Carlos Pancho Gaitán.
Buenos Aires, 08 de marzo de 2017.-
En la tarde
del día 7 de marzo, con mucho tino, una compañera se preguntaba a quién
favorece el conflicto que se produjo al final de la marcha de la CGT. Creo que
éste es el interrogante que deben plantearse los dirigentes sindicales, los
trabajadores y la militancia.
Creo que está
claro que ese conflicto favorece al gobierno de Mauricio Macri, tal como se hace evidente en uno de los párrafos del
diario La Nación del día 8, donde plantea (Pág. 11): "La caótica
movilización sindical, dicen en Olivos, derrumbó la representatividad de la
CGT", añadiendo más adelante que "Hicieron mierda el movimiento
obrero, el kirchnerismo les arruinó el acto".
La CGT
-aunque a algunos les pese- es la única fuerza en serio que puede confrontar
con este gobierno. La conducción tripartita vino construyendo con mucho
esfuerzo, una estructura de poder -sorteando su propia complejidad y
contradicciones internas-, para dar una pelea con posibilidades de lograr
resultados positivos a sus reclamos reivindicativos y modificación de políticas
agresivas a los intereses nacionales.
La excelente
y multitudinaria manifestación obrera y popular lograda en esta convocatoria,
para nada caótica como dice La Nación, sino con la conocida disciplina
sindical, era una magnífica carta en manos de los negociadores Cegestistas para
lograr resultados favorables. Negociación que el Gobierno se vio obligado a
aceptar, respondiendo con medidas tramposas, de aceptar pero no cumplir.
Posiblemente
se descuidó recordar que este gobierno no responde a la supuesta incapacidad de
sus ejecutivos sino que es parte de una estrategia global, donde los poderes
que deciden intentan -y al parecer logran- imponer al Sub Continente una
orientación sólo al servicio de los ricos y los poderes concentrados. Para
ello, tienen muchos equipos -en otra época diríamos 'los servicios'-,
trabajando en las líneas interiores de los Movimientos Populares y del
Sindicalismo, agudizando y potenciando las contradicciones, para reventar desde
adentro las posibilidades de éxito de los objetivos nacionales y populares.
Nuestros
propios errores, que los hay, ayudan objetivamente a que los objetivos del
enemigo puedan plasmarse.
El acto, que
comenzó exactamente a la hora propuesta -en realidad, dos minutos tarde, 15.02
hs. y no como dice la prensa al servicio del régimen "con una hora de
atraso"-, sufrió una evidente provocación montada -no queda para mí claro
por quiénes- y ejecutada por militantes identificados, a los que se sumaron
compañeros realmente molestos por un silencio ante la necesidad de una
confrontación más clara y contundente, expresada para ellos en el reclamo de la
concreción de la huelga general ya declarada.
De cualquier
manera, el gusto amargo del final de una jornada que no deja de ser gloriosa,
no nos hace perder de vista que el componente fundamental de la clase
trabajadora, ha de sobreponerse a vicisitudes que son constante y que por
suerte no debemos lamentar víctimas fatales y las controversias siempre sirven
para corregir tácticas y precisar objetivos.-