El académico analizó con
lucidez la política de su país y de América Latina.
Eleonora Gosman
Diario CLARIN
América del Sur acaba de perder a uno de sus mayores historiadores:
Luiz Alberto Moniz Bandeira. El viernes por la tarde sus familiares
comunicaron el fallecimiento de este intelectual, para quien bien habría valido
el Premio Nobel de literatura para el que su nombre había sido propuesto en
2015 por la Sociedad Brasileña de Escritores. Sin temor a la exagerar, la obra de este gran intelectual representa
para la región lo que Eric Hobsbawm fue para Europa. Sus libros son
fundacionales si de lo que se trata es de entender las relaciones y los
destinos de los países sudamericanos.
Tal vez no sea estrictamente justo comparar la extensa producción de
Moniz con aquella de los argentinos Raúl Scalabrini Ortiz, Juan José Hernández
Arregui y Arturo Jauretche. Sin embargo, desde el punto de vista conceptual
estuvo mucho más próximo a ellos de lo que muchos consideran. Basta ver la
propia biografía del escritor brasileño que lo revela como un luchador contra
la dictadura militar implantada en su país por el golpe de 1964. Nacido en el
nordeste brasileño en 1935, en el estado de Bahía, uno de los trabajos de mayor
intensidad de Moniz es “El gobierno de Joao Goulart, las luchas sociales en
Brasil (entre 1961 y 1964)”. El mismo había sido asesor en los tiempos de
“Jango”. Preso por casi dos años, el intelectual salió en libertad
“provisoria”, pero según él mismo cuenta en el prefacio de su libro “Lenin,
vida y obra”, que acaba de ser reeditado, eso no le impidió escribir otro de
sus textos subversivos: “El año rojo. La Revolución Rusa y sus reflejos en
Brasil”, que vio la luz en 1967.
Para los sudamericanos, la
obra cumbre sin embargo es: “La formación de los Estados en la cuenca del
Plata. Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay”. Luego vendría otro título de
similar envergadura: “Brasil, Argentina y Estados Unidos: Conflicto e
Integración en América del Sur. De la Triple Alianza al Mercosur”.
Finalmente, el profesor se le
animó al planeta con su extraordinario trabajo: “El desorden mundial”. En este
libro analiza las consecuencias de las intervenciones militares de Estados
Unidos por las que según él entendía la primera potencia mundial “aspira al
dominio completo de la Tierra”. En una sentida declaración, el teólogo y escritor Leonardo Boff reveló
su pena por “perder un amigo. Fue quien mejor estudió la política externa
norteamericana con respecto a Brasil y América Latina”. Murió con
“saudades” de Brasil”.
Lo cierto es que en sus últimas entrevistas expresaba tristeza frente a
los acontecimientos políticos brasileños: “La ex presidenta Dilma Rousseff fue
derribada para que una banda delictiva asumiese el gobierno. Pero la cloaca
se rompió y desbordó. El Estado, en Brasil, está virtualmente en
descomposición. El Ejecutivo y el Congreso están corrompidos y putrefactos”.