrático, encarnado en Ricardo Lagos, y un “populismo” autoritario,
encarnado en Hugo Chávez. La demonización a la figura de Chávez solamente es
comparable a la que sufrió Juan Domingo Perón desde los centros de poder
mundial.
Es que detrás de estos ropajes “conceptuales”, y potenciados por la
anglosajonización de las ciencias sociales, está el dilema central: liberación
o dependencia.
Y la única forma de adquirir
soberanía y capacidad de autonomía en la mundialización se materializa a través
de la concreción geopolítica del Estado
continental-industrial de América del Sur y de América latina y el Caribe.
El Mercosur, la Comunidad Andina, el ALBA, la Unasur y la Celac son
herramientas para fortalecer soberanía, de lo contrario no sirven.
La muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013, ha debilitado el
proceso integracionista, ya que Chávez encarnaba una acción militante, basado y
sustentado en un sólido pensamiento histórico y geopolítico, y retomó en las
nuevas condiciones históricas el continentalismo de Perón. La Comunidad de
Estados Latinoamericano y el Caribe es inseparable de la acción del comandante
Chávez. Pero la historia no para un día, y tampoco los centros de poder; la
historia es un ir y venir dinámico. Nada más erróneo que considerar la historia
como algo inerte. Si hay algo que vive, es la historia. Y la historia se llena
de poder, rehúye al vacío.
El periodista argentino
(nacionalizado estadounidense) Andrés
Oppenheimer acaba de realizar una entrevista al secretario de Estado de EE.UU.,
John Kerry, y allí uno se da cuenta nítidamente de que la opción liberación
o dependencia está latente, el monroísmo nos quiere acechar, a no descuidarse.
Y que las discusiones anglosajonizantes de los “analistas” a nada conducen,
porque eluden la verdad. Y como decía Artigas: “Con la verdad no ofendo, ni
temo”. Este axioma guía nuestra conducta.
Kerry dice en esa entrevista
que en 2014 se cumplirán 20 años del Nafta, Tratado de Libre Comercio de
Estados Unidos con México y Canadá, y que Estados Unidos quiere ampliarlo a
toda América latina. El plan podría anunciarse para el mes de febrero, cuando está
previsto que Obama se reúna con sus contrapartes de México y Canadá, en una
cumbre de líderes por realizarse en México.
Estados Unidos, desde la derrota del ALCA en 2005 en Mar del Plata,
supo canalizar su derrota y fue firmando pequeños ALCA en forma bilateral con
Perú, Colombia y Panamá. Con Chile ya lo tenía.
Obama ha lanzado ahora
negociaciones para firmar un acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) con 11
países de la cuenca del Pacífico –casi todos ellos asiáticos, como Japón y
Malasia, pero que también incluye países de la costa del Pacífico, como
México–, y otro tratado para crear una Sociedad Transatlántica de Comercio e
Inversión (TTIP) con 28 naciones de la Unión Europea. Kerry negó que no le haya
prestado atención a América latina y explicó que tuvo que atender crisis en
otras partes del mundo. Desde que fue designado como secretario de Estado
realizó 20 viajes, pero sólo dos de ellos fueron a América latina.
Oppenheimer, conocido por su
visión pronorteamericana, celebra la noticia y afirma: “La revelación de Kerry
de un posible relanzamiento del Nafta es una buena noticia, si es que se hace
en serio. A juzgar por la encuesta de American University, no debería haber
excusas para no hacerlo inmediatamente en la cumbre de presidentes norteamericanos
que tendrá lugar en México, en febrero de 2014”.
Perón y Chávez están más vivos que nunca; y leyendo en clave
estratégica, entenderemos el porqué de tanta difamación de las cadenas
mundiales de desinformación. Estado continental o pseudo democracia es nuestro
grito de alerta. Es nuestro deber estar atentos. Estados Unidos está nervioso
porque no tiene una geopolítica mundial nítida en un mundo multipolar, al que
creyó ciegamente unipolar
* Doctor en Educación y en
Ciencia política.