David Acuña, Noviembre 2018
¿Cuál es el parámetro correcto
para establecer la agenda necesaria de las transformaciones políticas que
nuestro país necesita? ¿Desde dónde pararse como militantes políticos para
pensar la realidad? ¿Qué sucede cuando las mayorías sociales carecen de un proyecto
político que las enamore y los cuadros inequívocos que sean la polea de
trasmisión entre el líder y las masas?
Soy de lo que sostiene que la valía de una organización política la dan
la calidad de sus cuadros en tanto organizadores de poder popular y no la
cantidad de adeptos a la misma. Pues cuando una organización logra tener la
línea política correcta que conmueva a una porción mayoritaria de la masa
social a organizase la cuestión de la cuantía se resuelve de lo aritmético a lo
exponencial; y es ahí, con los cuadros correctos que la masa social se vuelve
Pueblo. Y en tanto Pueblo lleva adelante un proyecto liberador y una doctrina
que le es propia. Es en ese instante en que el Pueblo esta presto a seguir a un
líder, y éste permite ser electo por su pueblo... o como bien canta el Martín Fierro:
"Y dejo rodar la bola,
que algún día se ha de parar-
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo,
o hasta que venga algún
criollo
en esta tierra a mandar".
Si se carece de organizaciones, de cuadros y de un proyecto claro,
andaremos como bola sin manija tentando la suerte. Y será nuestro destino
confundir la agenda propia con las foráneas.
En todo proceso siempre hay
una minoría intensa, una especie de élite de pensamiento (tal vez aquella que
Jauretche llamaba fubista) que se autoproclama
"la verdad", "lo correcto" o "la divina pomada"
que piensa en clave de "hay que explicarle al pueblo", "hay que
bajar al barrio", "los laburantes eligen burocracia", "el
pueblo vota mal" o a fuerza de repetir consignas sin cuerpo remplazan
alguna estrategia. En el mejor de los casos son inocuos, en un no tan menor
caso son los alcahuetes de todo líder, pero siempre y en toda situación actúan
como el comisariado político de todos aquellos que lo rodean. Carecen de
autocrítica, sus rostros no se reflejan en el barro de su pueblo y se piensan
mejores que él.
Hace poco en una exposición de
CLACSO (que no es justamente un Congreso de la Militancia), Cristina Kirchner
realizó dos críticas que sonaron bastante disruptivas para muchos de los
presentes y como un bálsamo para otros tantos.
Una de ellas fue en torno a la
izquierda y la otra en relación al feminismo. Más allá de los considerandos
particulares que realizó se puede sacar algo en claro:
a) uno no es de izquierda (y agrego, peronista) o derecha "per
se", sino de acuerdo al momento sociohistórico que le toca actuar.
Fundamentalmente "uno es" en fusión de lo que se hace, se construye y
sobre todo se enfrenta como enemigo concreto. ¿Peleas por la Justicia Social?
Entonces somos compañeros.
b) pañuelos verdes y celestes, denotan una contradicción en la
sociedad. ¿Lo son también en la militancia? ¿Es una contradicción fundamental
al interior del Pueblo? ¿Es la única contradicción? El tratamiento correcto de
toda contradicción determina si la misma es antagónica o no. Soy de los que sostiene, que la única
contradicción antagónica es con el enemigo del Pueblo. El resto se resuelve con
liderazgo y construcción de hegemonía.
En fin... la unidad del campo
nacional es factor determinante para que la mayoría social encarne en Pueblo y
Doctrina, así es que nos volvemos mayoría transformadora. Al fin y al cabo,
como señalara Perón en la Comunidad Organizada:
"La libertad, conquista
máxima de las modernas edades, no se produjo acompañada de una previa
reestructuración de sus corolarios. Es posible que hubiese cierta improvisación
en tal victoria, porque siempre resulta difícil establecer el orden entre las
tropas que se apoderan de una ciudad largamente asediada... El hombre puede
desafiar cualquier mudanza si se halla armado de una sólida verdad."