Cacho de Balvanera, octubre 2017
La sucesión presidencial
La muerte de Néstor Kirchner obligó al Frente Para la
Victoria a revisar la estrategia de sucesión presidencial. En el año 2011
Cristina Fernández (CFK) comenzó su segundo y último mandato e inició una
acción orientada a volver al poder en el año 2019.
Con vista a este retorno, había que debilitar a los
posibles adversarios políticos en el interregno 2015 y 2019. La ex mandataria
conceptualizó que era fundamental cercenar el Partido Justicialista (PJ) e
impedir su potencial unidad con la CGT y con el Frente Renovador (FR). El principal aliado de CFK sería la crisis
económica y las políticas de ajuste económico y social de Mauricio Macri.
Desde el año 2011 en adelante, el FPV no jugó a triunfar
“caiga quien caiga, cueste lo que cueste”, sino que priorizó la estrategia de
instalar a los dirigentes cercanos a CFK y a debilitar a los posibles
sucesores. La campaña electoral de 2015 estuvo atravesada por un dilema que
terminó en derrota del FPV: ¿es más peligroso Scioli y el peronismo en el
poder, que la centro derecha de Macri y CAMBIEMOS?. Ante la duda, no se elaboró
una estrategia consistente de campaña. No se organizó una fórmula electoral que
contribuyera a ganar la elección. En su lugar, se trató de “controlar” a Scioli
con Zanini de vicepresidente y con Sabatella en la provincia de Buenos Aires.
¿Vallejos ya ganó?
Nadie supo bien cuál era la justificación de la inclusión
de Fernanda Vallejos en la lista de diputados de las PASO. Quedó un poco más
claro cuando llegaron los resultados electorales que la dejaron atrás de CFK y
de Ocaña. Su función primordial no era sumar para ganar, sino que tenía que
obtener menos votos que CFK. El magro atractivo electoral de Vallejos garantizó
la derrota del del Partido Justicialista (PJ) de Espinoza, de la Corriente Federal
(CGT) y de la CTA. Vallejos no sumó votos, sino que los restó y con ello quedó
claro que la única ganadora es CFK.
En términos de construcción personal, la estrategia de
CFK es exitosa y la ex Presidenta es el centro de la campaña electoral
opositora. Lo que no garantizaría esta táctica, es el triunfo del peronismo
frente a CAMBIEMOS. Con esta estrategia se perpetúa la división de la oposición
y Vidal y Macri se reelegirían sin muchos sobresaltos en el 2019.
Se impusieron Duran Barba y los CEOS
La comunicación de la oposición se pareció mucho a la de
CAMBIEMOS. La Unidad Ciudadana (UC) construyó un esquema de individualismo
socialdemócrata sin ideología, sin referencias a dirigentes políticos y sin
historia. Luego del magro resultado de las PASO, la UC tendió a reivindicar
aspectos del imaginario peronista, principalmente, con el objetivo de restarle
votos a CUMPLIR. La categoría ciudadano, vino a remplazar el concepto de clase
y de pueblo (poli-clasismo) propias del peronismo. Parte de la estrategia, fue
la de quitar de escena a los dirigentes, para remplazarlos por la enunciación
de los problemas del “ciudadano de a pie”, que no representa colectivos, sino
que meramente sufre. La UC le quitó la historicidad a la política y
desaparecieron las tradicionales siglas FPV y salieron de la escena las
agrupaciones protagonistas del proceso político de 2003 al 2015.
Paradójicamente, CFK sostiene que su gobierno fue de reparación nacional y
social, pero oculta su identidad y hasta les renueva las siglas partidarias.
Los marcos del debate político de todas las fuerzas,
están cada día más orientados a dar señales de estabilidad y de continuidad al
poder económico. Las campañas del oficialismo y de la oposición comunican que
gobernar es gestionar y ya no se trataría nunca de enfrentar intereses en
pugna. La Unidad Porteña propone elegir entre “vino y birra” y entre “Messi o
Maradona” y se puede optar entre trabajo y derechos. Martin Lousteau promete
una “Evolución”. Lo que nadie dice es cómo se van a financiar las fiestas
musicales, deportivas, el avance darwinista del país o los derechos sociales.
Como postula el spot de Unidad Porteña, “nunca la opción fue tan clara” ya que
los mensajes de campaña son todos iguales: nadie saca los pies del plato de los
marcos del decir político de Duran Barba.
La razón se quedó fuera de la campaña y en su lugar se
aplicó la apotema del asesor ecuatoriano: la imagen y la emoción lo son todo.
La estrategia de tierra arrasada
En el país están debilitados los Partidos Políticos y en el
año 2001 la crisis de la dirigencia tocó fondo. Néstor Kirchner reconstruyó -en
parte- la legitimidad del sistema. En paralelo a que rehízo el marco del
accionar de los Partidos, fue muy hábil en dividir y en debilitar adversarios y
organizaciones. Por ejemplo, desde el año 2003 en Santa Cruz se viene
impidiendo la normal y necesaria sucesión política y fueron limitados Acevedo y
Peralta y el peronismo de la provincia se volvió crónicamente inestable. En un
contexto de bajos del precio del petróleo y con un Gobierno Nacional adverso,
Alicia Kirchner lo está padeciendo al punto de que no puede garantizar
servicios básicos de salud y de educación pública.
CFK apostó a organizar tropa propia y desestimó y no
consideró como interlocutores legítimos a las organizaciones sindicales,
sociales y políticas a las que intentó subsumir. Sumó a la formula a Taiana,
debilitando al Movimiento Evita y bloqueando el potencial frente electoral de
la clase media alta con la CTEP y las organizaciones sociales. Incluyó en la lista
a Espinoza, dejando fuera al Partido Justicialista que quedó dividido con
CUMPLIR. Integró a un sector minoritario del sindicalismo, exacerbando las
internas con el resto mayoritario de la CGT que no puede unificarse. Frenó el
proceso de recomposición del PJ y la alianza con el Frente Renovador y con la
CGT que se venía gestando.
Es evidente, que Macri y CFK tienen muchas diferencias
ideológicas y de trayectorias personales. En un tema comparten puntos de vista:
su animadversión a la CGT del Triunvirato. Como resultado de esto, las ramas
política y sindical caminan separadas. Esta debilidad favorece el objetivo de
CAMBIEMOS de destruir los derechos laborales, siguiendo el modelo de Michel
Temer de Brasil.
Fue brillante estrategia de tierra arrasada y le permitió
al anterior oficialismo gobernar 12 años y no dejar sucesor alguno: ese lugar
vacío es para CFK. El problema más serio a la estrategia de dividir para
reinar, fue el flaco resultado electoral en las PASO de la ex Presidenta, que
dificultaría su represo al poder en 2019.
El pueblo espera desanimado
Nadie saca los pies del plato del sistema y los Partidos
ofrecen variantes similares dentro del modelo de la Ceo-cracia. La carencia
total de propuestas desmotiva a la militancia y el pueblo ve con indiferencia
el proceso electoral.
La pregunta clave que debería hacerse la dirigencia
opositora, es cómo van a hacer para gobernar garantizando altas rentabilidades
al capital y distribuyendo la riqueza (esquema 2003-15) en un marco de precios
bajos de las exportaciones argentinas y con Brasil en recesión. El contexto es
el de un país con el 35% de los argentinos que no tiene trabajo formal y que no
usufructúa derechos básicos al empleo estable, la salud de calidad y el
consumo.
En Capital Federal, el debate entre “birra y vino” y la
Evolución de Martín Lousteau, no parecen estar muy bien enfocados.
Empate catastrófico
Para ordenar la oposición peronista, CFK debería ganarle
holgadamente a Bullrich, cosa que no ocurrió en las PASO. El empate técnico con
CAMBIEMOS le garantizó a la UC obtener más votos que el Frente Renovador y que
CUMPLIR, pero no permitirían ganar la gobernación y menos la Presidencia en el
año 2019.
Actualmente, CFK no le permite a la oposición recuperar
el poder, pero te hacer perder elecciones. En provincia de Buenos Aires Primero
País y CUMPLIR no tienen los votos necesarios para ofrecerse como una
alternativa ganadora. ¿Solamente la unidad permitiría recuperar el gobierno?.
El resultado electoral actual es óptimo para CAMBIEMOS y
los CEOS, ya que se perpetúa la división de la oposición, las ramas políticas y
sindicales están divididas, nadie ordena el peronismo y se garantiza el
gobierno sin sobresaltos del capital financiero trasnacional.