Julio de 2020
Los cuatro Principios de construcción de un Pueblo, incluidos en la Exhortación Evangélica “Evangelii Gaudium”, del Papa Francisco, guardan correlación de pensamiento y propuesta concreta de acción con los principios de Conducción Política y el sostén filosófico de la Comunidad Organizada de Juan Perón. No es casual el hecho pero sí determinante para situar al hombre y la mujer de estos tiempos ante desafíos que, 70 años atrás, el General los abordaba desde su particular visión de Estadista, militar y Conductor de pueblos libres.
222. Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud
provoca la
voluntad de poseerlo
todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El
«tiempo», ampliamente
considerado, hace referencia a la plenitud como expresión
del horizonte que se
nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en
un espacio acotado.
(Francisco)
Los tres factores que se conjugan en la Conducción
político/militar para una
planificación tanto estratégica como táctico/operativa, son precisamente el
Tiempo, el Espacio y la Fuerza. Elementos que la Conducción debe ponderar y
definir previo a la toma de decisiones. En la concepción peronista el tiempo es
el factor estratégico por excelencia (la “plenitud”) que debe contener y
comprender a los espacios (el “límite) donde librar las batallas, y a la fuerza
con que se debe contar para el logro de los objetivos propuestos. Es en este
contexto que el General desarrolla luego el “Principio de economía de fuerzas”.
Por extensión podríamos decir que aquella apreciación de que “…los
Pueblos son como el agua, al final siempre pasan…”, nos hace reflexionar que el
Tiempo, ampliamente considerado, es siempre el de los Pueblos, pese a que los
diques de contención de los Espacios del poder oligárquico intenten detenerlo,
condicionarlo o sojuzgarlo.
226. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si
quedamos atrapados en
él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la
realidad misma queda
fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura
conflictiva, perdemos
el sentido de la unidad profunda de la realidad. (Francisco)
Acerca de la importancia estratégica que para Juan Perón revestía el
valor de la Unidad, podríamos estar horas citando sus textos, sus palabras y
sus arengas en pos de la misma. De la Unidad de Doctrina que un Pueblo debe poseer para su realización en libertad, de la Unidad de destino
que debe construir en el camino hacia su liberación, o de la Común Unidad donde
se asientan los valores colectivos del nosotros en contraposición al
individualismo del yo, que pregonan los liberalismos conservadores o
“progresistas”.
Sin embargo, y atento a que es el Conflicto el escenario permanente en
el que intentan sumirnos las oligarquías dominantes para impedir la unidad de
los sectores populares, es preciso rescatar un concepto tanto político como
militar que hace a la Unidad herramienta fundamental para alcanzar la victoria:
la
dialéctica entre Unidad y División como dinámica permanente entre voluntades en
pugna.
Dicho de otro modo, siempre se constata que la Unidad del campo propio
es inversamente proporcional a la División del campo enemigo. O al revés, cosa
que nos ha venido pasando en los últimos decenios y poco hemos aprendido. La
Unidad que seamos capaces de forjar será el Conflicto que trasladaremos a las
filas del enemigo. No del adversario político sino del enemigo, entendiendo por
enemigo aquel que para vivir y realizarse requiere que nosotros no existamos.
235. El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de
ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por
cuestiones limitadas y particulares.
Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que
nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin
evadirse, sin desarraigos. Es
necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en
la historia del propio lugar, que es
un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo
cercano, pero con una perspectiva
más amplia. (Francisco)
La no comprensión política de esta verdad de Perogrullo, es lo que
dificulta a extremos a veces inconcebibles la Unidad que tanto se pregona. Perón
lo sintetizaba
en el orden de prioridades que todo peronista debía tener, respetar y poner en
práctica: “Primero la Patria, luego el Movimiento y por último los hombres…”
Es la misma relación que establece entre el yo y el nosotros en su
“Comunidad Organizada”. Tal que uno no excluye al otro sino que integra al yo
en la comprensión abarcativa del nosotros. En esto también subyace que es el
Todo lo que permite que la parte tenga sentido y razón de ser.
Este principio de los cuatro que enuncia Francisco es el que enfrenta
definitivamente al Poder global con la “construcción de un Pueblo”. Cuando el 1% más rico del mundo
tiene más del doble de la riqueza total conjunta del resto de la humanidad, es porque hay una Parte muy pequeña que se ha
apoderado injustamente de lo que le pertenece al Todo. Y esta no es sólo una
cuestión moral sino que describe la inexorable agonía de una Era civilizatoria,
y anuncia el despuntar de un Orden más justo, más humano.
231 LA REALIDAD ES MÁS IMPORTANTE QUE LA IDEA.
Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad
simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo
constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es
peligroso
vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. De ahí que
haya que
postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea. (Francisco)
Finalmente,
este cuarto principio para la construcción de un Pueblo, nos lleva a pensar en
la necesidad de ese diálogo constante entre idea y realidad para evitar que una se separe de la otra.
Cuestión que lleva a plantearnos el tema de los “ideologismos”
surgidos en estos tiempos de posmodernidad, como forma subalterna de reemplazar
a la Política, en tanto herramienta humana que media entre la realidad y
las ideas. Ideas con las que construyen los verdaderos factores del poder un
universo paralelo, cada vez más distante y enfrentado a la Realidad de los
Pueblos.
Esto lo resumía el General cuando apelaba
constantemente a recordarnos aquello de que “..la única Verdad es la Realidad..” porque la realidad, como afirma
Francisco, simplemente es y por lo tanto es la única verdad que podemos
afirmar. Así de sencillo, así de contundente.
Y precisamente, partiendo de la Realidad tal cual es,
aportaba el método por el cual el Conductor guiaba sus pasos cuando decía: “…Sensibilidad e
imaginación es base para ver, Ver base para apreciar, Apreciar base para
resolver, y Resolver base para Actuar…”.
Salvando las distancias de tiempo cronológico y
espacio geográfico en este presente que hoy los reúne, podemos decir que ambos,
Perón y Francisco, son hijos de una
misma pacha mama, Argentina, por lo tanto de un mismo acervo cultural
hispanoamericano que los distingue, y depositarios de una misma cosmovisión
humanista y cristiana que los sintetiza en una común unidad de pensamiento y
acción.
Los Argentinos podemos tener la suerte de
comprender el mensaje de Francisco desde el hilo conductor que lo enlaza con el
pensamiento del General, si es que somos capaces de encarnarlo y llevarlo a la
práctica cotidiana de nuestra militancia. Los Pueblos del mundo a quienes él
dirige su mensaje universal, tendrán otras formas de comprensión y asimilación
diferentes, en relación a sus historias, idiosincrasias y herencias culturales.
Pero lo que sí es seguro y de ello estamos
convencidos, es que el futuro en el cual buscábamos el reencuentro con el
General los que aún sentimos estar en deuda, ya ha comenzado de la forma más
impensada y de la mano de quien menos imaginábamos años atrás…
