Eduardo J. Vior
12 de julio de 2018
Después
de que el miércoles 11 el gobierno
norteamericano anunció una nueva ronda de aumentos tarifarios sobre productos
importados de China y de que el presidente Trump y la canciller alemana
Angela Merkel tuvieron un fuerte choque en la cumbre de la OTAN en Bruselas,
nadie más duda de que la nueva política mundial norteamericana va en serio. Sin
embargo, al abrir tantos frentes al mismo tiempo, el líder norteamericano está
propiciando el surgimiento de nuevas alianzas que cambian radicalmente el
escenario mundial.
El
presidente Trump está decidido a revolucionar las reglas del comercio mundial.
Al mismo tiempo castigó a China y a los
miembros de la Unión Europea subiendo radicalmente los aranceles sobre
productos importados de esas regiones. A los chinos les impuso tasas
enormes sobre productos tecnológicos. Los europeos, en tanto, ven sus
exportaciones de acero y aluminio enormemente encarecidas. El látigo
arancelario laceró especialmente a Alemania a cuya industria automotriz amenazó
con tarifas impagables.
Rápidamente
europeos y chinos se acurrucaron para guarecerse. A principios de la semana la
visita del primer ministro chino, Li
Keqiang, a países de Europa del Este y Alemania inmediatamente dio frutos.
Ya se firmaron acuerdos comerciales y de cooperación tecnológica por un valor
total de 23.000 millones de dólares. Además, Beijing espera que se firme una
declaración conjunta con la UE para condenar la política económica de Donald
Trump.
La
visita del alto mando chino tuvo por objetivo unir a los países afectados por
la política de Trump. Como señuelo China ofreció a los europeos facilitarles el
acceso a su mercado. Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel destacó que los aranceles impuestos contra China dañan el
negocio alemán. Para aumentar su atractivo, China prometió introducir
profundas reformas de mercado y abrirse aún más a las inversiones europeas. A
cambio obtuvo el compromiso de que Alemania intercederá ante la UE, para abrir
el mercado europeo a las importaciones e inversiones chinas.
La
unidad de la Unión Europea es otra cosa
que apoya China, especialmente como reacción ante la oferta que Donald Trump
hizo recientemente al presidente francés Emmanuel Macron, para que Francia
abandone la UE y se asocie comercialmente con Estados Unidos.
Especialmente
los fabricantes de automotores apuestan a una relación privilegiada con China.
Durante la visita de Li Keqiang a Alemania los máximos directivos de
Volkswagen, BMW, Dailer-Benz y otras firmaron muchos contratos con los
representantes chinos. Los dos países se complementan bien en términos
económicos. Sin embargo, es difícil que se acerquen políticamente. Los alemanes no quieren perder el paraguas
de la OTAN, aunque Trump se los cobre caro. Los chinos, por su parte, mantienen
una competencia hegemónica con Japón con el que Alemania tiene muchos vínculos
históricos y económicos. China,
finalmente, tiene una estrecha alianza con Rusia a la que necesita, entre
otras cuestiones, para desarrollar el Camino de la Seda. Alemania, en tanto, ve
en Rusia un buen socio comercial, pero con el que comité políticamente. Como
balance, puede preverse que ambas potencias afiancen su vínculo comercial y
coincidan en la defensa de la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra
los embates norteamericanos, pero no mucho más.
A
pesar de que los tambores de guerra están redoblando, ya se insinúa una cierta
disposición al diálogo por ambas partes. Después de que EE.UU. anunciara la nueva lista de aranceles sobre las importaciones
chinas por valor de U$S 200.000 millones, el viceministro de Comercio de
China, Wang Shouwen, dijo que “cuando tenemos un problema comercial debemos
hablar sobre él”.
Si
bien la declaración se hizo en un contexto de nuevas amenazas de represalias
por parte de Beijing, coincide con cierta disposición del equipo de Trump a
reanudar conversaciones de alto nivel, según versiones procedentes de la Casa
Blanca.
Las
comunicaciones entre altos miembros de los gobiernos de Trump y de Xi Jinping
se han desvanecido desde que una tercera ronda de negociaciones formales
finalizó sin acuerdo a principios de junio. Los EE.UU. siguieron adelante con un plan para imponer aranceles de 25 por
ciento a 34.000 millones de dólares en productos chinos la semana pasada y
generaron represalias por parte de los chinos.
Hacia
el 20 de agosto están previstas las audiencias y consultas que el Departamento
de Comercio de EE.UU. debe llevar adelante, antes de poner en vigencia las
sanciones, de modo que ambos países tienen ahora unas siete semanas para llegar
negociar. Si no alcanzan ningún acuerdo, los aranceles norteamericanos entrarán
en vigor el 30 de agosto y abrirán el camino para nuevas sanciones sobre otros
250 mil millones de dólares. Una vez que
450 mil millones de dólares en bienes transables sean castigados por cada lado
puede augurarse la parálisis del comercio mundial.
“Cuando
dos gobiernos llegan a este tipo de situación, incluso si en el frente oficial
están peleando, es muy importante que más atrás haya algo que les permita
declarar un cese del fuego llegado cierto punto”, dijo el miércoles Rufus
Yerxa, presidente del Consejo Nacional de Comercio Exterior de EE.UU., en una
entrevista de Bloomberg TV. “Por el momento, es algo que ninguna de las dos
partes va a reconocer. Se están posicionando para el juego final”.
Si
bien no hay conversaciones formales previstas, el diálogo entre ambos países
continúa entre burócratas de menor nivel y el presidente Trump ha seguido
destacando su amistad personal con Xi.
En algún momento ambas
potencias se sentarán a negociar, pero los acuerdos bilaterales que puedan
alcanzar torpedearán en la línea de flotación el sistema multilateral de
comercio vigente desde la década de 1990. Por otra parte, cuanto más tarden en ponerse de acuerdo,
mayores serán los daños para la economía mundial. El sistema multilateral era
dañino para muchos países emergentes, pero la falta de reglas comerciales lo es
más. Al mismo tiempo, las alianzas que los contrincantes van tejiendo por las
dudas permanecerán. Roto el sistema
multilateral de la globalización, cada cual atiende su juego y el que no, una
prenda tendrá.