FUNDADORES DEL NACIONALISMO POPULAR REVOLUCIONARIO
La Década Infame no era tan infame por el fraude político y la corrupción mercantil de sus clases dirigentes como por el dominio colonial de la cultura y la miseria estructural que interpretaba el tango. Era un país sometido económicamente a una potencia europea, con un pueblo subordinado, ignorante de las causas de su propia miseria, donde los peones votaban a los patrones y el debate político era entre el socialismo librecambista y el nacionalismo oligárquico en disputa por ver quien servía mejor al amo extranjero, donde la pobreza era lo normal y la dependencia estaba naturalizada: somos americanos, criollos brutos, negros a los que no nos gusta trabajar y además inferiores intelectualmente; peor aún: tuvimos la desgracia de que fracasaran las invasiones inglesas. Esas eran las verdades reveladas, lo cierto, lo inalterable, instalado por los medios de comunicación y las clases dominantes en la calle, en la escuela, en la universidad, en la lógica del conocimiento y en las raíces de la enseñanza.
En ese escenario aparecen los
muchachos de FORJA, unos jóvenes audaces que tuvieron su primera batalla
contras las convicciones instaladas por el colonialismo cultural en sus propias
conciencias.
Mucho se parece aquella
situación a la actual circunstancia nacional, aunque ya no es una Nación
imperial la que nos domina: hoy, un partido político representa en el sistema
democrático a las conciencia adocenadas, apenas estamos empezando a revisar la
servidumbre de la justicia al poder concentrado de los monopolios y la finanza
global, una economía donde el peso descomunal del FMI –el moderno Estatuto
Legal del Coloniaje- impide cualquier intento de emancipación.
Sin embargo, mucho ha crecido
la producción intelectual del campo nacional; aunque apenas roza la hegemonía
cultural del imperio porque carece de los recursos de despliegue y propaganda
que la hegemonía colonial le niega.
Lo de FORJA fue lo que en
filosofía llaman ruptura epistémica. No fueron contra las consecuencias sino
que revelaron las causas, no se quedaron en la crítica al pensamiento
dominante: se internaron y cambiaron la forma de analizar la realidad,
develaron la existencia y la fecundidad del sujeto social pueblo, y le
imprimieron un salto en calidad a la lucha por la igualdad, la dignidad y la
justicia.
Pusieron en crisis ese dominio
mental, lo denunciaron y después adoctrinaron, y lo convirtieron en acción por
la liberación material y espiritual de un pueblo que los necesitaba sin
saberlo, el hombre que estaba solo y esperando, el espectador que bajó de la
tribuna y se tomó toda la cancha. Y, desde ese pensamiento nacional, refundaron
una nueva y poderosa doctrina: el nacionalismo popular revolucionario,
latinoamericano y antimperialista.
El lema “Somos una argentina
colonial; queremos ser una Argentina libre” abrió el cauce hacia una
elaboración teórica que les permitió asegurar que no habría justicia social sin
soberanía nacional ni independencia económica, bases de un movimiento nacional
que se inauguró como identidad social y política con el peronismo.
Ese núcleo de corajudos
pensadores, profesionales, intelectuales y políticos merece en nuestros días
mucho más que un reconocimiento: es hora de elevarlos como ejemplo y de emular
su osadía y generosidad haciendo conciencia de la necesidad urgente de enfrentar
con herramientas nacionales la violenta ofensiva de los tutores de la
colonización cultural. Una batalla que no sólo compromete al periodismo
militante y a los centros de difusión del pensamiento nacional sino a las
mismas casas de estudio de todos los rincones de la Patria, sin distinción de
disciplinas ni niveles, donde se están formando las nuevas generaciones de
argentinos.
Estudiosos y docentes de ideas
pretendidamente universales en detrimento de un pensamiento situado, local,
propio, nacional, haciendo valer premios y títulos otorgados por prestigiosas
fuentes de inteligencia cosmopolita, dominan el mundo académico y profesional…
y trágicamente hasta el marco de reputaciones que atesoran capitanes políticos
que jamás pisaron los barrios de nuestras ciudades ni los campos del interior
profundo.
Profesionales que reciben el
título de escuelas estatales financiadas por la ciudadanía como patente de
corso, especialistas en lucros, canonjías y beneficios individuales, sin
vocación de servicio ni noción de sus responsabilidades por el país.
Dirigentes que dominan el
oficio de los influencers, eficaces prescriptores de potentes marcas y patentes
en las redes, la estadística y la encuesta pero que ignoran el lenguaje y las
vivencias de las mayorías argentinas. La distancia cultural que los separa del
pueblo es paralela a su ineptitud para hacerse cargo de las necesidades y los
intereses del pueblo argentino, al que le deben sus títulos y sus cargos.
Es hora de introducir en los
contenidos curriculares de todas las disciplinas claros componentes de defensa
del interés nacional, de la solidaridad social y de aquellos asuntos esenciales
de la historia que señalan los actores, la acción y los momentos culminantes de
nuestras luchas por la emancipación nacional y social, por la grandeza de la
Nación y la felicidad de su pueblo.
¡Homenaje a los 30 mil
militantes nacionalistas populares revolucionarios caídos!
¡Vivan los muchachos de FORJA,
don Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón!
VIVA LA PATRIA
Ernesto Jauretche
La Plata
29 de junio de 2021