Pasajes de la entrevista a Jorge Alemán efectuada
por EL COHETE A LA LUNA
Venimos
de una nota que no fue sobre tu último libro (Capitalismo, emancipación o
crimen perfecto) que ya presentaste en España y la Argentina. A un año de su
publicación tendría más sentido preguntarte cuáles son los conceptos e
hipótesis del libro que creés más vigentes, más operativos, considerando la
dinámica del capitalismo que ha generado –siempre adentro, nunca afuera de sí—
gobiernos de orden y todo tipo: fascistas, moderadamente progresistas, incluso
dictaduras encubiertas. Porque pasaron cosas, ¿la emergencia del Frente de
Todos es un testimonio de un crimen imperfecto?
JA: Fue escrito teniendo en cuenta que
podían pasar cosas así, porque yo no doy por establecido que hay crimen
perfecto. Intenté glosar de manera contemporánea la célebre frase de Marx del
Manifiesto Comunista: “Todo lo sólido se desvanecerá en el aire y se
desvanecerá en las aguas heladas del cálculo egoísta”. Le sumé a eso un
análisis del dispositivo contemporáneo que interviene en la reproducción del
capital, en la medida en que el capital interviene de un modo más pregnante en
la construcción de las vidas humanas construyendo subjetividades, erosionando
los lazos sociales. Las experiencias que se dan por estos días, como la del Frente de Todos, ocurren al interior del
capitalismo, no asistimos a ninguna manifestación operativa exterior, sigue
sin haber una exterioridad fundante de un espacio ni tan distinto ni tan
disruptivo. Este es el problema actual de las izquierdas, los movimientos
nacionales y populares o los proyectos transformadores: juegan en un escenario
donde no existe –ni siquiera como proyección histórica— un después del
capitalismo.
Álvaro
García Linera se atrevió a hablar no hace mucho de un posneoliberalismo en
América Latina. ¿Ni poscapitalismo ni posneoliberalismo?
JA: Ninguna de las dos cosas. Hay dos conceptos del neoliberalismo; uno
meramente descriptivo, que lo califica como un capitalismo en modo salvaje, sin
regla y que rompe todo vínculo con la producción. Pero considerando más bien el
otro podemos decir que el neoliberalismo es el nuevo modo de acumulación del
capital y que registra diferentes modos de crueldad o salvajismo. Y no estamos
afuera de eso.
Para
peor también es un proyecto cultural que ha echado raíces más allá de la
finitud de algún que otro gobierno, como el de Macri.
JA: Podríamos decir que el
neoliberalismo que aquí encarnó Macri es sistémico y desencadenado desde y por
Europa, que conjuga una cierta lógica de Estado-Nación, con algunas notas de
Estado de Bienestar en algunos países de Europa central y con las
correspondientes cuotas de racismo y xenofobia. Por eso lo descriptivo no nos
dice mucho, el neoliberalismo sería un capitalismo no industrial que por
supuesto ya no es fordista. Un
capitalismo financierizado, del Big Data, de las operaciones económicas
internacionales, donde la producción es un aspecto más pero para nada
central. Y aquí viene una definición más: yo creo que este partido en nuestro país lo jugamos al interior del
capitalismo y también al interior del neoliberalismo.
JA: Estás llegando a un punto
importantísimo con esto, yo soy muy radical con mi descripción del capitalismo,
soy un populista pesimista si quieren, pero el mismísimo Marx hacía eso y yo me
inscribo en esa tradición que piensa en la enorme
potencialidad que tiene el capitalismo para rehacerse todo el tiempo; sin
embargo volvamos por el sendero del optimismo de la voluntad y por eso mismo
creo que no estamos ante la última palabra de la sociedad ni del ser humano y
que hay posibilidades en aquellos países que –por su legado político y sus
herencias simbólicas— pueden soportar ese avasallamiento y, como diría
Benjamin, ponerle ciertos frenos de mano al capitalismo que no están en la
lógica de la ruptura revolucionaria ni tienen los efectos de novedad y corte que
algunos teóricos y militantes en su momento pensaron. Ahí me atengo al texto de
Lenin: “El izquierdismo es una
enfermedad infantil del comunismo”. No entiendo cómo caracterizan nuestro
antagonismo aquellos que creen que se puede decir por televisión que se van a
expropiar las multinacionales, que se puede proclamar el no pago de la deuda o
hacer una reforma agraria radical, porque precisamente este es un momento de
extraordinaria potencia del capitalismo. Es muy importante evaluar las
coyunturas. Todo lo que no considere las
correlaciones de fuerzas actuales no es nada más que construir un lugar
interesante para regodeo del izquierdismo del que hablo. Hay gente a la que
le gusta construir una imagen muy radical de sí misma y se desentiende de todo
afuera, de todo mundo. Yo soy materialista en ese aspecto y evalúo
permanentemente coyuntura y correlación de fuerzas para no ir hacia una lógica
sacrificial que ya hemos conocido en nuestro país. Desde este lugar he
discutido con algunos impacientes que me señalan
esta aparente contradicción, caracterizar terriblemente al capitalismo y ser
demasiado benévolo con los procesos transformadores como Podemos o el Frente de
Todos, pero precisamente porque estudié muchísimo esa potencialidad es que
le doy importancia a los pequeños espacios alternativos que se pueden dar. Y
sobre todo porque venimos de una devastación económica y cultural de largo
alcance como la de nuestro país.
No
todos entendieron que tu debate reciente con Daniel Tognetti era eminentemente
generacional, porque vos venís de la tragedia de los ’70 y Tognetti apenas de la decepción de 2015.
JA: Yo llevo 44 años viviendo en Europa
y veo que avanza de manera imparable la ultraderecha; y veo también el panorama
latinoamericano tal como se está configurando. Pero quisiera apuntar algo sobre
esa conversación con Tognetti, a quien aprecio mucho. Yo firmé en España por la
libertad de los presos políticos catalanes, pero no se me ocurriría enfrentarme
al gobierno actual porque no los libera. Creo que hay que soportar ciertas
tensiones internas. A esta altura de mi vida no planeo construir mi identidad
como algo homogéneo y perfecto, de total simbiosis entre mi identidad política
y el tiempo histórico en la que esta identidad se pone en juego. ¡Por supuesto que considero que hay presos
políticos en la Argentina! Pero esto no quiere decir que me sienta autorizado a
pedirle ya al gobierno que encabeza Alberto que los libere; hay
correlaciones de fuerzas internas e internacionales con respecto a estos puntos
que hay que considerar, porque sino la dimensión de lo político desaparece. Las
coyunturas tienen ciertas restricciones y nosotros se supone que hacemos
política, que volvimos en nombre de la política, sino estamos en el cielo platónico
de las ideas.
Hay
sectores o referentes pidiendo una reforma agraria que suba la apuesta o
estatizaciones de empresas claves, emblemáticas.
JA: Esas aspiraciones legítimas
implicarían grandes movilizaciones populares como primera condición, hay que
encarnarlas y articularlas en demandas populares.
JA: Solamente te voy a mencionar un
punto que habría que desarrollar mucho: que
lo verdaderamente sólido y estable es el antiperonismo. En cambio al peronismo
hay que volverlo a constituir a cada rato, a reconciliar sus fracturas
internas si entendemos por peronismo un movimiento nacional y popular
transformador, no la apariencia de eso. Mal que les pese a muchos analistas
políticos, la constante no es el peronismo, es el antiperonismo como lo
verdaderamente permanente en la Argentina. La permanencia que tiene esa
condición reaccionaria que conjuga también el fascismo de las ultraderechas
europeas no se agota en su condición antiperonista meramente, está mutando
hacia algo más universal y negativo.
Pero acordamos en que no crecen, que tienen el
mismo volumen electoral al menos en en los últimos 70 años.
JA: Es cierto eso y además no encuentran
un líder de la potencia de los europeos, por suerte.
Macri
pasó, tal vez Bolsonaro también, pero ¿qué líder actual europeo nos metería en
problemas si apareciese alguien parecido en América Latina?
JA: Hay varios, y creciendo. Que están
quitandoles las bases a partidos comunistas históricos. Marine Le Pen, Matteo
Salvini o Santiago Abascal, de Vox. Acá serían líderes de una tragedia porque
están desinhibidos, agresivos sin ningún límite, no necesitan fundamentar nada
y explotan una pulsión que garpa en todo
el mundo, que es el odio. Mientras las otras pulsiones necesitan rodeos,
estos van directo al grano y trabajan sobre cosas espantosas, como el valor
absoluto del lugar donde naciste. Si naciste en un país pobre o
subdesarrollado, estás marcado como inferior para toda tu vida. Ahí es donde se
me ocurre pensar que Patricia Bullrich podría capitalizar eso para fortalecer
su propia proyección.
Lo
del alma bella que señala con dedo impiadoso las contradicciones de los
populismos es algo que estaba tradicionalmente confinado a las izquierdas
troskystas…
JA: Yo tenía ubicada a la izquierda
clásica, a la derecha peronista y ahora hay una sensibilidad kirchnerista
insatisfecha. (Risas muy moderadas.)
Hablando
de esto, sé que cada vez que venís te ves con Cristina y debaten o charlan
sobre algunos asuntos. ¿Cómo la ves en este rol que ha decidido jugar y que a
los insatisfechos les parece tácticamente secundario? ¿Qué piensa ella y qué
cosas le están preocupando?
JA: Cristina ha sabido comprender la
enorme complejidad de la coyuntura y ocupa estratégicamente bien su lugar. Le
preocupa precisamente lo que hablábamos antes: cómo seguir manteniendo una
tensión política que no sea destructiva, entiende perfectamente la lógica que
está en juego y se cuida bien de no ser un factor de ruptura.
Los
que no van a gobernar nunca pueden decir cualquier cosa
JA: He tenido las suficientes
conversaciones con él como para entender que –dadas las enormes dificultades
heredadas y los poderes que están en juego internacionalmente— tiene una gran fortaleza de carácter y muy claro
lo que hay que hacer. Los que no van a gobernar nunca pueden decir cualquier
cosa, pero él está ahora mismo en ese lugar y sabe perfectamente a qué se
enfrenta. Alberto es el Presidente de un
estado capturado económicamente a través de la deuda.
Vos
llegaste a decir en estos días que el daño que hizo Cambiemos puede llegar a
ser irreversible, es muy fuerte eso.
JA: No quise decir que todo está perdido
ni que había que dejar de militar o trabajar, pero hay condicionamientos
terribles y habría que tomar debida nota de esto. Yo provengo del ’76, de ese
matadero histórico, y el siglo XX nos demuestra que nada es irreversible y que
cuando no se revierten siempre puede ser peor. Tuve un botón de muestra en una
conmovedora conversación con Evo sobre
la situación de Bolivia, alguien que ha hecho cosas importantísimas y aquí
lo tenemos tomando el subte.
JA: ¿Pero por qué habría de llegar a
eso? A partir del ’76 todo latinoamericano que se embarque en un proceso transformador tiene la obligación
de preguntarse y contestarse primero: “¿Quién pone los muertos?” Se lo dije
un día a Badiou cuando me habló de su hipótesis comunista.
JA: Tampoco. Encuentro, 678, Paka Paka y
lo que quieras, la derecha no necesita argumentar ni explicar nada y puede
decir cualquier cosa. Vos no podés entrar en esa ética, vos tenés que hacer
todo lo contrario, no faltar a la verdad y encima dar cuenta de la estructura. Es muy difícil desde la izquierda ser
exitoso mediáticamente.
Pero
sin “fierros” es peor.
JA: Entonces habrá que agarrar la TV
Pública y las muchas emisoras de Radio Nacional y hacer algo más interesante y
apoyar emprendimientos como El Cohete a La Luna para que tengan más proyección.
El Cohete hace el ejercicio que te decía y le preocupa a Cristina: tensionar
por izquierda pero de la buena manera y con responsabilidad. Debe estar pasando
algo en el mundo para que todo el tiempo Bernie Sanders en EE.UU. diga: “No
tenemos comunicación y somos un desastre”. Al margen de lo que vos definís como
fierros, la lógica argumental de la izquierda
está pasando por un muy mal momento, porque tiene que disputar sentido común
con una derecha sin inhibiciones, sin moderación ideológica, arrasadora. No
es suficiente con los fierros mediáticos, hay que pensar cuidadosamente qué
hacés cuando los tengas. No se tuvo claro en los gobiernos kirchneristas y
sigue siendo un tema pendiente.
JA: .... El capitalismo ya no es profundamente injusto por la extracción de la
plusvalía de la fuerza de trabajo que se vuelve una mercancía, hoy ya ni
siquiera el trabajo es central ni suficiente, el capitalismo hace plata con
plata y la renta básica es la única posibilidad de igualación y subsistencia.
El último libro de Thomas Piketty (Capital e Ideología) la propone directamente
como una de las primeras condiciones, cobrándole impuestos a las rentas de las
grandes fortunas y no hablamos de nadie que provenga de ningún marxismo. Habrá
que revisar números y correlaciones de fuerzas, pero sin una medida como esa el
futuro del capitalismo es insustentable, impensable.
¿No
hay populismos de derecha pero feminismos de derecha sí?
JA: Sí, a menos que entráramos en un
debate para decir que una feminista de verdad no podría responsabilizar a Evo
del golpe en Bolivia.
Aquí
tenemos a Silvia Lospennato, a quien nadie osaría expulsar del feminismo y fue
estruendosamente aplaudida durante la media sanción de la derogación de la
clandestinidad del aborto, pero una semana después no tuvo empacho en votar la
espantosa reforma previsional del macrismo.
JA: En Europa hay gays y
lesbianas feministas en partidos de derecha, que no perciben contrasentido
alguno entre sus opciones sexuales y bancar la explotación de los trabajadores.
Yo creo en feminismos como el de Rosa Luxemburgo, es decir los que apoyan y dan
todo por proyectos transformadores, pero puedo hacerlo aún más complejo pues
soy lacaniano y pienso que seas trans, queer, te operes o lo que quieras, nadie
te cura de la división del sujeto, de qué es lo que vas a hacer con el amor,
con el deseo y con el goce.