martes, 28 de marzo de 2017

23 y 24 de marzo. Días para no olvidar.

Por Omar Dalponte

Una vez recuperada la democracia por obra de las luchas populares, un grupo de compañeras y compañeros nos reuníamos cada 24 de marzo en la querida Plaza Sarmiento de nuestro Lanús. En principio no superábamos el número de quince o veinte. Con el correr del tiempo fuimos siendo más y fuimos creciendo con el aporte de organizaciones sociales y políticas del campo popular. Generalmente las voces de Elisa Semino, Hugo Durán, Viviana Losada, Roberto “Robi” Baradel y alguna vez nuestras propias voces y las voces de otras compañeras y de otros compañeros expresaron su repudio a la dictadura cívico militar que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983.
A partir de 2007, en que el compañero Darío Díaz Pérez asumió la intendencia de nuestro distrito crecimos en número y en marzo de 2008 pudimos organizar una marcha aceptablemente numerosa por 9 de Julio, calle central de nuestra ciudad. Así fuimos siendo más y más año tras año.
Ahora, en este 23 de marzo de 2017 la concentración popular y marcha hacia el Parque de la Memoria, ubicado en Lanús Este, fuimos miles. Cada organización con sus banderas, cada compañera y cada compañero con su espíritu de lucha enriquecido y con vocación de unidad recordamos y homenajeamos a las víctimas lanusenses de la dictadura. Casi trescientas familias fueron mutiladas por aquellos asesinos. Al atardecer de este 23 de marzo, mientras el sol de principios de otoño se ocultaba, un sol más grande y más luminoso brilló por nuestras calles en este pedazo de sur. Un sol mucho más grande iluminó nuestras almas y todas y todos, abrazándonos y calentando nuestras gargantas dimos un presente a toda voz, con la mirada puesta en el horizonte del país justo, libre y soberano que seguramente construiremos en un futuro no muy lejano.
Al día siguiente, la concentración y marcha hacia la Plaza de Mayo por la Memoria y en repudio a la dictadura militar y sus crímenes fue - para nosotros, de asistencia perfecta en las realizadas desde 1984 hasta hoy- probablemente la más numerosa. En un lapso de veinte días las calles de Buenos Aires y de otros lugares de nuestro país se llenaron de pueblo en un clima de alto voltaje político. Millones de personas, verdaderas mareas humanas, expresaron a viva voz su repudio a las políticas neoliberales y su decisión inquebrantable de no retornar a épocas de oprobio.
País extraño la Argentina. Cuando uno participa en semejantes movimientos de masas, y siente a flor de piel el fervor popular, observa los gestos, oye los cantos de las multitudes, ve marchar a peronistas, radicales yrigoyenistas, sindicatos, expresiones de izquierda comunistas y trotskistas, organizaciones de derechos humanos, artistas y personas sueltas que por propia voluntad se suman a justos e importantes reclamos, le duele observar cómo somos capaces de unirnos en las protestas e incapaces de hacerlo en las propuestas, orgánicamente, y de agruparnos en una fuerza electoral que sería invencible si nos pusiéramos de acuerdo por sobre los intereses individuales o de grupo.
Estamos recuperando el control de las calles y eso es bueno. Hay voluntad para producir movilizaciones masivas y esto es un dato muy positivo. Pero hay que tener muy en claro que si los miles y miles de manifestantes no encontramos la manera de organizarnos en un gran frente electoral, cuando llegue la hora de definir en las urnas el destino del país nos quedaremos sin el pan y sin la torta que, como ya ocurrió, pasarán a la mesa de los sectores privilegiados. Más de un millón de personas que salieron a reclamar en cada una de las concentraciones efectuadas recientemente a lo largo de nuestro territorio, es una cifra importantísima. Pero absolutamente insuficiente para ganar una elección en la cual son necesarios varios millones de votos.
Por tal motivo sostenemos que es indispensable pensar y elaborar un programa de liberación nacional que exprese a las grandes mayorías y que podamos levantar desde un frente amplio que represente integralmente al capo popular. Mientras tanto tenemos que disponernos a trabajar en conjunto en temas centrales como es la defensa de la educación pública estatal y la lucha de los docentes. Si le quiebran el espinazo a los docentes esto impactará en otros gremios y dificultará enormemente a las luchas futuras. No olvidemos que cierta dirigencia sindical, con cualquier excusa se prestaría a taponar las salidas que buscan los trabajadores. Atendiendo la propuesta de impulsar los foros en defensa de la educación, lanzada por la dirigente de CETERA, Sonia Alessio, en su excelente discurso pronunciado en el acto central de la Marcha Federal, se nos presenta una buena ocasión para llevar a cabo la formación de estos organismos en nuestros barrios lanusenses. Foros de defensa de la educación pública estatal en los cuales todas y todos seamos iguales organizando y movilizando a padres de alumnos y a todos aquellos vecinos que estén de acuerdo en que los pibes alcancen la preparación que merecen. Hay que evitar que los hijos de los humildes sean condenados a la ignorancia y a vivir para siempre como ciudadanos de segunda. La propuesta de la formación de foros en defensa de nuestra escuela es una tarea prioritaria a cumplir en este momento histórico en que las consignas deben traducirse en hechos concretos. La organización y la movilización popular son la mejor garantía en el camino hacia la liberación nacional y social de la Patria y ante cada desafío hay que responder con imaginación, coraje y ganas de hacer.

Las actividades de resistencia y contraofensiva democráticas en los barrios ayudan a fortalecer los lazos de solidaridad en la base de nuestro pueblo. Contribuyen también a enriquecer la conciencia política de la gente y a comprender que la solución de los problemas que padecemos no va a llegar de la mano de punteros que solo buscan sacar tajada de la política. Solo el pueblo salvará al pueblo decíamos varias décadas atrás. Y esta afirmación tiene hoy plena vigencia. La fuerza popular volcada en calles y plazas debe convertirse en fuerza electoral arrolladora construida con unidad, solidaridad y vocación nacional. Es hora de realizaciones, de participación efectiva de los trabajadores en la política concreta. Puede ser que, finalmente, sea la hora del pueblo.

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