Pedro BRIEGER - NODAL
18 NOV, 2016
El empresario multimillonario Donald Trump que triunfó en
las elecciones en los Estados Unidos no es el primer caso de un hombre con
dinero que llega a la presidencia de un país. Claro que al tratarse de la
primera potencia mundial cobra otra dimensión, más si lo logra como candidato
de uno de los partidos tradicionales que ha gobernado en numerosas
oportunidades y que incluso lo miró con recelo durante toda la campaña
electoral.
El fenómeno de un empresario que se lanza a la política
ya es conocido en América Latina. Varios lo intentaron y algunos lo lograron,
aunque sus presidencias no se destacaron particularmente y algunos incluso
terminaron acusados de corrupción una vez que abandonaron el poder. Vicente Fox
en México, que hizo carrera en la Coca Cola, fue un precursor cuando llegó para
desbancar al PRI. Sebastián Piñera en Chile, considerado una de las personas
con mayor fortuna, fue primero presidente de la aerolínea LAN y luego durante
un período ejerció la presidencia del país. En Panamá, Ricardo Martinelli
–dueño de cadenas de supermercados- gobernó entre 2009 y 2014 y fue sucedido
inmediatamente por Juan Carlos Varela, otro empresario, quien junto a Mauricio
Macri en la Argentina y Horacio Cartes en Paraguay conforman el trío actual de
presidentes en la América continental que provienen del mundo empresarial.
En febrero de 2017 habrá elecciones en Ecuador y otro
empresario, en este caso el banquero Guillermo Lasso, probará suerte nuevamente
contra el gobernante Alianza País, a pesar de haber sido derrotado por Rafael
Correa en las elecciones de 2013.
La aparición de empresarios devenidos en políticos o
“outsiders” (gente que no proviene de la política tradicional) no es nueva en
América Latina. Por lo general refleja la crisis de los partidos políticos
tradicionales, incapaces de seducir al electorado con candidatos propios y
honestos, más identificados con los vicios de la política. El empresario,
hombre poderoso, se presenta como alguien que no anhela el poder para
enriquecerse pues ya es poseedor de grandes fortunas.
El caso de Venezuela responde en líneas generales a lo
antedicho. Los sectores opositores al chavismo no logran encontrar una figura
de consenso capaz de aglutinarlos a todos. Henrique Capriles ha sido dos veces
candidato a la presidencia y fue derrotado primero por Hugo Chávez en 2012 y
luego por Nicolás Maduro en 2013. En este contexto aparece la figura de Lorenzo
Mendoza, presentado el año pasado por la cadena BBC como un “presidenciable”.
(http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151021_venezuela_perfil_lorenzo_mendoza_polar_dp)
El empresario Lorenzo Mendoza es menos conocido a nivel
regional, pero es considerado el hombre más rico de Venezuela, como señala la
conocida revista de negocios y finanzas Forbes que evalúa su fortuna en 1.500
millones de dólares. El signo de Mendoza es Empresas Polar, una empresa
familiar creada en 1940 y la principal productora de alimentos del país, que
incluye desde la popular cerveza Polar hasta la harina P.A.N para preparar las
famosas arepas de maíz, el alimento más consumido de Venezuela. Prácticamente
no hay alimento en Venezuela que no esté conectado con el nombre Polar, lo que
representa un poder económico y político sin igual y la capacidad para influir
en el estado de ánimo de la mayoría de la población según se produzcan más o
menos alimentos.
La revista América Economía, considerada la revista más
influyente de negocios, economía y finanzas de América Latina, publicó
recientemente un artículo titulado “Empresas Polar anuncia paralización en
Venezuela de sus plantas productoras de harina de maíz”.
(http://www.americaeconomia.com/negocios-industrias/multilatinas/empresas-polar-anuncia-paralizacion-en-venezuela-de-sus-plantas)
En dicho artículo se señala que Polar informó el lunes 12
de noviembre “la paralización de sus tres plantas productoras de harina de
maíz, asegurando la “falta” de materia prima.” Es interesante que el
entrecomillado de la palabra “falta” es del original pues sugiere que duda de
la veracidad de la información. Según la página de facebook Polarleaks, en los
últimos tiempos cada vez que existe una situación de convulsión política con la
intención de jaquear al chavismo se produce una caída de la producción de
Empresas Polar. Es así que en abril de 2013 cuando Nicolás Maduro fue electo
presidente redujo la producción un 40 por ciento; cuando se organizaron las
movilizaciones para derrocar al recientemente electo Maduro en febrero 2014
redujo un 34 por ciento su producción, y para las elecciones a la Asamblea
Nacional en diciembre 2015 la redujo un 37% por ciento.
(https://www.facebook.com/Polar-Leaks-221809558151618/?fref=ts)
Ahora, en momentos que nuevamente la oposición está
tratando de debilitar al gobierno para provocar su caída Empresas Polar anuncia
que “falta” materia prima y responsabiliza directamente al gobierno incluso en
reuniones que mantiene con representantes del Vaticano.
Aunque hayan cambiado los contextos, la historia
latinoamericana conoce de las maniobras patronales para sabotear un proceso de
cambio. En la memoria colectiva todavía no se han borrado las huellas de la
huelga de los camioneros y la escasez de alimentos en Chile durante el gobierno
de Salvador Allende antes del golpe de Estado de 1973 como tan bien contara en
su momento la pluma de Gabriel García Márquez. En el caso de Venezuela hay otro
dato interesante: Empresas Polar, la productora de alimentos más importante del
país que tiene ingresos millonarios por ventas, parece que no pagó los
impuestos que le corresponderían sobre la renta en el año 2015 porque declara
patrimonio negativo y pérdidas a pesar de sus altos ingresos, lo que afecta
directamente a la economía en su conjunto.
¿La victoria de Donald Trump les dará un impulso a otros
empresarios multimillonarios para lanzarse de lleno a la política? ¿Será Venezuela el próximo caso? Preguntas que por ahora no tienen
respuesta. Pero si Trump fue una
sorpresa por qué no pensar que se están preparando otras…