lunes, 6 de julio de 2020

Del Kibutz a Comunidad Organizada


Luis Gotte, junio 2020

La pequeña trinchera

El kibutz es una "sociedad cooperativa de desarrollo cuyos miembros viven en comunidad, organizada según los principios de propiedad colectiva de los bienes, del trabajo personal (rechazo de la mano de obra asalariada), de la igualdad y de la cooperación en los ámbitos de la producción, del consumo y de la educación".
Se diferencia de una cooperativa clásica en al menos tres rasgos que precisamente lo caracterizan como una empresa más comunitarista: mayor nivel de actividad colectivizada, ejercicio de una democracia más directa y un sistema de remuneración menos proporcional y más igualitario.
La experiencia kibbutziana puede resultar una interesante estrategia que pudiera desarrollar algún gobierno bonaerense para, de alguna manera, contener a nuestras familias en sus pueblos y evitar la migración hacia esa gran urbanópolis que es la Región Metropolitana de Buenos Ayres (La Ciudad de Buen Ayre y sus 43 Partidos-municipios adyacentes) de 18.380 km2 y casi 15 millones de hab.
Si bien es bien cierto que nosotros tenemos nuestra propia concepción de organización, Comunidad Organizada, también es justo observar experiencias extranjeras para conocer en tiempo real su funcionamiento.
El kibutz asume la completa responsabilidad por todas las necesidades de sus miembros, hojas de afeitar y vivienda, cortinas y entradas para conciertos, servicios médicos completos y luna de miel, educación y asistencia financiera a dependientes fuera del kibbutz, plantas para el jardín y viajes al extranjero. El nivel de los servicios depende, naturalmente, de la situación financiera de cada kibutz. El denominador común de estos principios operativos, y su resultante global, es el fuerte grado de colectivización que implican.
Somos conscientes que, nuestros paisanos no se amoldarían a un régimen colectivo de trabajo y remuneración de esas características, es más, este sistema de colectivización es propio de la estructura cultural israelí. Sin embargo, podemos tomar ejemplos y adecuarlos a las necesidades más inmediatas de nuestra provincia. Por ejemplo, su organización administrativa de poder y su Asamblea General. Que para nuestros pueblos serían las Juntas Vecinales donde los vecinos eligen (en Asamblea y de manera directa) al Delegado Vecinal quien no solo los representa ante el Intendente, sino que se constituye en un punto de promoción de la producción, la inversión, el desarrollo y el trabajo de su pueblo. Además, podrá formar una Federación de Delegados Vecinales del mismo Partido-municipio: y éstos a su vez conformar Confederaciones Vecinales entre distintos Municipios, que los integraría a una política más regional, efectiva y práctica. Así la ciudad cabecera no se quede con los recursos y las inversiones, los votos y todos los Concejales.
Los pueblos y ciudades no cabeceras de Municipio deben lograr su propio autosustento y autonomía, como en los kibutz. Sus jóvenes aprender el oficio de la herrería y la tornería, informática y mecánica, tener conocimientos de cultivos en granjas comunitarias, en la diversidad alimentaria, la acuoponía (sistema de producción sostenible de plantas y peces que combina la acuicultura tradicional, que es la cría de animales acuáticos como peces, cangrejos de río y camarones; con la hidroponía, cultivo de plantas en agua en un medioambiente simbiótico), la utilización de materiales y metales para la construcción de viviendas autogestionadas, como la utilización de energía renovable, saber de las ventajas de una economía circular y de la importancia de la ecología para la sustentabilidad de la comunidad.  
También debe requerirse del compromiso de todos que, solo se consume lo que el pueblo produce, todo se compra y distribuye dentro del pueblo, la mecánica y arreglos de artefactos se hace en el lugar.
De lo que se trata es de salvar a los pueblos de nuestra provincia. Son más de 700 que están por desaparecer, y a nadie les importa.
Para todo ello necesitamos del cumplimiento de tres variables fundamentales: el repoblamiento de nuestra región surera, donde cada Distrito-municipio deben contar con alrededor de 80 mil hab. distribuidos proporcionalmente en toda su geografía territorial; que dichos Municipios gocen de autonomía plena; y, que puedan tener sus propias Cartas Orgánicas. Por otro lado, el gobiernos provincial deberá realizar inversiones en infraestructura, tanto ferroviaria como lo relacionado con la informática. 


LA MUERTE DE UN PATRIOTA: Miguel Ángel Espeche Gil.

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