Jorge Rachid, CABA, 22 de abril de 2019
Nadie imaginaba que una Dilma Rouseff en Brasil, apenas asumida
pudiese ser desplazada del gobierno en pocos meses por una operación del poder
real. Sin embargo había antecedentes inmediatos con Lugo en Paraguay, destituido en menos de 24 horas, Zelaya presidente de Honduras, sacado
en pijamas al exterior, golpes parlamentarios en Venezuela contra Chávez fallido, contra Evo en Oriente rico intentando escindirse, Correa en Ecuador asediado por la policía y Cristina en nuestro país, agraviada y denostada, acusada hasta del
asesinato del suicidado Nisman.
Sin embargo ven lejana la posibilidad,
que ante la crisis terminal que hoy padece la Argentina, los dueños del poder
dejen transcurrir, sin intentar como dijimos desde hace meses, desde un
Magnicidio hasta un golpe parlamentario, intentando postergar elecciones, hoy
por hoy perdidas, buscando variantes transicionales, para salir del laberinto.
Lo
que no tolera el poder real es la vuelta del peronismo, no quiere retroceder en
sus posiciones de privilegio y apuesta a lo que no pudo la actual
administración en su objetivo estratégico apuntado por la Embajada de EEUU: borrar del mapa a 70 años de historia,
destruir la conciencia colectiva del pueblo y arrasar los restos del estado
social solidario, inaugurado en los tiempos felices del peronismo. El Mercado,
brutal, salvaje, explotador, es el ordenador social de los tiempos autoritarios
actuales.
Pero el pueblo siempre vence en la
historia. No claudica en su lucha por aquellos valores intangibles para la
“inteligencia” del enemigo, como es la dignidad y la solidaridad, como ejes
esenciales de una comunidad organizada en base al “amor al prójimo”, que la
mayoría de los cristianos con poder ignora, cuestión que vio ese revolucionario
llamado Jesús, cuando dijo: “es más probable que un camello entre en el ojo de
una aguja, que un rico al reino de los cielos”.
Entonces es hora de llamar a la responsabilidad a los dirigentes del campo
nacional y popular, de apretar los dientes, enojarse, combatir con amor y
con pasión por la Patria que está en peligro. No habrá elecciones con un pueblo
pasivo y una dirigencia anestesiada, habrá manipulación, fraude, tráfico
ideológico, pero no expresión popular legítima del conjunto del pueblo
argentino. El poder real no se rinde, EEUU no invirtió miles de millones de
dólares, para abandonar posiciones logradas, las oligarquías locales cipayas y
los gobernantes títeres, sólo harán lo que les ordenen.
Nosotros procederemos a lo que siempre
hicimos: calle, movilización, lucha, compromiso, alertas y vigilantes,
militando en los lugares hostiles, convenciendo a los indiferentes, empujando a
los escépticos, apuntalando nuestras organizaciones libres del pueblo, desde el
movimiento obrero organizado a los movimientos sociales, las agrupaciones políticas,
las organizaciones territoriales, todos juntos impidiendo las maniobras
distorsivas, que el enemigo sigue intentando, en su afán de arrebatar la
voluntad popular.