martes, 5 de noviembre de 2019

CON UNA PEQUEÑA AYUDA DE MIS AMIGOS



Saludar no obliga a nada y puede reportar un gran beneficio. Con esta idea en mente el presidente norteamericano Donald Trump llamó el viernes 1º a Alberto Fernández, para felicitarlo por el triunfo del domingo 27 de octubre. Con este simple gesto corrigió el dedo admonitorio de su Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien dos días antes advirtió, palabras más o menos, que “las deudas se pagan”. En realidad, el mandatario hizo un pedido de ayuda: en la misma semana en la que la Cámara de Representantes de mayoría demócrata puso en marcha la fase testimonial previa al juicio político contra el jefe de Estado, al llamar a Alberto Fernández antes de que éste viaje a México, Trump le hizo un guiño para que empiecen a conversar. Nada más ni nada menos, pero es mucho.
Tanto López Obrador como Fernández están extremadamente condicionados por los problemas internos y sus constreñimientos internacionales. Después de 37 años de neoliberalismo y de una “guerra contra el narcotráfico” que entre 2006 y 2018 dejó 120.000 muertos, México necesita paz en sus fronteras y que entre en vigencia el nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá que remplaza al TLCAN que Donald Trump abrogó en 2017. Pero la ratificación del acuerdo en la Cámara de Representantes de EE.UU. depende de la evolución del juicio político contra el presidente norteamericano y López Obrador no puede esperar tanto para recuperar espacio de maniobra internacional. Por ello se abraza fervientemente al vínculo con el venidero gobierno argentino.
Para el próximo equipo peronista, en tanto, la relación con México es una alternativa al bloqueo y sabotaje por el Brasil bolsonarista y la posibilidad, junto con Uruguay y Bolivia, de acordar con las partes del conflicto venezolano una salida pacífica y democrática. Consciente de que no hay alternativa militar, hasta el propio Donald Trump puede estar interesado en un arreglo que dé a empresas norteamericanas con buena llegada a la Casa Blanca una chance en la industria petrolera del país suramericano.
Hasta las elecciones primarias del 11 de agosto pasado Donald Trump no escatimó los gestos de apoyo al gobierno de Mauricio Macri: reuniones, fotos en común, declaraciones y una masiva presión, para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) regale el 60% de su capital. Se trataba de evitar que Argentina estrechara sus lazos con China. Sin embargo, Macri fracasó y ahora Washington busca reducir el daño.
Para redondear, el pasado jueves 31 la Cámara de Representantes decidió iniciar el juicio político al presidente Donald Trump por el escándalo conocido como la “trama ucraniana”. Se trata de la denuncia contra el mandatario por haber presionado a su colega de Ucrania, Volodimir Zelensky, para que investigue las actividades empresarias de Hunter Biden, el hijo del ex vicepresidente de Obama, Joseph “Joe” Biden, quien es uno de los principales precandidatos presidenciales demócratas. Cuando en febrero de 2014 un golpe de estado orquestado por EE.UU. derrocó al gobierno ucraniano, Rusia recuperó Crimea y las provincias orientales rusófonas de Lugansk y Donetsk se alzaron en armas contra Kiev y todavía son autónomas. En aquel momento Hunter Biden se incorporó a la dirección de Burisma, la principal distribuidora de gas del país, controlada por el oligarca Mykola Zlochevsky, quien se especializaba en desviar al mercado negro el gas ruso que Ucrania compraba.

Tanto el presidente Obama como el secretario de Estado Kerry y la entonces consejera de Seguridad Nacional Susan Rice conocían las actividades del joven Biden. Sea cierto o no que el presidente Trump presionó a su recién electo par ucraniano, para que investigara a un ciudadano norteamericano (éste es el tenor de la acusación), los demócratas enfrentarán serias dificultades para justificar el proceso y es improbable que el mismo prospere en el Senado, controlado por los republicanos, y en un año electoral. Sin embargo, al poner en marcha la fase testimonial del juicio, la mayoría de la Cámara intenta, a la vez, desprestigiar públicamente al mandatario en plena campaña electoral y agudizar el conflicto con Rusia.
El proceso les sirve también para condicionar la aprobación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (T-MEC), una de las cartas presidenciales para la reelección, asimismo contestada por la oposición con el argumento de que el presidente no ha apoyado suficientemente a las empresas estadounidenses frente a la nueva política petrolera de Andrés M. López Obrador.
El petróleo tiñe también la política mediooriental de EE.UU. A principios de octubre el Trump ordenó el retiro de las fuerzas norteamericanas de Siria, propició el entendimiento entre Vladimir Putin y Recep T. Erdogan, por un lado, para controlar la frontera sirio-turca, y, por el otro, el acuerdo entre el gobierno de Damasco y las milicias kurdas, para que el ejército sirio se despliegue en el norte y este del país como protección contra Turquía. No obstante, dejó en el país 200 efectivos, para ocupar los pozos petroleros en el Este y seguir exportando en beneficio propio el mineral por 30 millones de dólares mensuales.
A la agudización del conflicto de Medio Oriente contribuye también el bloqueo norteamericano contra el financiamiento internacional de Hizbulá que ha llevado desde hace dos semanas al cierre de todos los bancos de Líbano y a una crisis socioeconómica general que ya ha provocado la renuncia, el pasado lunes 28, del primer ministro sunita Saad Hariri. Con este asedio se pretende empujar al partido de la minoría chiíta libanesa a depender exclusivamente de Irán, para deslegitimarlo internamente y propiciar una nueva invasión israelí. Sin embargo, esta maniobra acarrea peligrosas consecuencias en nuestra región, porque la comunidad libanesa en las Tres Fronteras entre Argentina, Brasil y Paraguay constituye el principal sostén financiero de Hizbulá en nuestro continente. Para preparar este bloqueo, ya hace tres meses los gobiernos de Argentina y Paraguay han etiquetado al partido libanés como “terrorista” y militarizado la zona fronteriza, justificando así la intromisión norteamericano-israelí y opacando el narcotráfico que involucra a funcionarios de todos los gobiernos.

El jefe de Estado de EE.UU. necesita dar señales de liderazgo, para contrarrestar el cerco que los demócratas van a montar en los próximos meses en la Cámara de Representantes. Si bien Argentina no ocupa un papel importante en las percepciones del público estadounidense, el encaminamiento de las negociaciones con el FMI y una gestión diplomática que aliviare la crisis venezolana serían, entonces, muy bienvenidos en el Salón Oval. Por eso es que al presidente estadounidense no le cae mal el vínculo entre Alberto Fernández y AMLO. Si el mandatario mexicano y el futuro jefe de Estado argentino encaminan una negociación exitosa sobre Venezuela que, a la vez, considere el interés económico estadounidense, el jefe de la Casa Blanca podría ayudar a repactar el pago de la deuda con el FMI y a aliviar las tensiones en su frontera sur. Donald Trump necesita una ayudita de sus amigos, pero sabe devolver los favores.

Debates del presente para construir un mejor futuro

  POR ALDO DUZDEVICH, para Agencia Paco Urondo  15 Marzo 2024   Hace varios meses deje de escribir. Porque en este tiempo, la cuasi-ob...