Por Omar Dalponte, 6 de junio de 2020
Junio es un mes
muy caro a los sentimientos del Peronismo. Fue un 4 de junio de 1943 cuando un
sector nacional del Ejército derrocó al presidente conservador fraudulento
Ramón S. Castillo quien, a su vez, estaba preparando un fraude mayúsculo para
entronizar en la presidencia de la Nación a otro conservador terrateniente y
explotador, terrible señor feudal de la provincia de Salta: Robustiano Patrón
Costas. Dicho golpe militar fue planeado por el Grupo de Oficiales Unidos (G.O.U) cuya organización y desarrollo
estuvo a cargo de los coroneles Miguel Montes, Urbano de la Vega, Carlos
Montes, Agustín de la Vega, Emilio Ramírez, Aristóbulo Mittelbach, Arturo
Saavedra, Domingo Mercante, de los tenientes coroneles Enrique P. González,
Tomás Ducó, Severo Eizaguirre, Eduardo Avalos, Bernardo Guillanteguy, Oscar
Uriondo, Julio Lagos y de algunos otros oficiales de mayor y menor rango
quienes luego decidieron ser liderados por el coronel Juan Domingo Perón, que
ya en aquellos días era reconocido por sus camaradas como un jefe de gran
capacidad y coraje personal que, además, tenía todos los atributos carismáticos
de un líder.
Luego de la destitución de Castillo
asumió la presidencia de la Nación, por poco tiempo, el general Pedro Pablo
RamÍrez, quien renunció al cumplir ocho meses de mandato permitiendo que se
haga cargo del gobierno el general Edelmiro Julián Farrel, oriundo de la
ciudad de Lanús. El coronel Juan Domingo
Perón fue designado Vicepresidente de la Nación, reteniendo los cargos de
Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión.
A partir de allí, el 4 de junio fue y sigue siendo una fecha
emblemática, pues es considerada como la jornada final de lo que se llamó “la
Década Infame” y punto de partida desde el cual comenzó el camino hacia la
realización del peronismo. Ese día es recordado muy especialmente por el
peronismo de Lanús porque, al lograr su
autonomía del partido de Avellaneda el 29 de septiembre de 1944, nuestro
distrito nació con el nombre de Partido 4 de Junio.
En el año 1955, día 16 de
un desgraciado junio, aviones de la marina de guerra, con el fin de asesinar a
Perón, ya presidente en esa época, bombardearon la Plaza de Mayo causando casi
400 víctimas, entre ellos muchos niños que viajaban en un colectivo
escolar. Ese episodio fue un asesinato en masa perpetrado por un sector de las
fuerzas armadas que, en una acción incalificable bombardeó a su propio pueblo.
Este episodio brutal quedó en la historia como un grito desgarrador,
inolvidable e imperdonable. Entre la tripulación de uno de esos aviones que
mutilaron y asesinaron a cientos de argentinos inocentes, se hallaba quien fue
ministro de Relaciones Exteriores del gobierno del Dr. Arturo Humberto Illia,
el radical Miguel Angel Zabala Ortiz, hiper
gorila traidor a la Patria que, entre otras cosas, como canciller del gobierno
radical en funciones entre 1963 y 1968, impidió el regreso a nuestra Patria del
General Juan D. Perón el 2 de diciembre de 1964.
El peronismo
siempre recuerda el fatídico día del bombardeo a plaza de Mayo y sus alrededores,
condena a los asesinos y rinde homenaje a sus mártires. Los peronistas con
memoria, inclaudicables en la lucha por la Justicia Social, la Soberanía
Política y la Independencia Económica, no olvidamos no perdonamos ni
perdonaremos jamás semejante acto de barbarie. Tampoco olvidaremos ni
perdonaremos a personajes de la calaña de Zabala Ortiz.
En otro junio negro, los días
9, 10 y posteriores de ese mes, en 1956, la dictadura del general Pedro Eugenio
Aramburu y del almirante Isaac Francisco Rojas, produjo el asesinato de
decenas de peronistas que se habían sublevado contra aquella brutal tiranía
que, en apenas un año, había encarcelado, torturado y aniquilado a miles de
compañeros y compañeras peronistas. Fue fusilado el general Juan José Valle, nuestro héroe y pilar de
la Resistencia, se masacró a muchos dirigentes y militantes en los basurales de
León Suárez, en La Plata, en Lanús y en diferentes puntos de nuestro país.
En la Unidad Regional de Policía de Lanús,
cayeron por la metralla asesina nuestros queridos y nunca olvidados compañeros:
Tte. Coronel Albino Yrigoyen, Capitán Jorge Costales, Dante Lugo, Osvaldo
Albedro y los hermanos Clemente Braulio Ros y Norberto Ros, que murieron
abrazados bajo las balas de sus verdugos. El compañero Emir Jofre fue otro de
los caídos en esa matanza. Sepamos recordar y condenar en cada Junio a quienes
regaron el país con sangre. Pero, fundamentalmente, recordemos y homenajeemos
siempre a los héroes y mártires que dieron su vida por un líder y una causa
patriótica. La causa Peronista.
Pero también,
hubo algún junio feliz. Fue el 4 de
junio de 1946 cuando el general Perón asumió por primera vez la presidencia de
la Nación luego de haber derrotado, el 24 de febrero de 1946, en elecciones
ejemplares, a la Unión “Democrática” cuyos candidatos principales fueron los
radicales José Tamborini y Enrique Mosca. Cosas del antiperonismo acérrimo: El
mentor y principal socio de aquella Unión “Democrática” fue el embajador
norteamericano Spruille Braden!!
Hubieron de
transcurrir 18 años desde el inicio de su exilio hasta el regreso definitivo de Perón a la Patria. Ocurrió el 20 de junio de
1973. Un día que debió ser una gran fiesta nacional (concurrieron a recibir
al General bastante más de un millón de personas) terminó siendo una jornada
trágica. Jornada que quedó registrada en la historia como “La masacre de
Ezeiza”. Muchos de quienes estuvimos presentes en esa ocasión – un grupo
importante, entre otros grupos peronistas lanusenses, que militábamos en la
Unidad Básica “René Sproviero” de Lanús Oeste, liderados por el inolvidable
compañero Roberto Miguelez- asistimos agrupados en una de las columnas de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP)
acompañádonos con trabajadores de la empresa COMESI.
Llegamos hasta un punto de la ruta que va a Cañuelas, paralela a
las vías del Ferrocarril Roca por el lado Este, ya había en el lugar una
multitud y todos juntos caminamos hasta llegar al paso a nivel por donde se
cruza y se toma la ruta que va hacia la zona del Aeropuerto de Ezeiza. Allí nos
encontramos con una inmensa columna de militantes que venía desde La Plata y
localidades intermedias. Desde ese lugar emprendimos la marcha en
dirección a donde estaba ubicado el palco en el cual debería haber
hablado el General Perón a su llegada. Caminamos un buen rato. Tal vez un par
de horas. O más o menos. Creo recordar que arribamos alrededor de las 13 horas.
El ruido de bombos, redoblantes, de alguna música propalada por altoparlantes y
los cantos de la multitud era ensordecedor. Este cronista no recuerda una
concentración de gente tan enorme. Los locutores - después nos enteramos que se
trataba de los compañeros Leonardo Favio y el “Negro” Edgardo Suárez –
alternaban sus dichos con llamados a la tranquilidad y solicitaban que se bajen
las pancartas y banderas para que la prensa pueda registrar el volumen de la
concentración y que la misma sea conocida en todo el mundo. Los que ya teníamos
experiencia en las movilizaciones populares y poseíamos alguna información
percibimos que algo podía ocurrir. Pero no mucho más. De pronto sobrevino el desastre. Corridas, sirenas, los disparos
(inaudibles donde se hallaba nuestro grupo, por el barullo de los elementos de
percusión) la retirada y el regreso a Lanús volviendo cada quien como pudo. Hay
decenas de detalles para relatar. Pero con lo dicho es suficiente pues, sobre
ese día fatal se ha escrito mucho. Algunas cosas publicadas se aproximan a la
realidad. Otras tienen mucho de fábula. Quien escribe estas líneas tenía
entonces 35 años y casi 18 de militancia. Al finalizar aquel día, y a primera
hora del siguiente en casa de Miguelez, comentamos los sucesos conscientes de
que en el peronismo había ocurrido una catástrofe. Con el primer disparo que
partió, vaya a saber uno con certeza desde que lugar, se inició, para el
Movimiento Nacional Justicialista, un proceso de deterioro frente a la sociedad
que culminaría con la derrota electoral sufrida en 1983.
Luego de los 50
días de gobierno del Dr. Héctor J. Cámpora y de los tres meses que Raúl Lastiri
estuvo a cargo del Poder Ejecutivo, el 12 de octubre de 1973 Juan Domingo Perón
asumió por tercera vez la presidencia de la Nación. Había sido electo el 23 de
septiembre de 1973 por el 62% de los votantes.
Así llegaría el 12 de junio de 1974 con un Perón inmenso y su cuota de dramatismo. En horas de la mañana, desde el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, nuestro General pronunció una de sus más esclarecedoras y sentidas exposiciones demostrando que estaba, en esos momentos, en la parte más elevada de su inteligencia y grandeza espiritual. Aquellas palabras, en nuestra opinión, constituyen uno de los grandes legados que Juan Domingo Perón dejó a los argentinos. Por la tarde, desde su balcón de la Casa de Gobierno, el gran General pronunció su último discurso dando a entender que ese mensaje significaba su despedida al pueblo por el que tanto hizo, al que tanto amó y por el cual fue y sigue siendo amado.
Así llegaría el 12 de junio de 1974 con un Perón inmenso y su cuota de dramatismo. En horas de la mañana, desde el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, nuestro General pronunció una de sus más esclarecedoras y sentidas exposiciones demostrando que estaba, en esos momentos, en la parte más elevada de su inteligencia y grandeza espiritual. Aquellas palabras, en nuestra opinión, constituyen uno de los grandes legados que Juan Domingo Perón dejó a los argentinos. Por la tarde, desde su balcón de la Casa de Gobierno, el gran General pronunció su último discurso dando a entender que ese mensaje significaba su despedida al pueblo por el que tanto hizo, al que tanto amó y por el cual fue y sigue siendo amado.
Poco menos de un mes después de aquel junio lleno de luces y
sombras, el 1 de julio de 1974, el hombre más grande del siglo XX y lo que va
del XXI, partió a la Eternidad. Aún lloramos su partida. Aún, algunos,
continuamos su lucha.
