Jorge Rachid, julio 2020
Desde hace décadas que el paradigma de
la salud, dejó de ser su fortalecimiento, pasando por presión mediática y del
Mercado a ser un instrumento exclusivo, de la atención de la enfermedad y de la
cronificación de las enfermedades. Es
decir la prolongación infinita de la prescripción de los medicamentos,
sobre las poblaciones, en reproducciones, por miles de millones de comprimidos
y por ende de ganancias, sobre bases no siempre ciertas.
No
significa esta afirmación que los medicamentos no sirvan para atender
determinados tipo de patologías.
Pero existe una diferencia entre la
prescripción médica del medicamento y la Medicalización como cultura de
sobrevivencia, instalada sobre el conjunto de la población, bajo el concepto
que cada afecto, necesita un control farmacéutico, cada acto de la vida debe
estar asentado en una medicación que controle sus emociones, sus fuerzas, su
fisiología natural y sus predisposiciones psicológicas, deben estar medicadas.
Estas primeras reflexiones, en épocas
de Pandemia y Cuarentena, sirven para darle contexto a una información que
demuestra, como a nivel global, el Complejo
Militar Industrial Farmacéutico de EEUU, decide las líneas de acción, no
sólo de tratamientos, sino de consumo médico. Es que EEUU acaba de adquirir la
totalidad de la producción del medicamento
Redemsivir, de Laboratorio Gilead, un antivirósico que es paliativo de la
enfermedad, no es curativo, pero aun así colabora en la disminución de los
síntomas y el tiempo de evolución.
Lo importante es que éste Laboratorio,
es el mismo, que en su momento presionó desde el Tamiflu, para el tratamiento de la gripe aviar que fue declarada
Pandemia, antes que produjese los efectos devastadores de la actual
virosis, y lo hizo la OMS a partir de la decisión de dos de sus directores, que
eran funcionales a dicho Laboratorio y fueron echados, por esa situación. Claro
que la empresa había logrado 5 mil millones de dólares, con esa decisión a
nivel global.
Es el mismo Laboratorio que adquirió
en 11.200 millones de dólares (no es equivocada la cifra) la patente del Sofosbuvir, el único
medicamento que en los últimos 50 años se descubrió para la cura efectiva de
una enfermedad, en este caso la Hepatitis
C.
Los
dueños de ésta empresa, son Donald Rumsfeld y Paul Singer. El primero ex Secretario de Estado
de EEUU y traficante de armas, denunciado por Hilary Clinton en campaña
electoral, por haber pasado el Tamiflu de 67 u$s a 640 u$s, cuando Gilead
compró todos los campos de anís del mundo, que proveen para la elaboración de
ese medicamento. Paul Singer es el titular de del Fondo de Inversión Buitre,
que a través del Juez Griesa, logró deteriorar el tratamiento de la deuda
soberana argentina.
Porqué
deteriora esta actitud del gobierno de EEUU, la visión que determina la OMS
sobre el medicamento como un Bien Social?. Es porque los medicamentos no podrían ser teóricamente
bienes de Mercado, pues deberían estar garantizando accesibilidad y
universalidad a los pueblos, a igual precio en moneda constante, situación que
no sucede en la actualidad. El medicamento
sofosbuvir comentado, tiene tres precios: para países de altos ingresos
1000 u$s el comprimido, de ingresos medios 100 u$s y pobres 10 u$s, el mismo
comprimido, con una cadena de valor del primer caso del 33mil% de acuerdo a su
costo de producción.
PORQUÉ
TIENE RELEVANCIA EN LA PANDEMIA?
En primer lugar porque está dando una
señal al mundo de un medicamento que no tiene otra acción que paliativa, pero
que a partir de su difusión internacional, todos los gobiernos querrán
adquirirlo, o sea una maniobra de marketing comercial. Por otro lado la
adquisición de la totalidad de la producción de un medicamento supuestamente
útil, por parte de EEUU, refleja la brutalidad inhumana con que están
dispuestos a manejarse, incluso con la hipotética vacuna que seguramente saldrá
para fin de año.
Planteamos desde diversos ámbitos de
actuación sanitaria y política internacional, que la vacuna contra el coronavirus, no debe ser Patentada, debe ser
universal y sin costos, frente a una Pandemia que sacude al mundo.
Esta posición se sustenta en el drama
ocasionado por el coronavirus, al estilo de la poliomielitis de los años 56, en donde la resolución surgió de dos
vacunas, la Salk y la Sabin oral, que nunca fueron patentadas, siendo de
acceso universal y gratuito. Cuando le preguntaron a Sabin si la patentaría,
respondió: “acaso de se puede patentar el sol”.
Es como cuando le preguntaron a Miguel Ángel sobre su obra de arte
magna La Piedad y dijo: “yo sólo saqué lo que sobraba de mármol”. Esa características
humanas, que consolidan la conceptualización universal de la solidaridad, es
desde hace décadas derrotada por la Industria Farmacéutica, que ha puesto de
rehenes a los pacientes de todo el mundo, en una concepción de Mercado, que no
solo es darwiniana, en donde sólo accede el que puede, sino que transforma el
concepto solidario que debe primar en la salud, en un bien de lucro.
Eso situación hace que el sistema
sanitario se mueva alrededor del cual,
avanzando sobre el financiamiento total de los presupuestos sanitarios y
postergando “sine die”, los programas de prevención de la salud, que debería
ser el paradigma a defender.
Por último, la Pandemia trajo en medio
del drama, algunas derrotas a la concepción neoliberal, en su mirada cultural
dominante. En efecto, el Estado ha sido
reivindicado a nivel global como ordenador social y ejecutor de las políticas
sanitarias, derrotando al Mercado como eje de esa concepción.
Por otro lado ha consolidado la conciencia social solidaria, que derrota al
individualismo feroz, egoísta y meritocrático, que instaló el neoliberalismo
durante décadas. En esa dirección la cultura sanitaria fue formateada por la
Industria Farmacéutica, cambiando el eje de las políticas de salud.
El gobierno nacional y popular ha
avanzado en estos días pandémicos, en una reformulación de estos paradigmas, al
reinstalar no sólo el Ministerio de Salud que había borrado por el
neoliberalismo, sino que asume la conducción de la totalidad de los efectores
de salud, de gestión pública y de gestión privada, en una acción conjunta de
decisión política de Salud Pública para enfrentar la Pandemia, con una
conducción unificada, más allá de la fragmentación que había instalado la
lógica y los instrumentos institucionales apuntalados por el neoliberalismo
dominante.
O sea que el gobierno comenzó un
derrotero destinado a reparar el daño ocasionado a la Patria, al Pueblo y a la
Salud Pública en los últimos años.