lunes, 16 de julio de 2018

La guerra comercial da al mundo un nuevo perfil


Eduardo J. Vior
12 de julio de 2018 


Después de que el miércoles 11 el gobierno norteamericano anunció una nueva ronda de aumentos tarifarios sobre productos importados de China y de que el presidente Trump y la canciller alemana Angela Merkel tuvieron un fuerte choque en la cumbre de la OTAN en Bruselas, nadie más duda de que la nueva política mundial norteamericana va en serio. Sin embargo, al abrir tantos frentes al mismo tiempo, el líder norteamericano está propiciando el surgimiento de nuevas alianzas que cambian radicalmente el escenario mundial.
El presidente Trump está decidido a revolucionar las reglas del comercio mundial. Al mismo tiempo castigó a China y a los miembros de la Unión Europea subiendo radicalmente los aranceles sobre productos importados de esas regiones. A los chinos les impuso tasas enormes sobre productos tecnológicos. Los europeos, en tanto, ven sus exportaciones de acero y aluminio enormemente encarecidas. El látigo arancelario laceró especialmente a Alemania a cuya industria automotriz amenazó con tarifas impagables.
Rápidamente europeos y chinos se acurrucaron para guarecerse. A principios de la semana la visita del primer ministro chino, Li Keqiang, a países de Europa del Este y Alemania inmediatamente dio frutos. Ya se firmaron acuerdos comerciales y de cooperación tecnológica por un valor total de 23.000 millones de dólares. Además, Beijing espera que se firme una declaración conjunta con la UE para condenar la política económica de Donald Trump.
La visita del alto mando chino tuvo por objetivo unir a los países afectados por la política de Trump. Como señuelo China ofreció a los europeos facilitarles el acceso a su mercado. Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel destacó que los aranceles impuestos contra China dañan el negocio alemán. Para aumentar su atractivo, China prometió introducir profundas reformas de mercado y abrirse aún más a las inversiones europeas. A cambio obtuvo el compromiso de que Alemania intercederá ante la UE, para abrir el mercado europeo a las importaciones e inversiones chinas.
La unidad de la Unión Europea es otra cosa que apoya China, especialmente como reacción ante la oferta que Donald Trump hizo recientemente al presidente francés Emmanuel Macron, para que Francia abandone la UE y se asocie comercialmente con Estados Unidos.
Especialmente los fabricantes de automotores apuestan a una relación privilegiada con China. Durante la visita de Li Keqiang a Alemania los máximos directivos de Volkswagen, BMW, Dailer-Benz y otras firmaron muchos contratos con los representantes chinos. Los dos países se complementan bien en términos económicos. Sin embargo, es difícil que se acerquen políticamente. Los alemanes no quieren perder el paraguas de la OTAN, aunque Trump se los cobre caro. Los chinos, por su parte, mantienen una competencia hegemónica con Japón con el que Alemania tiene muchos vínculos históricos y económicos. China, finalmente, tiene una estrecha alianza con Rusia a la que necesita, entre otras cuestiones, para desarrollar el Camino de la Seda. Alemania, en tanto, ve en Rusia un buen socio comercial, pero con el que comité políticamente. Como balance, puede preverse que ambas potencias afiancen su vínculo comercial y coincidan en la defensa de la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra los embates norteamericanos, pero no mucho más.
A pesar de que los tambores de guerra están redoblando, ya se insinúa una cierta disposición al diálogo por ambas partes. Después de que EE.UU. anunciara la nueva lista de aranceles sobre las importaciones chinas por valor de U$S 200.000 millones, el viceministro de Comercio de China, Wang Shouwen, dijo que “cuando tenemos un problema comercial debemos hablar sobre él”.
Si bien la declaración se hizo en un contexto de nuevas amenazas de represalias por parte de Beijing, coincide con cierta disposición del equipo de Trump a reanudar conversaciones de alto nivel, según versiones procedentes de la Casa Blanca.
Las comunicaciones entre altos miembros de los gobiernos de Trump y de Xi Jinping se han desvanecido desde que una tercera ronda de negociaciones formales finalizó sin acuerdo a principios de junio. Los EE.UU. siguieron adelante con un plan para imponer aranceles de 25 por ciento a 34.000 millones de dólares en productos chinos la semana pasada y generaron represalias por parte de los chinos.
Hacia el 20 de agosto están previstas las audiencias y consultas que el Departamento de Comercio de EE.UU. debe llevar adelante, antes de poner en vigencia las sanciones, de modo que ambos países tienen ahora unas siete semanas para llegar negociar. Si no alcanzan ningún acuerdo, los aranceles norteamericanos entrarán en vigor el 30 de agosto y abrirán el camino para nuevas sanciones sobre otros 250 mil millones de dólares. Una vez que 450 mil millones de dólares en bienes transables sean castigados por cada lado puede augurarse la parálisis del comercio mundial.

“Cuando dos gobiernos llegan a este tipo de situación, incluso si en el frente oficial están peleando, es muy importante que más atrás haya algo que les permita declarar un cese del fuego llegado cierto punto”, dijo el miércoles Rufus Yerxa, presidente del Consejo Nacional de Comercio Exterior de EE.UU., en una entrevista de Bloomberg TV. “Por el momento, es algo que ninguna de las dos partes va a reconocer. Se están posicionando para el juego final”.
Si bien no hay conversaciones formales previstas, el diálogo entre ambos países continúa entre burócratas de menor nivel y el presidente Trump ha seguido destacando su amistad personal con Xi.
En algún momento ambas potencias se sentarán a negociar, pero los acuerdos bilaterales que puedan alcanzar torpedearán en la línea de flotación el sistema multilateral de comercio vigente desde la década de 1990. Por otra parte, cuanto más tarden en ponerse de acuerdo, mayores serán los daños para la economía mundial. El sistema multilateral era dañino para muchos países emergentes, pero la falta de reglas comerciales lo es más. Al mismo tiempo, las alianzas que los contrincantes van tejiendo por las dudas permanecerán. Roto el sistema multilateral de la globalización, cada cual atiende su juego y el que no, una prenda tendrá.


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