Jorge Rachid, 24 de marzo de 2020
Algunos pensarán que la pandemia de
coronavirus trajo una crisis al mundo. Se equivocan, el mundo estaba en crisis
y el virus no hizo más que dejarla al descubierto. En nuestro artículo
anterior a la pandemia, planteamos que había una “crisis civilizatoria” y que
“el mundo que conocimos hasta entonces, no existía más” (11 de marzo de 2020)
planeando que la misma ponía en riesgo la continuidad de los Estados
nacionales.
No era aún
una realidad la epidemia, simplemente una amenaza, pero sobre la base de un mundo
que soportaba una acumulación de riquezas que tolera 24 muertos por día de
hambre, que resiste la crisis del Ébola en África mirando para otro lado
mientras mata cientos de miles por año, tolera el desplazamiento por invasiones
imperiales, llamadas guerras, de casi 4,5 millones de personas y 2,5 millones
de muertos desde hace sólo 15 años, con un 10% de población mundial que posee
el 80% de la riqueza del mundo y un 10% que sólo tiene el 2%. Puede un mundo
tan injusto, resistir sin una crisis profunda como inevitable?
El coronavirus vino a poner en claro oscuro
esta situación, por ser una pandemia que atraviesa todas las capas sociales,
sin distinción. Aquellos que siempre plantearon, desde los más altos
niveles políticos y económicos, como el FMI o supuestos estadistas de Francia,
EEUU, Gran Bretaña y otros seguidores del Dios Mercado, que los seres humanos
vivían mucho tiempo y que debía aplicar la “eutanasia normativa”, es decir
dejar morir a los mayores y abandonar los planes de los pobres y miserables del
mundo, están hoy, compartiendo su medicina.
Es que para el Mercado de Capitales, dueño
y señor de soberanías arrebatadas por deudas impagables, Fondos de Inversión
supranacionales que arrasan países, Banco de Bruselas junto al FMI, capaces de
condenar a Grecia milenaria a la miseria, después obligarle a comprar armas
para triangular a terceros países, o llevar a Italia, España, Irlanda y
Portugal a los despojos de los pueblos, de viviendas sociales por la crisis de
las hipotecas, pero financian invasiones a posiciones petroleras, sean del país
que sean, bajo la consigna de “libertad y democracia”, mientras amparan
regímenes despóticos aliados y situaciones golpistas en el mundo entero, no son
capaces de invertir en salud, educación, viviendas o vidas dignas para los
pueblos.
Los medios hegemónicos antes de
comunicación, ahora parte de ese poder en crisis, que durante años ocultaron la
información, cuando no producían la falsas noticias, llevando información
sesgada de los atentados de falsas banderas, llamados terroristas, que se
producían en el mundo y que sirvieron para limitar las libertades públicas e
individuales, a niveles jamás vistos en dos siglos de democracias. Esas
circunstancias llevaron a perseguir y encarcelar periodistas por revelar informaciones
de las atrocidades que se cometen en el mundo, siendo perseguidos por la
siniestra conspiración internacional del mundo Unipolar hegemónico, liderado
antes por EEUU y ahora por un poder sin rostro, de dinero, medios, y servicios
secretos, con ejércitos mercenarios que operan al servicio de diseños
estratégicos de dominación.
Usted estará
pensando que tiene que ver esta descripción con el coronavirus? Bien, entonces
pasemos a la pandemia en su expansión mundial, que no sólo causa estragos a la
humanidad, sino que golpea a los llamados Mercados, cuya concepción macro
económica ignora a los pueblos, desprecia la solidaridad social, descree en la
inversión en salud, educación y subsidios, a menos que sea para empresas y
bancos. Sin embargo como la pandemia
atraviesa horizontalmente la sociedad, se comienza a reclamar a viva voz, la
presencia el Estado, como herramienta esencial para combatir el drama de la
enfermedad, pero esa demanda está referida a planes económicos que ayuden a
paliar la crisis de la retracción “de la demanda agregada”, así lo escuchará
usted, que no es ni más ni menos que el consumo que dejará de producir, ese
sector más humilde de la población, pero verdadero motor de la economía, tanto
por ese consumo, como en la producción de riqueza por trabajo.
Entonces la
pandemia “dejó al Rey, desnudo” ante el pueblo. Los medios que hasta el día
anterior a tomar conciencia del drama, discutían sobre la deuda externa, el
riesgo país, la crisis de moneda, el déficit fiscal, empezaron a contar
muertos, primero lejanos y cada vez más cerca de sus propias narices, colapsos
en sistemas sanitarios ajenos, cierres de ciudades y parálisis económicas en
otros lares. Entraron a comprender que
la salud es un valor a defender, porque sin pueblo no hay economía, ni bienes,
ni servicios, ni mucamas y mucamos, y los ricos tienen que hacer las tareas de
los pobres y trabajadores, mientras que las empresas deben mendigar subsidios
como exigen los movimientos sociales, y
los servicios públicos son esenciales para la vida y no pueden estar
manejados por el lucro y si por el Estado. El mismo Estado que en
Argentina, hoy está construyendo 8 hospitales para el pico de la expansión del
virus y equipando los 4 que la lógica neoliberal del gobierno anterior,
criminalmente dejó caer, como cuando despojó de los medicamentos a los adultos
mayores o dejó de vacunar a los chicos, por el ajuste “necesario para
equilibrar las cuentas”. Miles de muertos en sólo 4 años, miles de millones de deuda soberana mientras las
“inversiones sociales” eran despreciadas o sólo entregadas como beneficencia,
arrasando derechos. Mercado y Salud van a contramano de la historia, cuando el
Mercado entra por la puerta, la Humanidad sale por la ventana.
Es lo que
hubiese sucedido hoy frente a la pandemia, para aquellos que dicen: “yo de
política no hablo”. No es política acaso un Estado al servicio del pueblo en la
emergencia, que construye liderazgo a partir de medidas epidemiológicas
correctas, que previene antes que el sistema colapse, que protege a la
población, antes que a la macro economía, ante el horror de los gurués del
Mercado?. Que nos dice desde el gobierno: que hay que poner dinero en los
bolsillos de los compatriotas para soportar la cuarentena, que quienes dejen de
cobrar por ser cuenta propistas tendrán un resarcimiento para subsistir y que
quienes deban ser atendidos, tendrán camas hospitalarias solidarias del estado
y los gremios, mientras las Prepagas que restringen sus servicios, piden
subsidios al estado, mientras mueven sus millones financieros por el mundo, que
fugaron o invirtieron en otras etapas neoliberales.
Entonces
debemos comprender que esta etapa de la expansión se apoya en tres ejes
fundamentales: la decisión y acatamiento
político extremos de las medidas del gobierno nacional y popular, el
seguimiento epidemiológico horario de casos, importados y autóctonos y el
despliegue solidario de la población, abandonando la semilla del egoísmo
implantada por una cultura dominante, que lleva a la diáspora social, al odio,
al resentimiento, al racismo y al “sálvese quien pueda” de la construcción del
pensamiento neoliberal.
Ya nada será
igual en el mundo, ni en la Argentina tampoco. Si antes de esta crisis desde la
democracia como tal, hasta la distribución de las riquezas, el cambio climático
y los derechos sociales, estaban en discusión, ahora las respuestas vendrán por
el lado de los pensamientos biocéntricos, de los seres humanos y la naturaleza
como prioridades de un mundo, que exige dejar de naturalizar las guerras de
ocupación imperial, los asesinatos selectivos, los odios raciales, los dominios
coloniales, la concentración de las riquezas y sus herramientas perversas,
desde medios hegemónicos a Fondos Buitres, desde políticos, jueces y fiscales
cómplices a empresarios inescrupulosos, como la industria farmacéutica, que
mantienen de rehenes a los pueblos.
El Peronismo
fue parido por el pueblo para garantizar en la Patria Grande Latinoamericana,
justicia social, independencia económico, soberanía política y Tercera Posición
Internacional, desde nuestros bloques UNASUR y CELAC, que soñaron nuestros
Padres Fundadores: San Martín, Bolívar y Artigas, recreados por Chávez, Lula,
Néstor y Cristina Kirchner, además de Correa, Evo y Mujica, pilares de un sueño
compartido, que ahora, más temprano que tarde, será realidad.