Eduardo J. Vior
Extraído de INFOBAIRES 24
Después del bombardeo aliado
del sábado pasado la guerra que azota a Siria desde hace siete años se reanudó
con toda su virulencia. Es que las potencias occidentales y sus aliados en la
región no pueden admitir que el gobierno de Baschar al Assad recupere el
control sobre la totalidad del territorio. Para ello ya están pensando cómo
mantener un contingente en el noreste del país.
Después de tres días de
espera, finalmente, el martes por la mañana los investigadores de la Organización Internacional para la Prohibición
de las Armas Químicas (OPAQ) pudieron entrar en las áreas de la ciudad de Duma
(al este de Damasco) afectadas el sábado 7 por un ataque con armas químicas. En
el atentado murieron más de 40 civiles. Las potencias occidentales
inmediatamente acusaron al gobierno de Baschar al Assad por la autoría del
mismo, justificando así el bombardeo con cohetes del sábado 14.
Los inspectores habían llegado
a Damasco el día del bombardeo, pero no pudieron ser transportados a la región
afectada por la subsistencia en la misma de actividad terrorista. Así, al
menos, lo informó la agencia estatal de noticias SANA. Este retraso fue
aprovechado por franceses y norteamericanos quienes acusaron a los expertos
militares rusos de haber limpiado todas las pruebas de la autoría siria.
Por su parte, el presidente francés Emmanuel Macron
concurrió el martes al Parlamento Europeo en Estrasburgo donde defendió
ardorosamente el bombardeo del sábado. Sin embargo, admitió que se había
tratado más de una decisión política que económica. “Han intervenido tres
países –dijo el mandatario- y permítanme serles franco: lo hemos hecho sobre
todo por el honor de la comunidad internacional. Estos ataques no resuelven
nada, añadió, pero creo que son muy importantes”.
En tanto, desde el Ministerio
ruso de Relaciones Exteriores han instado a los países que el sábado
bombardearon Siria a no interferir en la investigación del supuesto incidente
químico en Duma. Poco antes su par francés había asegurado que Rusia y Siria
están impidiendo la investigación de la OPAQ en Duma.
Horas más tarde, la portavoz de la cancillería rusa, Maria
Zajárova, respondió en cuatro puntos al ataque francés: 1) “Fue Rusia la
que apoyó con más energía la realización de una investigación de la OPAQ lo más
pronto posible”, señaló Zajárova. 2) “Aun no siendo organizadora del viaje,
Rusia ofreció toda la ayuda necesaria y los inspectores ya están en Duma”,
agregó. 3) “El acceso de los inspectores fue obstaculizado por la permanencia
de milicianos en Duma y la ONU quería tener más seguridad”, siguió. 4) “No
queda claro, por qué el Ministerio de Exteriores de Francia habla en nombre de
la OPAQ y de los inspectores. Si éstos tuvieran problemas, lo habrían
manifestado ellos mismos”, terminó.
Entre tanto, según la agencia
oficial SANA, el mismo martes se firmó en la localidad de Dumeir un nuevo acuerdo para la evacuación de
combatientes del Yaish al Islam (Ejército del Islam). El acuerdo consiste
en la salida de cerca de 1000 combatientes de Dumeir, situada en la región de
Qalamun, a unos 50 kilómetros al noreste de la capital siria. Este tipo de
acuerdo, llamado de “reconciliación”, permite el mantenimiento de los rebeldes
en el lugar mediante un alto al fuego. A cambio, las autoridades autorizan la
entrada de ayuda y mercancías. No obstante, los milicianos de Yaish al Islam deberán
trasladarse a Jarablos, un territorio rebelde al noreste de Alepo.
SE PREPARA LA NUEVA GUERRA
Al mismo tiempo que el
Ejército Árabe Sirio (EAS) recupera el control sobre el centro y sur del país,
EE.UU. y Rusia se preparan para una batalla mayor entre las fuerzas que
respectivamente protegen en el este de Siria. De acuerdo al diario libanés
Al-Masdar News, el EAS está concentrando grandes contingentes en la ribera
occidental del Éufrates, al este de Deir Ezzor, donde ingenieros militares
rusos recientemente construyeron un puente. Si las tropas lo cruzan, estarán
muy cerca del yacimiento petrolífero de Al-‘Umar, el mayor de la región.
Sin dudas, las milicias árabes
sostenidas por Estados Unidos resistirán, lo que obligará a éstos últimos a
intervenir. El presidente Donald Trump
ha vuelto a anunciar que “pronto” comenzará a retirar de Siria a los 2000
efectivos norteamericanos distribuidos entre el noreste, el este y el sur del
país. Para evitar, empero, que los territorios que ahora ocupa caigan en manos
gubernamentales o iraníes, sus funcionarios están negociando la organización de
una fuerza árabe multinacional que intervenga en Siria contra el gobierno de
Assad. El ministro de Relaciones Exteriores saudita, Adel al-Jubeir, confirmó
el dato el martes y agregó que su reino ha ofrecido enviar fuerzas del bloque
de países sunitas organizado por Saudiarabia.
El propio John Bolton,
Consejero Nacional de Seguridad de Trump, llamó hace pocos días a Abbas Kamel,
jefe de la inteligencia egipcia, para preguntar si El Cairo estaría dispuesto a
colaborar con la empresa, pero sólo recibió evasivas. Egipto ya está enfrascado
en una lucha sin fin contra el EI en la península de Sinaí y tiene grandes
efectivos comprometidos en el control de la frontera libia, que desde el
asesinato de Gadafi está fracturada entre múltiples bandas y clanes en guerra
permanente.
Una alternativa que se baraja
es que la contratista privada Blackwater
se haga cargo, pero el dueño de ésta, Erik Prince, no quiere meterse en Siria
sin el apoyo de Trump.
Si EE.UU. y sus aliados no
logran hallar pronto un testaferro que se haga cargo de las milicias árabes y
kurdas que ellos prohijaron en el noreste y este de Siria y el EAS, apoyado por
Rusia, sigue su avance, los occidentales
pronto se verán confrontados con los rusos. Éstos son sumamente prudentes y
tratarán de evitar el choque, pero no detendrán a sus aliados sirios e iraníes.
En ese caso, Trump nuevamente será presionado por el Pentágono, Gran Bretaña y
Francia “por una cuestión de honor”. Si cede, se meterá en una guerra sin fin.
Si resiste y retira las tropas, será muy atacado en casa.
De la suerte de Siria dependen el control sobre la
producción y transporte de los hidrocarburos de Medio Oriente, el trazado final
de la Ruta de la Seda que está construyendo China y el diseño de las
respectivas áreas de influencia rusa y norteamericana en el Medio Oriente
ampliado. Finalmente, esta guerra decidirá también si Gran Bretaña y
Francia retornan a la primera “A” aprovechando la decadencia estadounidense.
Por el dominio que el Reino Unido, Francia e Israel tienen actualmente sobre
nuestro país y el Atlántico Sur, este último punto nos atañe directamente.
Estamos más comprometidos con la guerra del Medio Oriente de lo que pensamos.