Una vez recuperada la democracia por obra de las luchas
populares, un grupo de compañeras y compañeros nos reuníamos cada 24 de marzo
en la querida Plaza Sarmiento de nuestro Lanús. En principio no superábamos el
número de quince o veinte. Con el correr del tiempo fuimos siendo más y fuimos
creciendo con el aporte de organizaciones sociales y políticas del campo
popular. Generalmente las voces de Elisa Semino, Hugo Durán, Viviana Losada,
Roberto “Robi” Baradel y alguna vez nuestras propias voces y las voces de otras
compañeras y de otros compañeros expresaron su repudio a la dictadura cívico
militar que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983.
A partir de 2007, en que el compañero Darío Díaz Pérez
asumió la intendencia de nuestro distrito crecimos en número y en marzo de 2008
pudimos organizar una marcha aceptablemente numerosa por 9 de Julio, calle
central de nuestra ciudad. Así fuimos siendo más y más año tras año.
Ahora, en este 23 de marzo de 2017 la concentración
popular y marcha hacia el Parque de la Memoria, ubicado en Lanús Este, fuimos
miles. Cada organización con sus banderas, cada compañera y cada compañero con
su espíritu de lucha enriquecido y con vocación de unidad recordamos y
homenajeamos a las víctimas lanusenses de la dictadura. Casi trescientas
familias fueron mutiladas por aquellos asesinos. Al atardecer de este 23 de
marzo, mientras el sol de principios de otoño se ocultaba, un sol más grande y
más luminoso brilló por nuestras calles en este pedazo de sur. Un sol mucho más
grande iluminó nuestras almas y todas y todos, abrazándonos y calentando
nuestras gargantas dimos un presente a toda voz, con la mirada puesta en el
horizonte del país justo, libre y soberano que seguramente construiremos en un
futuro no muy lejano.
Al día siguiente, la concentración y marcha hacia la
Plaza de Mayo por la Memoria y en repudio a la dictadura militar y sus crímenes
fue - para nosotros, de asistencia perfecta en las realizadas desde 1984 hasta
hoy- probablemente la más numerosa. En un lapso de veinte días las calles de
Buenos Aires y de otros lugares de nuestro país se llenaron de pueblo en un
clima de alto voltaje político. Millones de personas, verdaderas mareas
humanas, expresaron a viva voz su repudio a las políticas neoliberales y su
decisión inquebrantable de no retornar a épocas de oprobio.
País extraño la Argentina. Cuando uno participa en
semejantes movimientos de masas, y siente a flor de piel el fervor popular,
observa los gestos, oye los cantos de las multitudes, ve marchar a peronistas,
radicales yrigoyenistas, sindicatos, expresiones de izquierda comunistas y
trotskistas, organizaciones de derechos humanos, artistas y personas sueltas
que por propia voluntad se suman a justos e importantes reclamos, le duele observar cómo somos capaces de
unirnos en las protestas e incapaces de hacerlo en las propuestas,
orgánicamente, y de agruparnos en una fuerza electoral que sería invencible si
nos pusiéramos de acuerdo por sobre los intereses individuales o de grupo.
Estamos recuperando el control de las calles y eso es
bueno. Hay voluntad para producir movilizaciones masivas y esto es un dato muy
positivo. Pero hay que tener muy en claro que si los miles y miles de
manifestantes no encontramos la manera de organizarnos en un gran frente
electoral, cuando llegue la hora de definir en las urnas el destino del país nos
quedaremos sin el pan y sin la torta que, como ya ocurrió, pasarán a la mesa de
los sectores privilegiados. Más de un millón de personas que salieron a
reclamar en cada una de las concentraciones efectuadas recientemente a lo largo
de nuestro territorio, es una cifra importantísima. Pero absolutamente
insuficiente para ganar una elección en la cual son necesarios varios millones
de votos.
Por tal motivo sostenemos que es indispensable pensar y elaborar un programa de liberación nacional que
exprese a las grandes mayorías y que podamos levantar desde un frente
amplio que represente integralmente al capo popular. Mientras tanto tenemos que
disponernos a trabajar en conjunto en temas centrales como es la defensa de la
educación pública estatal y la lucha de los docentes. Si le quiebran el
espinazo a los docentes esto impactará en otros gremios y dificultará
enormemente a las luchas futuras. No olvidemos que cierta dirigencia sindical,
con cualquier excusa se prestaría a taponar las salidas que buscan los trabajadores.
Atendiendo la propuesta de impulsar los foros en defensa de la educación,
lanzada por la dirigente de CETERA, Sonia Alessio, en su excelente discurso
pronunciado en el acto central de la Marcha Federal, se nos presenta una buena
ocasión para llevar a cabo la formación de estos organismos en nuestros barrios
lanusenses. Foros de defensa de la educación pública estatal en los cuales
todas y todos seamos iguales organizando y movilizando a padres de alumnos y a
todos aquellos vecinos que estén de acuerdo en que los pibes alcancen la
preparación que merecen. Hay que evitar que los hijos de los humildes sean
condenados a la ignorancia y a vivir para siempre como ciudadanos de segunda.
La propuesta de la formación de foros en defensa de nuestra escuela es una
tarea prioritaria a cumplir en este momento histórico en que las consignas
deben traducirse en hechos concretos. La organización y la movilización popular
son la mejor garantía en el camino hacia la liberación nacional y social de la
Patria y ante cada desafío hay que responder con imaginación, coraje y ganas de
hacer.
Las actividades de
resistencia y contraofensiva democráticas en los barrios ayudan a fortalecer
los lazos de solidaridad en la base de nuestro pueblo. Contribuyen también
a enriquecer la conciencia política de la gente y a comprender que la solución
de los problemas que padecemos no va a llegar de la mano de punteros que solo
buscan sacar tajada de la política. Solo el pueblo salvará al pueblo decíamos
varias décadas atrás. Y esta afirmación tiene hoy plena vigencia. La fuerza
popular volcada en calles y plazas debe convertirse en fuerza electoral
arrolladora construida con unidad, solidaridad y vocación nacional. Es hora de
realizaciones, de participación efectiva de los trabajadores en la política
concreta. Puede ser que, finalmente, sea la hora del pueblo.