Dr. César Augusto Lerena
Experto en Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Ctes) ex Profesor Universidad UNNE y FASTA, Ex Asesor en la H. Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación, autor de 26 libros (entre ellos “Atlántico Sur, Malvinas y Reforma Federal Pesquera” 2019 y, en prensa: “Argentina. La Casa Común. La Encíclica Laudato Si’ El Cuidado de la Casa Común. Comentada”, 2021).
Hacia fines de 2019 se realizaban en el Instituto Nacional de
Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) unas
Jornadas sobre «selectividad y reducción de pesca incidental»,
donde se escuchó decir que era «un escándalo que tiremos comida al
agua que nos deja mal parados ante el mundo». No era un representante
de una organización social o medioambiental o un militante opositor al
gobierno, era nada menos, que el propio Subsecretario de Pesca Juan
Bosch quien expresaba este horror, como si no fuera el principal
responsable de la depredación pesquera que ocurría en el mar argentino después
de varios años de una lamentable y deficiente tarea y, en un repudiable
sincericidio nos expresaba, que era un escándalo que
se descarten cientos de miles de toneladas de proteínas al mar, que podrían
alimentar a tres millones de niños y adolescentes diarios y que,
desvergonzadamente, admitía, en su doble condición de subsecretario del área y
presidente del Consejo Federal Pesquero. Pues bien, de ese Consejo del gobierno
saliente participaba -y levantaba la mano en signo de aprobación- el
actual subsecretario de Pesca Carlos Liberman y, a
poco menos de dos años de gestión todo se ha agravado; porque no solo se siguen
descartando proteínas al mar, vital elemento para la formación y desarrollo
intelectual de nuestros niños y jóvenes, sino que la pobreza y la indigencia
siguen aumentando en la Argentina.
Estos dos funcionarios de distintas corrientes políticas expresaron y expresan
una sola política: la de la ineptitud y la irresponsabilidad en el cumplimiento
de sus obligaciones públicas y, mientras los trabajadores, empresarios,
profesionales e investigadores del sector se esfuerzan, con virtudes y defectos
en producir más y mejor desarrollando los pueblos donde se radican, estos
burócratas son el ejemplo que aprovechan los prebendarios para denostar al
Estado, calificándolo de ineficiente, incapaz y, hasta corrupto, para hacerse,
vía concesión o privatización de los recursos, privándole a éste de los medios
para sostener los servicios básicos a la población.
El ex representante de Santa Cruz y hoy subsecretario Carlos Damián
Liberman, que como consejero votó reiteradamente, decisiones que
perjudicaron el interés pesquero en general y muy especialmente a los de su
Provincia, como surge de las Actas del CFP y, responsable del escaso desarrollo
pesquero de esa Provincia en los últimos quince años, sino no fuese por la
presencia del imprevisible langostino -cuyos derechos originarios ni siquiera
supo defender- mantiene el modelo (¿?) de gestión iniciado en el proceso
militar y reafirmado durante el gobierno de Menem. El de la concentración
pesquera; la exportación sin valor agregado y la importación de buques; la
ausencia de consumo interno y el desempleo y trabajo precarizado. Si este
funcionario fuese peronista, diría Evita: «los peronistas tibios, me dan
asco». Y habrá otra cantidad importante de argentinos que no son
peronistas, y puede no importantes este calificativo, pero no están en el
gobierno.
Ya es bastante absurdo que éste y los anteriores gobiernos mantengan con rango
de subsecretaría un área que tiene bajo su responsabilidad administrar
(investigar, conservar y distribuir) los
recursos pesqueros; ser palanca de desarrollo poblacional e industrial del
estratégico litoral marino; está relacionado con la industria naval y la
ocupación marítima; su control y defensa y, en un espacio, que está ocupado en
un 52% por una potencia extranjera y, que se sostiene, con la sustracción de
250.000 toneladas anuales de recursos migratorios argentinos, además de las
capturas igualmente ilegales que realizan buques españoles, chinos,
coreanos y taiwaneses con subsidios que facilitan la pesca a distancia. Un
Estado ribereño (Argentina) que tiene un PBI marítimo desaprovechado; un sector
que exporta el 50% de los recursos que le roban; que pese a tener una Zona
Común de Pesca con Uruguay en los puertos de este país hacen su logística los buques extranjeros que
pescan ilegalmente en el Atlántico Sur y Malvinas. Pero, si algo falta,
¿qué hace la subsecretaría de pesca en el Ministerio de los granos y la carne?
En lugar del de la Producción o Industria o en un Ministerio del Mar, como
Francia, que con el 10% de Zona Económica Exclusiva Continental Argentina
entiende la importancia del mar y sus recursos. La Pesca no solo es una
cuestión productiva, de desarrollo, alimentario y sanitario, es geopolítica y
de soberanía nacional. Claro, con funcionarios mediocres, con escritorios y la
bandera a sus espaldas, es poco probable que se entienda.
Transcribo dos mensajes inaugurales de dos presidentes en el Congreso de la
Nación, que podríamos tener en cuenta a la hora de valorar las capacidades
puestas por los citados subsecretarios Bosh y Liberman por igual:
«Para que haya en realidad pobreza cero necesitamos generar trabajo, ampliar
la economía, aprovechar los enormes recursos naturales y humanos que tiene la
Argentina. Vamos a cuidar los trabajos que hoy existen, pero sobre todo a
producir una transformación para que se multipliquen las fuentes de trabajo
porque esa es la única forma de que haya prosperidad donde hoy hay una pobreza
inaceptable. Los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos y
es inaceptable que un funcionario se apropie de ellos en beneficio propio».
«Adoptar las medidas más urgentes que nos permiten hoy compartir con ustedes
la agenda de futuro que tenemos que desarrollar, como comunidad fraterna y
solidaria que somos, para construir la transformación que nos proponemos (…) Al
mismo tiempo, estamos dejando atrás una política económica centrada en la
especulación para volver a poner el foco en el trabajo y la producción. Estamos
generando condiciones macroeconómicas sostenibles y acompañamos a los
productores en sus proyectos y esfuerzos. La política productiva debe
tener una fuerte orientación a impulsar las exportaciones. Tenemos que salir
del extractivismo y generar una industrialización de base nacional, PyME y
tecnológica, que permita desarrollar una cadena de proveedores en torno a los
recursos naturales y otras actividades».
El Primero, el 1 de marzo de 2016 fue pronunciado por Mauricio Macri y, el
segundo, el 1 de marzo de 2020 por Alberto Fernández. Aunque opositores, el
mensaje parece similar. Me inclino a pensar que los ineptos (véase significado)
de Bosch y Liberman por igual, no han cumplido con el mandato presidencial ante
los representantes del pueblo argentino.
A nuestro entender, ambos funcionarios, han sido igualmente incapaces de:
Asuntos Nacionales
1) No se eliminó o
redujo el descarte y la pesca incidental impidiendo la generación de
nuevas fuentes de trabajo y contribuir a reducir el hambre cubriendo las
necesidades proteicas diarias de tres millones de niños y adolescentes diarios
todo el año, con motivo del desembarco, proceso industrial y aprovechamiento de
las 300 mil toneladas que se descartan por año, ajustándose a las exigencias de
descarte cero que la Unión Europea aplica desde 2014 y la Ley 24.922 exige
desde 1998. Se suspendió la utilización de artes de pesca selectivas para
facilitar el escape de juveniles, etc.
2) No se evitó la
sustitución de las especies desembarcadas, favoreciendo la distorsión de
las cuotas asignadas a las empresas y provocando depredación e inequidad en la
distribución de las cuotas.
3) Como consecuencia de los descartes, depredación y
sustitución no se garantizó la sostenibilidad y sustentabilidad del mar
argentino para las actividades actuales y las generaciones venideras.
4) No se eliminó el trabajo en negro en la
actividad industrial por la falta de utilización de sistemas que
obliguen a la registración del trabajo.
5) No se aplicó un modelo de administración
industrial del recurso para asegurar el trabajo, con motivo -entre
otros- del modelo extractivo y la transferencia del esfuerzo pesquero a la
captura del langostino y su transformación en terceros países, muchos de ellos
consumidores directos.
6) No se aumentó el valor agregado de las
exportaciones, ni se evitó la cesión del empleo de mano de obra
argentina en el procesamiento del langostino, derivando estos a terceros países
consumidores finales o a los que transforman los recursos para éstos. El 65% de
las exportaciones son commodities o de bajísimo valor agregado. Se mantiene el
mismo modelo extractivo probadamente generador de menor mano de obra e
industrialización nacional y de transferencia del trabajo a los importadores.
7) No se efectuó un control adecuado de las cuotas y se
admitió la venta entre privados de las habilitaciones concesionadas por el
Estado, quién se limitó al mero registro. Se aumentó del esfuerzo
pesquero con motivo de las reformulaciones de permisos de pesca desde
embarcaciones de baja capacidad y bodega a buques de mayor eslora y capacidad
pesquera.
8) No se aumentó el consumo nacional de pescado y
por tanto no se mejoró la dieta de los argentinos, la que está
entre los más bajos del mundo (6,5 kg per cápita/año) cuando el promedio
mundial es del orden de los 20kg. Es decir que los argentinos, consumen menos
que los países pobres y que los ricos, con efectos muy negativos, no solo por
el bajo valor agregado de las materias primas comercializadas, sino también,
porque se pierden de consumir un producto que, por su alta calidad proteica y
de sus grasas insaturadas, es solo comparable a la leche materna y, por lo
tanto, es un alimento insustituible en el desarrollo y mantenimiento de la
salud.
9) Se mantuvo la concentración y
extranjerización pesquera, concentrando las exportaciones en unos diez
grupos empresarios, que colocan en una situación de desarmonía al conjunto del
sector pesquero.
10) No se aseguró la diversidad de la explotación, el
que depende en gran medida de las exportaciones de langostino, un recurso
biológicamente imprevisible, que ante una eventual caída de precio o de la
captura llevaría al sector a una crisis sin precedentes.
11) No se implementó una política que asegure
a las pequeñas y medianas embarcaciones e industrias pesqueras una Unidad
Económica Pesquera que pueda garantizar su sustentabilidad económica y
social.
12) Cayeron las exportaciones y no se facilitó la exportación y el
comercio interno de las pequeñas y medianas empresas para mejorar su sustentabilidad económica y generar mayor valor agregado
y empleo y, el valor promedio de las exportaciones en 2020 del complejo
pesquero alcanzaron 1.730 millones de dólares (3,2% de las exportaciones
totales) y decrecieron 7,1% con respecto a 2019. Del total exportado,
crustáceos y moluscos participó con 74,5% (se destacaron los calamares
congelados y los camarones y langostinos, enteros y congelados); pescados
frescos y congelados participó con 24,0% (mayoritariamente merluza en filetes,
merluza negra congelada y merluza congelada); y harinas y conservas participó
con 1,6%. Y esto muestra la endeblez del sector dependiente en gran medida del
imprevisible recurso langostino.
13) Se mantiene una política sin federalizar la explotación de
los recursos originarios desindustrializando a las provincias del
litoral marítimo.
14) Se mantuvo la política de importación de
buques pesqueros, de investigación y transporte y se privatizó un recurso del
Estado Nacional o Provincial en su caso en evidente perjuicio de la
industria pública y privada argentina, con la consecuente pérdida de mano de
obra y sin la rápida y adecuada renovación de la flota obsoleta, cuyas
consecuencias trágicas son conocidas. Los españoles importan buques y llevan
materias primas ilegalmente del mar argentino. El mantenimiento del DNU 145 del
gobierno de Macri, permitió poner en garantía para la construcción de buques
los permisos y/o cuotas de pesca, cuyo titular es el Estado y, éstos meras
concesiones para habilitar a la pesca. No se ha promovido la acción de la
justicia penal.
15) No se actuó sobre las empresas que abandonaron los buques
pesqueros en los puertos dificultando la operatividad en los mismos,
tal es el grave caso del puerto de Mar del Plata.
16) No se intervino en la promoción de la construcción y/o
ampliación y/o mejora de los puertos para facilitar la operación de
los buques pesqueros.
17) Se mantuvo con escasa actividad los buques de investigación del
INIDEP a pesar de realizarse la construcción en el
extranjero de buques destinados a esta tarea. No se realizan investigaciones en
alta mar destinadas a demostrar la depredación que están realizando al
ecosistema los buques extranjeros que pescan ilegalmente ni a determinar el
origen de las especies migratorias que realizan su ciclo vital principal en la
Zona Económica Exclusiva Argentina.
18) No se intervino en la integración Paraná-Río de la Plata-Atlántico
Sur para mejorar la eficiencia e integración
territorial marina.
19) No se efectuó un seguimiento en forma
continua de todos los proyectos de inversión, radicación industrial,
agregado de valor y ocupación de mano de obra etc. a las empresas
concesionarias de cuotas y autorizaciones de captura.
20) Nada se ha hecho en materia de acuicultura a pesar de que en el
mundo de la producción total de pescados, moluscos y crustáceos alcanza a unos
167 millones de toneladas y que de éstas un 44% son de origen en acuicultura
(73,8 millones) en la Argentina la producción total anual llegó en 2019 a las
2.592 toneladas, es decir un 0,0039% a nivel mundial y un 0,0843% en
Latinoamérica. Si relacionamos los desembarques totales de capturas marítimas
en 2019 (781.327 toneladas) con la acuicultura en la Argentina esta representa
el 0,33% cuando debería representar el 44% mundial, es decir un volumen del
orden de las 343.784 toneladas, que permitirían duplicar el empleo pesquero, el
consumo y la exportación nacional.
21) No se tomaron las medidas adecuadas -entre otras considerar esenciales a
los trabajadores de la pesca- para evitar la contaminación por COVID-19, la
enfermedad y muerte. Amén de las graves dificultades operativas que la
enfermedad y ausentismo provoca en la actividad.
Asuntos Internacionales
22) No se llevó adelante ninguna política de
erradicación de la Pesca ilegal (INDNR), implementada por la Unión
Europea (Reglamento (CE) No 1005/2008 del Consejo del 29/09/2008) por el que se
estableció un sistema prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal, no
declarada y no reglamentada (PESCA INDNR). No se impidió la captura ni
se efectuaron los correspondientes acuerdos para evitar la pesca de más de 350
buques extranjeros ilegales en el mar argentino y adyacente que priva
a la Argentina de un millón de toneladas anuales de pescados y calamares por un
valor estimado de 4 mil millones de dólares anuales que duplican las
exportaciones de Argentina. No hubo sanciones a la pesca en Malvinas.
23) No se llevó adelante una política de explotación nacional
subsidiada de los recursos en la alta mar por parte de los buques argentinos destinada
a facilitar la pesca argentina en esa área para contrarrestar la presencia de
buques extranjeros en el mar argentino de Malvinas y la alta mar y, facilitar,
accesoriamente Acuerdos entre empresas o de Estado-Estado. Esto permitiría
duplicar la producción nacional y el empleo y ejercer mayor soberanía
territorial y biológica.
24) No se canceló la Comisión Conjunta de Pesca con el Reino Unido y
sólo se suspendieron las investigaciones conjuntas.
25) No se hizo valer en el concierto
internacional el ejercicio de los derechos soberanos de Argentina en su
carácter de carácter de país ribereño, ni se sancionó a todos los
buques extranjeros que con o sin licencia ilegal inglesa pescan los recursos
argentinos en el Atlántico Sur y Malvinas, violando las Leyes 24.922, la 26.386
y la 27.564, en un evidente incumplimiento de deberes de funcionario público y
un daño gravísimo al patrimonio nacional.
26) No se concretaron nuevos Acuerdos con
Uruguay que dificulten las operaciones ilegales de buques extranjeros
en el Atlántico Sur y posibiliten una integración rioplatense para defensa del
Atlántico Sur y, por el contrario, se ignoró la utilización de los puertos
uruguayos por parte de buques extranjeros ilegales.
27) No se promovió la derogación del Acuerdo de Madrid I y II; el
Pacto de Foradori-Duncan; el Acuerdos de Nueva York, del Atún y Rector de Puertos que
le han permitido al Reino Unido extraer de Malvinas desde 1989 a la fecha 32
mil millones de dólares de productos pesqueros de origen argentino debilitando
la posición argentina en el Atlántico Sur, Malvinas e impedir el desarrollo
estratégico de la Patagonia y especialmente la provincia de Tierra del Fuego, a
cuya jurisdicción pertenecen los archipiélagos, la Antártida y los mares
correspondientes. A la par, de facilitar la intervención de Estados de bandera
(extranjeros) en la administración de los recursos argentinos en el Atlántico
Sur y facilitar al Reino Unido el pretendido e ilegal rol de Estado ribereño,
absolutamente violario de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución
Nacional.
28) No se intervino ante la Organización
Mundial de Comercio (OMC) ni ante los países que subsidian la pesca a
distancia (China, España, Japón, Corea del Sur, Rusia, Estados Unidos,
Taiwán, Tailandia, Noruega) y, que en el caso específico de la pesca en
Malvinas reciben 100 millones de dólares anuales de subsidios.
29) No se opone a la iniciativa de declarar Área Marina Protegida al
denominado Agujero Azul, que debería limitarse a declarar monumento por ley
aparte la reducida área donde descansan los restos de los tripulantes del ARA
San Juan y no, restringir la pesca nacional en esa área, mientras que los
buques extranjeros no habrán de acatar dicha declaración, creando el gravísimo
precedente que seguramente habrá de darle pie al Reino Unido a iguales acciones
en perjuicio de la soberanía nacional argentina.
30) Se mantienen las Áreas Marinas Protegidas de Yaganes y Namuncurá en
lugar de aplicar los previstos de vedas, reservas, limitaciones, etc. de la Ley
24.922 en un evidente perjuicio a la pesca nacional y por el contrario
no ha promovido la instalación de Áreas Marinas Protegidas en los 1,6 millones
de km2 en los territorios marino alrededor de Malvinas,
Georgias del Sur y Sándwich del Sur mantiene ocupado el Reino Unido.
31) No se generó la necesaria confianza internacional en los organismos
nacionales de control y certificación para asegurar la colocación
certificada de los productos pesqueros argentinos en el mundo y equilibrar las
barreras para-arancelarias que organismos internacionales certificadores
ejercen sobre los productos nacionales y los sistemas de explotación. A punto
tal que estas empresas extranjeras certifiquen procesos y productos extraídos
en forma ilegal en las áreas bajo ocupación del Reino Unido.
En la numerología el 31, que son el número de observaciones que aquí se
realizan, simboliza la expresión creativa, sinceridad, confiabilidad,
pragmatismo, seguridad, etc. el problema es que a estos funcionarios les faltan
y no están presentes.
Los funcionarios públicos van a tener que empezar a rendir cuentas. No
sea, que tomemos como cierto los cuentos del pescador mentiroso o apelemos a la
multiplicación de los peces, para ser como tantas veces, campeones morales del
subdesarrollo.
La inacción muestra la incapacidad de la Subsecretaría de Pesca y del Consejo
Federal Pesquero y, el grave desorden de la administración de la pesquería que
deja de manifiesto este gobierno nacional, el anterior y el anterior, per
sécula seculorum.
Algunos funcionarios del sector pesquero, al solo efecto de posicionarse
en las propias internas de los partidos gobernantes de turno, suelen referirse
a que el sector tuvo un volumen mayor crecimiento que el agrícola, ganadero,
minero, etc. Ello, sería desconocer la política extractiva iniciada
en la década del 90 y es imposible que la pesca que es un recurso
renovable, pero agotable, pueda competir con la ganadería que
tiene, no solo un alto consumo interno (55kg per cápita/año) al que hay que
agregar, que las exportaciones argentinas de carne vacuna acumuladas de abril
de 2019 a marzo de 2020 alcanzaron a las 868 mil toneladas por un valor cercano
a 3.192 millones de dólares (IPCVA, abril 2020); por su parte, el 37,4% del
total de las exportaciones argentinas de 2019 se debió al complejo sojero,
maicero y triguero, materias primas que se exportaron por un monto de 24.310
millones de dólares, obviamente muy superior a los U$S 1.730 millones de
dólares de la pesca.
Estos números no desvalorizan la importancia del sector pesquero, pero,
referirse a que tenga el mayor crecimiento por sobre otros sectores muy
importantes no se ajusta a la realidad y desinforma a funcionarios y lectores
desprevenidos. La pesca no es inagotable y si bien puede lograrse un
crecimiento, no será posible hacerlo a través de incrementar las capturas en la
Zona Económica Exclusiva Argentina, sino mediante una mejor administración del
recurso; la eliminación de los descartes; el agregado de valor a las materias
primas y, sobre todo, acordar e ir a capturar más allá de las 200 millas.
Finalmente habría que agregar, que siendo en sus orígenes una actividad
100% nacional hoy siete de las diez primeras exportadoras pesqueras son
extrajeras; capitales chinos, americanos, españoles, etc. cuyas casas centrales
se hacen de las materias primas argentinas que compiten en el mercado
internacional con las empresas nacionales.
Todas tienen en común, que sufren altos impuestos internos; derechos a
las exportaciones; falta de financiación a tasas adecuadas para la renovación
de la flota en el país; moras en la reposición de reintegros e IVA; altos
impuestos al combustible, etc. Y es verdad también, que las empresas
exportadoras pesqueras están certificadas en su calidad y sanidad por los
organismos técnicos competentes más exigentes del mundo (FDA, Comisión
Veterinaria UE, etc.) y aplican Planes HACCP de autocontrol de seguridad
alimentaria desde hace más de 20 años.
Accesoriamente y como muy importante es que la Pesca es una herramienta
estratégica para encaminarnos a la recuperación de Malvinas y esto no parecen
entenderlo ni el Subsecretario de Pesca Carlos Liberman ni el secretario de
Malvinas Daniel Filmus. Ellos también siguen consumiendo no más de 6,5 kg per
cápita de pescados por año y con este simple dado es muy poco probable
revalorizar el mar y los espacios insulares argentinos.
Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos
económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizada su feracidad y
holgando su industria (Manuel Belgrano).