Por Omar Dalponte, junio de 2017
Cristina Fernández es la figura más importante del Peronismo actual y todo el mundo sabe por
qué. Florencio Randazzo es un dirigente muy importante del Justicialismo que ha
sido un excelente legislador y funcionario destacado en la provincia de Buenos
Aires y a nivel nacional. Acompañó todo
el período del gobierno kirchnerista con un trabajo eficiente, leal y
sostenido. Por lo tanto, que Cristina y Florencio estén protagonizando un
desencuentro político que debilita al Peronismo produciendo una división totalmente
absurda es, por lo menos, un disparate mayúsculo. El Peronismo, con todas sus
variantes y aliados, debe ser consciente que si no es capaz de presentar una
alternativa electoral sólida poniendo al frente a sus mejores hombres y mujeres
puede padecer un octubre negro. De peores ha salido este enorme movimiento
político, pero convengamos que su situación actual es muy difícil porque ahora,
en este siglo veintiuno, principalmente en lo que hace a la política, estamos
viviendo no sólo cambios en las formas de accionar de las diferentes
expresiones partidarias, sino que asistimos a un cambio de época. Dentro de no
muchos años, nada será igual en el funcionamiento de las estructuras políticas.
De manera que si en la coyuntura actual la dirigencia peronista no demuestra
inteligencia, no produce gestos de grandeza y no se posiciona de acuerdo a las
expectativas del pueblo, correrá el riesgo de ser aplastada por la topadora de
la historia. Dicho esto es importante hacer alguna reflexión con el ánimo de
aclarar, si podemos, un par de cuestiones. Quienes frente al desencuentro del
“cristinismo” con el “randazzismo” pronostican el fin del Partido Justicialista
por ahí no tienen en cuenta que la crisis la sufre el PJ bonaerense y no ocurre
lo mismo a nivel nacional. No hay noticias, hasta ahora, de que los peronistas
provinciales como Gioja, Fellner, Capitanich, Verna, Insfran, por citar
algunos, tengan los mismos problemas que Fernando Espinoza en Buenos Aires.
Tampoco los tiene Victor Santamaría en la Capital Federal donde acaba de sellar
la unidad con varias parcialidades amigas. Así que, como dice una buena
compañera del peronismo lanusense, “los muertos
que vos matais gozan de buena salud”.
El Partido Justicialista no es una cáscara vacía ni nada
por el estilo. Ha sido y es históricamente la herramienta electoral del
Movimiento Nacional Peronista. Cualquier frente nacional y popular debe
incluir, necesariamente, al Partido Justicialista. Dejarlo fuera de cualquier
armado político significa hacerle el juego al neoliberalismo. Significa ser
funcional a la derecha para satisfacción de los enemigos del pueblo y en
beneficio de muchos "progres" no peronistas que desean,
fervientemente, el descoloramiento, la degradación y atomización del Peronismo
para conseguir algunos carguitos políticos y más tarde, con cualquier excusa,
formar rancho aparte. Abrojados en las cercanías del peronismo desde hace
tiempo, estos advenedizos hacen lo imposible
por cuidar el territorio en el cual ya han orinado. Tanto hacen que,
últimamente, han operado fuertemente con éxito,
para que la corriente de Luis D”Elia y el Partido Comunista queden fuera
del flamante Frente Unidad Ciudadana que lidera Cristina Fernández. Veteranos
hurgadores de las carpas peronistas aseguran que haciendo profesión de fe
kirchnerista, han encontrado cobijo muchos antiperonistas debajo de las faldas
de Cristina para comer alguna migaja. Cantan con esfuerzo la Marcha Peronista pero se tapan la nariz
cuando se levanta la figura de Perón y se rescata su doctrina. Afortunadamente, por eso de
"la acción de los anticuerpos” que explicara con notable claridad el
General, no son pocos los que advierten la presencia de logreros y no se dejan
encandilar por las luces que enciende el "mitrismo" metido en las
filas peronistas. También son muchos los
que tratan de no dividir, de construir
unidad en serio y aunque por el momento
traguen sapos y culebras no aflojan en
el sostenimientos de las tradicionales banderas del Peronismo. Estos nacionales
son la reserva moral de la Patria y por eso es bueno leer con atención las palabras de un lúcido pensador del campo nacional, el joven Dr. Aritz Recalde,
que transcribimos textualmente: “Vengo escuchando que el “justicialismo es la
vieja política y una cascara vacía”. A los que repiten esa afirmación los
invitaría a conocer los diques y rutas que construyó José Luis Gioja en San
Juan, las cientos de escuelas y centros de salud del PJ formoseño de Gildo
Insfran o los caminos y barrios del justicialismo de San Luis de Rodriguez Saá.
Son realizaciones que dan cuenta de la vitalidad del Peronismo y explican por
qué el pueblo los acompaña masivamente. Es verdad que hay distritos donde el PJ
es una franquicia para comprar y vender candidaturas carente de doctrina,
organización y de mística. En estos casos hay que trabajar arduamente para
cambiarlo. Los bonaerenses en lugar de adelantar críticas progresistas contra
el Justicialismo, podríamos hacer el baño de humildad e ir a San Juan, Fomosa,
San Luis o a las decenas de intendencias del PJ de nuestra provincia y de
muchos lugares de la Argentina profunda
a aprender de estos compañeros, así tendremos más y mejores ideas para
gobernar en 2019”
También es conveniente tener a mano como lectura de
mesita de luz, los dichos de la brillante y muy joven socióloga, la compañera
Dionela Guidi: “Una pena que hayamos llegado hasta acá sin haber aprendido nada
de la derrota. Una pena que una parte importante del pueblo argentino mire
asombrado, la ñata contra el vidrio, rencillas de dirigentes que hace tiempo le
perdieron el pulso al dolor y a las necesidades de los más humildes. Fueron
años en los que muchos militantes y dirigentes de espacios diversos, algunos
con amplia construcción territorial, otros además con vasta trayectoria, se
guardaron las broncas para no dañar al movimiento ni a la conducción. Día tras
día vimos como se torcía el rumbo, tomando distancia de lo que debería ser un
armado basado en lo que históricamente fue y es la columna vertebral del
movimiento, que son los trabajadores organizados sindicalmente. Con muchísimos
problemas irresueltos y una conducción que pretendió la unidad a los palos, un
candidato al que no le interesó sostener, y una interna feroz en la provincia
más populosa del país, la suerte estaba echada. Muchísimo más si se tiene en
cuenta una oposición poderosa, oligárquica, operando permanentemente.
Los dirigentes limaran asperezas cuando les convenga o
cuando bajen los humos. A los que estamos abajo nos cuesta más reconstruir el
vínculo con los compañeros que tenemos cerca.
En estos momentos los ocupantes de la Casa Rosada
descorchan festejando un gol en contra del adversario.
El juicio de la historia deberá ser implacable con la
dirigencia que parece obstinada en regalarle el país a la derecha.
Tenemos la necesidad y la obligación de construir y
exigir la unidad para “volver”. Esa unidad no tiene nombres propios por
gigantes dotes individuales sino que tiene historia, tiene luchas, tiene
identidad, héroes y mártires que sólo tienen sentido dentro de un proyecto
colectivo, nacional y popular. Los grandes líderes sintetizan sectores,
programas, pensamientos, no son en sí mismos más que un instrumento del pueblo
para garantizar la conducción de esos sectores, de esos programas, de un
ideario…
Tenemos la necesidad y la obligación de construir y
exigir gestos de grandeza”. Magníficas reflexiones. Vale la pena seguir
luchando.