“Una Revolución Argentina que sólo
quiere cambiar las estructuras superficiales dejando subsistentes las
profundas, está indiscutiblemente destinada al fracaso”.
(Juan Domingo
Perón)
Por Juan Godoy
La derrota electoral de la Alianza Juntos por el Cambio y
su proyecto semi-colonial de subordinación y planificación de la miseria, es un
hecho significativo y auspicioso sin dudas. Se corta en principio la posibilidad de una “nueva década infame” a estos
cuatro años de entrega y oprobio que amenazaba con la desintegración nacional.
Se dio el primer (y sustancial) paso, aunque pensamos aquí que la derrota de
ese proyecto vendrá no sólo en las urnas, sino del desarrollo de un proyecto
nacional que lo entierre definitivamente.
Algunas cuestiones a tener en cuenta para la reflexión:
pensar si la administración desastrosa de la economía (de las peores de la
historia, sino la peor), no solo para los sectores populares (aunque sí los más
perjudicados), sino también mayormente para todos los sectores nacionales, no
fue lo que abrió o al menos incrementó mucho nuestras chances electorales (más
teniendo en cuenta las elecciones legislativas de 2017).
Esto último, no obtura también ponderar la resistencia a
los avances de la administración semi-colonial, fundamentalmente a partir de
uno de los últimos bastiones de la Argentina Peronista, el movimiento obrero
organizado a través de masivas movilizaciones o paros contundentes. Los paros generales convocados por la
Confederación General del Trabajo (CGT), y cumplidos en forma absolutamente
exitosa fueron cinco (6 de abril y 18 de diciembre 2017, 25 de junio y 25 de
septiembre de 2018, y el último el 29 de mayo de 2019 –y seis si se cuenta el
del 30 de abril del mismo año convocado por el sector moyanista-), cabe
recordar la temprana y masiva movilización convocada por la CGT (y ambas CTA,
con movimientos sociales y el PJ), en el Monumento al trabajo el 29 de abril de
2016, la del 7 de marzo con los mismos actores que movilizó, al menos, más de
medio millón de compatriotas o las masivas movilizaciones (además del paro
mencionado), en diciembre de 2017 contra la reforma previsional (momento que
constituye un fuerte quiebre contra el gobierno cambiemos), o la del 20 de
octubre de 2018 a Luján, pilar en la conformación de la unidad del peronismo,
por mencionar algunas significativas que recordamos (de memoria), ahora. El movimiento obrero organizado, y
fundamentalmente la CGT constituyó a nuestro entender la oposición más fuerte y
dinámica al gobierno oligárquico de Mauricio Macri.
Al mismo tiempo, tampoco impide dejar de ponderar la unidad
amplia lograda por el movimiento nacional peronista que constituye un elemento
central (más teniendo en cuenta las elecciones 2013, 2015 y 2017), en la
contundente victoria electoral del domingo pasado. Asimismo, vinculado a estas
cuestiones, cabe destacar el aspecto político de la última elección, en tanto
la manifestación de un voto que pretende desterrar de la Argentina todo lo que
“huela” (aunque sea mínimamente), a peronismo (manifestado en los cambios
porcentuales de las PASO a las generales), como asimismo un voto que se
identifica y resiste a eso través de los años.
Ahora bien, sostenemos acá que el movimiento nacional en
los últimos años ha sido desvirtuado en algunos aspectos que pensamos urgente
retomar si no queremos volver a fracasar, y permitir una “nueva” restauración
oligárquica. Afirmamos entonces la necesidad de volver a lo nacional para
retomar banderas e ideas que hicieron del peronismo un movimiento revolucionario,
popular y anti-imperialista, y avanzar en la reconstrucción de la Patria.
De esta forma, consideramos a modo de apuntes, y para que
eso de “volver para ser mejores” no quede solo en una frase retórica, los
siguientes ejes:
- Poner en primer
lugar la discusión de los mecanismo que sostienen la dependencia económica de
la Argentina. Esta es la cuestión central, ya que sin romper la dependencia
económica que hace que nuestra riqueza drene desenfrenadamente al extranjero,
por más buena voluntad que se tenga, se puede lograr una mejor redistribución
de la riqueza, no obstante lo cual el “techo” a la misma es “bajo”, los datos
de pobreza, desempleo, etc. en años de importante crecimiento y redistribución
dan cuenta de esta situación. Si se quiere lograr un proyecto de nación con
justicia social, se hace necesario romper la dependencia económica. Lo primero
es hacer que el dinero generado por los trabajadores argentinos permanezca en
nuestro país en función de nuestro interés y beneficio, y no “escape” al
extranjero por los mecanismos de la dependencia. Perón afirma al respecto, en
torno a la transformación operada por el peronismo, que "éramos un pequeño país sometido al Capitalismo internacional que
ahogaba nuestra economía y especulaba con el hambre de los trabajadores
argentinos. Éramos un país sin rumbo. ¡Ahora el rumbo es el rumbo de la Patria.
Es nuestro rumbo. Vamos donde queremos ir! (…) Podemos decir que trabajando
juntos, hemos construido sobre la vieja Argentina injusta, vendida y
traicionada; una Nueva Argentina justa, libre y soberana." Asimismo
tener en cuenta, la necesidad de avanzar sobre el control de nuestra estructura
económica, pues es claro como sostiene
Scalabrini Ortíz que "el crédito,
la producción de energía y los transportes están íntima e indisolublemente
ligados a la existencia de la nación. Ellos no pueden ser propiedades de entes
privados que regulen su acción por el camino del lucro y la ganancia, porque el
lucro y la ganancia no pueden formarse sobre la satisfacción o la
insatisfacción de las necesidades colectivas"
- En contraposición
a la idea que circula en “propios”, y que proviene de la penetración de un
esquema de pensar en colonial, en torno a que (y “curiosamente”
coincidiendo con el pensamiento liberal), en base a las transformaciones en el
mundo actual se hace imposible “volver” a un modelo de desarrollo industrial
que se centre en el trabajo formal, desarrollando las bases materiales del
país. Este pensamiento, al mismo tiempo, lleva a la naturalización que millones
de argentinos vivan en la miseria. Esta idea es tomar una derrota política de
un proyecto de nación como inexpugnable y concluir en el “fin de la historia”.
Un ejemplo histórico nos permite reflexionar acerca de esta cuestión: si ante
la derrota del proyecto de desarrollo endógeno en el siglo XIX, se hubiese
concluido la imposibilidad del desarrollo industrial por el triunfo del modelo
agroexportador, no hubiese existido el peronismo y su modelo de desarrollo
nacional (que retoma la mejor tradición nacional), y antagónico al
semi-colonial, agroexportador, dependiente. Sin negar ciertas transformaciones
en los procesos productivos, lo que no implica concluir la imposibilidad de un
proyecto de nación anclado en el desarrollo industrial que permita resolver la
cuestión nacional. Juan José Hernández
Arregui argumenta al respecto que “sin
industrialización no hay independencia económica base de la soberanía nacional (…) Toda industrialización es un intento
consciente del país que ejecuta para alcanzar la plena soberanía”.
- En contraposición a un modelo que hace énfasis en la agenda de las minorías, la vuelta a los
grandes temas nacionales, los intereses de las mayorías populares. Romper
con el abandono de la búsqueda de solución a las problemáticas de las mayorías
populares en virtud de la imposición de la lucha por las libertades
individuales. Estas no pueden ser el centro de los debates y las que marcan el
“ritmo” de la política. Los movimientos nacionales justamente son nacionales en
torno a que avanzan en la solución, a partir de la aplicación de un criterio
propio, de las problemáticas del pueblo argentino, construyen y levantan la
agenda política de las mayorías. Resulta que el progresismo con la adopción de
cuanta agenda “a la moda” este “dando vueltas”, está atravesado por la
incomprensión y la invisibilización de las cuestiones nodales de nuestra patria
emancipada a medias, fundamentalmente la dependencia. Varios casos hay en los
que colisiona con los intereses de los sectores populares y de la nación. Esta
agenda progresista lleva a la profundización del individualismo. Alejadas de
las tradiciones de lucha del pueblo argentino, de sus anhelos, de las
tradiciones populares, de nuestra historia, etc. Construyen un pensamiento
abstracto que pretenden aplicar a una realidad concreta que no se adecua al mismo.
Hernández Arregui sostiene que “cuando la “intelligentzia” de un país
recibe su lumbre espiritual no del “humus” colectivo, sino de los focos externos con su luz
extenuada por la distancia cultural, cuando los intelectuales se alejan del
pueblo, se opera al mismo tiempo la deformación de la historia, y el pueblo es
negado o desechado”.
- En base a este último punto, cabe destacar que en la
actualidad se observa la imposición de los intereses
del individuo, el hedonismo, el Yo por encima del Nosotros, el “sálvese quien
pueda”, la ruptura de la solidaridad, la discursividad contra la
“injerencia” del estado en asuntos “privados”, la satisfacción del placer del
individuo sobre todo, etc. todo lo cual destruye los lazos sociales, los
valores comunitarios, la cohesión nacional y la posibilidad de vida en
comunidad. Desaparece la idea de un destino común compartido por los habitantes
de nuestro país. No hay trascendencia posible, no por casualidad Perón afirma
que “sin claridad de objetivos, sin base
ideológica común que reúna a los hombres que sientan de una misma manera lo que
consideran fundamental para el país”. Ante esta situación se opone la
reivindicación de los valores comunitarios expresados en la comunidad
organizada. El mismo Perón sintetiza que los individuos solo pueden realizarse
en comunidad, y que “el tránsito del yo
al nosotros no se opera meteóricamente como un exterminio de las
individualidades sino como una reafirmación de éstas en función colectiva”
- Otra cuestión a
tener en cuenta, en relación al último punto es la ruptura del “empoderamiento individual”,
o bien de la lógica de “círculo” o el “vanguardismo iluminado”. Contra esa
idea aparece el pilar de la construcción de la comunidad organizada que no es
otro que las organizaciones libres del pueblo, ya que “no está en manos del gobierno el organizarlas, porque esa
organización, para que sea eficaz y constructiva, debe ser popularmente libre”.
No resulta casual que en los últimos años de imposición liberal o neoliberal se
haya procurado fuertemente debilitar a estas organizaciones como otras
instituciones que también general cohesión nacional. Así la comunidad
organizada encuentra entre sus pilares a los sindicatos, partidos políticos,
sociedades de fomento, clubes, comisiones vecinales, organización de
productores, comerciantes, cooperativas, cooperadoras, etc. En este sentido Perón afirma que “al sentido de la comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se
alcanza por el equilibrio, no por la imposición.”
- En vinculación a esta última cuestión se hace presente el
debate en torno a la preeminencia otorgada (en los últimos años, no obstante
ser un debate que atraviesa nuestra historia), a los sectores juveniles,
mayormente universitarios de sectores medios en detrimento de los trabajadores
organizados. Los sectores medios muchas veces con su soberbia “intelectual”
pretenden erigirse en los únicos capaces de ocupar puestos de decisión política,
muchos no creen que los trabajadores estén capacitados para ello, colonizados
pedagógicamente piensan en términos de “civilización y barbarie”. La
experiencia histórica demuestra más bien lo contrario. Si bien es cierto que
todos los sectores constituyen parte del movimiento nacional y tienen
representación, es claro que dentro de la tradición nacional la preeminencia
siempre estuvo centrada en los trabajadores, a los cuales se los define, ya
sabemos, como la columna vertebral del mismo. Es que los sindicatos constituyen
una de las principales de esas organizaciones, sino la principal organización
libre del pueblo, Perón sostiene que “en la comunidad a que aspiramos, la
organización de los trabajadores es una condición imprescindible para la
solución auténtica de los problemas argentinos”. John William Cooke manifiesta
que si bien el peronismo es un movimiento que tiene una composición
policlasista, la ideología debe ser la de la clase trabajadora. Es claro que el
peronismo le dio representación real a los trabajadores a través de lugares en
el parlamento, ministerios, embajadas, etc. Perón había remarcado que “cuando los obreros hayan renunciado a
intervenir en los destinos del país, ese será un sentimiento suicida para su
propia clase y para sus propias organizaciones.”
- Por otro lado, en contraposición
al progresismo liberal de izquierda se levantan las banderas del nacionalismo
popular. Este ha sido una forma original en que los países semi-coloniales
de Nuestra América le dieron respuesta a la penetración imperialista. Así, el
caso de la Argentina resulta emblemático con el peronismo, no obstante es una
manifestación que recorre prácticamente todo nuestro continente. Jauretche,
desde FORJA, asevera que “al espíritu
colonial de entrega, se opone equivocadamente un espíritu colonial de
rebelión”, por eso “hacer la nación:
esa es nuestra tarea y traición es todo lo que se le oponga… Es necesario
unirse bajo la gran bandera de la causa argentina”.
- Romper también con
el “anti-militarismo abstracto” que pregona que todo lo que proviene de las
Fuerzas Armadas es negativo. Fruto de esa visión (y de otras cuestiones también
claro, que escapan a estas líneas), se ha producido un abandono de una política
de recuperación de esta institución en tanto componente fundamental para la
defensa nacional y el desarrollo industrial. Resulta entonces urgente recuperar
y replantear rol de las Fuerzas Armadas en un país semi-colonial como la
Argentina, integrándolas a un proyecto nacional, dado que como sostiene
Jauretche “sin política nacional no hay
ejército nacional y recíprocamente”. Es necesario entonces tener una
política nacional, y la conformación de un proyecto de nación para definir el
papel de las mismas, ya que como afirma
Ramos “el ejército de un país semi-colonial,
situado en el extremo austral de un continente periférico, no puede permanecer
ajeno al debate de los grandes problemas nacionales”.
- Por último, sin cerrar que haya otras aristas a destacar,
consideramos central también destruir el discurso de la desmalvinización. Ese discurso, la mayor de las veces es tomado, por
su formación vinculada el pensamiento colonial que enseña a pensar a contrapelo
de las necesidades del país, por el progresismo. Se han adoptado todas las
ideas del discurso desmalvinizador, se aborda la cuestión a “gusto del paladar”
de los piratas usurpadores de nuestro territorio, desde “los chicos de la
guerra”, “la guerra inútil”, “la idea del borracho loco”, “la de las víctimas y
no héroes”, “la que fueron víctimas de la dictadura y no del imperialismo
británico”, “que fueron al luchar por Galtieri”, por tomar algunas. Romper con
la desmalvinización, recuperar la conciencia nacional en torno a la cuestión
Malvinas, que perdura en las tradiciones populares, rescatando la gesta
patriótica parte de la larga lucha del pueblo argentino contra Inglaterra,
develar el papel del imperialismo británico, entre otras cuestiones, resulta
central para volver a pensar estratégicamente la recuperación de nuestras islas
arrebatadas.
En este breve recorrido, procuramos remarcar algunas de las
cuestiones vinculadas a la tradición nacional que nos permiten pensar la
realidad nacional, y orientarnos en el presente para buscar soluciones a las
problemáticas de nuestra Patria, y poder lograr la derrota definitiva del
neoliberalismo y la emancipación nacional.
Publicado
originalmente en Revista
Zoom