Leonardo Dino CAJAL - 9 de noviembre
La victoria del Donald Trump representa el comienzo del fin
del mundo unipolar que junto al Brexit, la fractura de la Unión Europea, la
salida de la OTAN de Turquía, y el rol protagónico de la Rusia de Putin dan
cuenta de que el tiempo que se avecina es el de NACIONES. Una palabra que a
todos los internacionalistas, entiéndase a las derechas e izquierdas liberales,
les causa terror. Eso explica el sentido de las tapas de diarios que aparentan
estar en extremos opuestos Pag.12 y La Nación.
Todo triunfo del discurso nacional, será potencialmente un
llamado de alerta frente a próximos rebrotes nazi, facho, xenófobo, misógino,
homofóbico y demás inventos del aparato propagandístico mundial en esta guerra
psicológica constante en la que los medios de comunicación juegan un rol
central y cuyo principal objetivo es homogeneizar voluntades, eclipsar
nacionalidades silenciando a los pueblos suplantando los derechos de las
mayorías por caprichos de minorías con nulo sentir nacional y utilizadas como instrumento
corrosivo para derruir la cultura nacional.
Dijo Vladímir Putín que “El poder de Rusia se encuentra
dentro de nosotros mismos, dentro de nuestro pueblo, nuestras tradiciones y
cultura, nuestra economía y nuestro territorio vasto y rico en recursos
naturales y, por supuesto, en nuestra capacidad de defensa. Pero lo más
importante, nuestra fuerza reside en la unidad de nuestro pueblo”.
Por supuesto que nosotros como argentinos e
hispanoamericanos no debemos esperar nada de nadie que no sea de nosotros
mismos, ni de los yanquis, ni de los rusos, los chinos y mucho menos de los
británicos; pero sí debemos tener la capacidad de interpretar los tiempos que
corren y por ende nuestra posición en el mundo que es la de un país despoblado,
sumamente rico en recursos naturales y alimentos, pero que está ocupado e
inmerso en un proceso inconcluso de Liberación Nacional.
Es tiempo de pensarnos a nosotros mismos y de dejar de
vernos con ojos ajenos, es tiempo de volver a pensar a la Patria.