Aritz Recalde, abril 2019
1-
A
setenta años de la Comunidad Organizada
“Una nación no es el resultado de un
proceso físico, sino que nace en virtud de un alumbramiento político y está
bajo la advocación de un destino a realizar, de una misión que cumplir”.
Carlos Astrada
El
9 de abril del año 1949 Juan Perón expuso en el Congreso de Filosofía de Mendoza
el discurso sobre la Comunidad Organizada[1].
La tesis de fondo que atraviesa el planteo es la existencia de una profunda
crisis de valores y de sentido del ser humano. Perón detalló que el orden
político, social y cultural occidental construido con los aportes de las
civilizaciones de Grecia, Roma, España, Francia e Inglaterra estaba hundido en
los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Europa, anteriormente faro
de nuestras clases dirigentes, era un cementerio humano y un cadáver cultural.
El
sistema político internacional no encontraba un principio de acuerdo y tampoco un
marco institucional ordenador y en su lugar reinaba el desconcierto, la lucha bélica
entre países y un aumento del violento enfrentamiento de clases.
El
pensador español José Ortega y Gasset ya había llegado a una conclusión similar
a la de Perón a principios del siglo XX, caracterizando el estado moral de
Europa como parte de una “decadencia”. El
Viejo Continente adolecía de una moral elevada que ofrecer y había perdido su
histórica capacidad de oficiar como el rector cultural del orden mundial.
Perón
remarcó el hecho de que frente a las ausencias de una ética y de una moral sólida
y trascendente que marcara el camino del desarrollo, nuestras naciones eran
obligadas a optar entre los perniciosos sistemas sociales de los EUA y de la
Unión Soviética. Los norteamericanos imponían militar, política y
comercialmente el liberalismo capitalista y lo justificaban sobre el discurso
científico moderno y a partir de propagandizar una concepción de vida materialista.
La Unión Soviética exportaba el Comunismo y su sistema era promovido a partir
de la ideología de la lucha de clases y de la edificación del Estado mito
colectivista.
Perón
no creyó posible superar la crisis del orden mundial y de los valores
occidentales con las ideologías del capitalismo liberal y tampoco con el comunismo.
A su entender, ambas alternativas conducían al hombre al estado emocional de la
angustia, la duda o de la soberbia y la sociedad marchaba al caos y al desorden
permanente.
Para
cumplir la magna tarea histórica de la emancipación humana, Perón propuso
edificar una Comunidad Organizada
dotada de una elevada escala de valores y de una nueva moral. En su ponencia en
el Congreso de Filosofía recuperó la noción de Aristóteles acerca de que el
hombre es un ser ordenado para la convivencia social y de aquí concluyó que el
individuo sólo puede realizarse en una comunidad emancipada.
Perón
mencionó que guiados por la búsqueda de subsistencia y por el ideal supremo de
la libertad, los individuos conformaron organizaciones que le brindaron
contención social y que lo dotaron de un sentido elevado de justicia y de
igualdad. Dichas aglutinaciones humanas vertebraron la Comunidad Organizada en la Argentina, que se constituyó como una
federación de organizaciones libres del pueblo. Estas últimas tenían la función
cultural primordial de reforzar entre los hombres una nueva fe, difundiendo un
“evangelio de justicia” caracterizado
por reforzar en el sujeto el sentido de destino colectivo del pueblo y la
grandeza de la Nación. En la Comunidad Organizada
se producía el tránsito del yo al nosotros. La educación reforzaba una norma ética
que condicionaba la libertad individual al cumplimiento del orden justo de la
colectividad.
En
la óptica de Perón la actividad política no podía agotarse en la mera lucha por
el poder individual, de facción o de una clase en particular, sino que era la
manifestación histórica de la voluntad de las organizaciones libres del pueblo
portadoras del sentido heroico de la vida. En la Comunidad Organizada el Estado sería la institucionalización del
orden justo y expresaría la capacidad del hombre de construir conscientemente el
bien común.
La
doctrina de la Comunidad Organizada
guió la acción política del Justicialismo a partir del 17 de octubre de 1945 y
como postuló Alberto Buela, además fue el principio rector en torno del cual se
fundó el pacto político de la Constitución Nacional del año 1949.
La
Revolución comandada por Perón y por un amplio Movimiento policlasista,
pluri-ideológico y pluri-partidario, legó a la posteridad un inmenso tejido de
organizaciones libres y una conciencia nacional y social del pueblo. El bloque
político forjó un Estado nacional de carácter benefactor y consolidó una
infraestructura económica, tecnológica e industrial sumamente avanzada.
Después
de culminada la Segunda Guerra, los EUA y un grupo reducido de naciones se repartieron
el conjunto de países y de riquezas del planeta. En ese esquema geopolítico, el
peronismo y el conjunto de nacionalismos sudamericanos eran conceptuados como un
mal ejemplo que había que erradicar. Desde el año 1976 en adelante, los
gobiernos de diversa índole partidaria —siempre con la misma ideología—, se
dedicaron a destruir la Comunidad
Organizada. La tarea de demolición económica, institucional y cultural de
la Argentina Justicialista formó parte de las directrices del centro de poder
anglosajón. Luego de producida la caída del Muro de Berlín, el proceso de
saqueo mundial del centro anglosajón contra la Periferia se profundizó con el
dominio unipolar norteamericano.
2-
El
drama político de la Argentina contemporánea
La
Argentina y Sudamérica están hoy atravesados por una crucial encrucijada
histórica. El pueblo y su dirigencia tienen que optar entre reconstruir y
potenciar la Comunidad Organizada en
una Nación y un continente libre; o adherir acríticamente al orden mundial del
capitalismo neoliberal anglosajón y a su programa de subdesarrollo estructural.
Tal
cual vamos a sostener en el presente texto, la segunda alternativa, si bien
puede ser rentable para un sector de la clase política, es sumamente
perjudicial para la economía, la cultura y para la vida de la gran masa del
pueblo.
El
capitalismo neoliberal anglosajón reposa sobre cuatro grandes principios
ideológicos:
-
la tecnología como fuente inagotable de
progreso.
-
el consumo como un medio de plenitud
humana.
-
el hedonismo y la libertad individual como
fin último de la acción personal.
-
El des-orden internacional y su racionalidad
científica.
En
este trabajo vamos a comentar críticamente los fundamentos del capitalismo
neoliberal anglosajón para desembocar en una conclusión sucinta acerca de la
vigencia y de la posible reactualización de los principios de la Comunidad Organizada.