lunes, 10 de diciembre de 2018

Tomar conciencia de las causas del declive argentino


 Por Juan Archibaldo Lanús, diciembre 2018 

La Argentina está empantanada en un proceso de inconcebible decadencia. En medio de la frustración general, los dirigentes no logran encontrar un rumbo que ponga fin a este estado de cosas. A la decadencia moral de los grupos dirigentes, se suma una inútil confrontación social  que frena nuestro encuentro con el futuro.
Somos una sociedad dividida, enfrentada por antagonismos que no logramos superar - ni a veces entender - ante una desilusión popular que se expande.             Enfrentamos   una dramática situación que amenaza hacernos perder el tren del siglo XXI, desaprovechando   los recursos intelectuales y científicos  que  nos sobran como nación.  De no cambiar, la inercia de la repetición nos llevara   al borde de un lugar desde donde será muy difícil volver.  Quizás habremos clausurado la Patria que fue el sueño fundador de las generaciones que nos precedieron. Algunas de las causas pueden enunciarse del siguiente modo:

1.      Somos un país sin objetivos nacionales
La Argentina se ha transformado  en un país  impotente para elegir objetivos nacionales  en función de sus intereses. Los grupos dirigentes han ensayado, políticas de los más diversos contenidos sin alcanzar  logros  duraderos. Acosada por demasiados conflictos  y antagonismos, la Argentina  navega sin rumbo  en el contexto del complejo e incierto mundo  de la actualidad.

2. La   deserción moral, una causa profunda
La deserción ética , sobre todo de  los grupos dirigentes de la sociedad,  no solamente  ha   impedido  concebir la justicia y la verdad  como patrones  de convivencia , sino que  ha   creado  un espacio de impunidad  facilitando  todo tipo de delitos e infracciones contra la sociedad y el erario público.  La ausencia de principios éticos en la conciencia de los gobernantes hace imposible trabajar para el bien común y realizar así la finalidad de la política. 

3. Arcaico funcionamiento de las instituciones
Existe una permanente manipulación de los poderes del estado para lograr una irreverente supremacía de los intereses de los gobernantes y/o favorecer a grupos  económicos, quebrando una de las bases implícitas  del pacto constitucional. El Poder Ejecutivo nacional ha construido  una hegemonía   que lo transforma  en el centro de las decisiones  avasallando las funciones parlamentarias, sometiendo  las autonomías provinciales  y  aun influyendo en la voluntad de los  jueces Se habla de un híper-presidencialismo. Desde 1983 se dictaron mas de 1.000 DNU es decir más de 2 por mes sin que haya guerra o desastre ecológico. 

2.      El estado como botín
El estado es abordado por el poder de turno que lo  utiliza  como un botín de guerra  para distribuir prebendas, consolidar privilegios, y aprovecharse  de la utilización patrimonial de los bienes públicos y designar empleados públicos que es una facultad discrecional . También para satisfacer el poder y la codicia que son una adicción frecuente en los gobernantes.

5 Emergencia e inestabilidad.
 La sociedad argentina está sometida a una permanente inestabilidad jurídica producto de que cada gobierno viene a modificar lo que hizo el anterior o a hacer frente a una declarada emergencia – ficticia o inventada -   que lo justifica todo.  Cada gobierno se percibe a sí  mismo como restaurador  de las injusticias o  de concepciones equivocadas de los gobernantes que lo precedieron.
  6.  Olvido del Bien común
El bien común se ha alejado  del centro  de las propuestas gubernamentales, mientras  los intereses sectoriales han acaparado el espacio público transformándose en la principal oferta  política  a la sociedad  El objetivo  del bien común ha sido reemplazado por la administración de “las  cosas”. En general los gobernantes están más atentos a satisfacer  los intereses de la tecnoestructura globalizada, los compromisos con los bonistas extranjeros,  o los intereses de los grupos privilegiados, que  en cumplir con  los derechos o garantías que puedan merecer los sectores trabajadores o de menores ingresos, o las empresas nacionales

7. Una  economía sin reglas.
Durante los primeros treinta años de democracia,  nuestra inflación promedio fue del 54 %, la más alta del mundo, aproximadamente  7.000.000 %. Crecimos solamente el 1,6% per cápita lo que representa menos que la media mundial y del promedio de América Latina. No se trata solo del fracaso de la política económica  sino del fracaso  de un  sistema  de gestión pública.  Carecemos  de  reglas estables, de una estrategia de desarrollo nacional, no se valora el esfuerzo productivo,  hay una  falta de confianza en la ciencia y tecnología. Hay una continuada práctica de “prueba y error”, pero sin autocritica.

8. El grave deterioro social  
El deterioro social tanto en lo que hace a la salud, educación o  niveles de pobreza, constituye  un grave retroceso  respecto  al progreso social  que hace  sesenta años ya nos  colocaba en un lugar de privilegio en el escenario mundial. De un país integrado hemos pasado a una sociedad fragmentada, entre ricos y pobres, con un desempleo en aumento, una creciente inseguridad para familias y jóvenes y un sistema educativo  que reproduce la desigualdad, discriminando contra la educación publica. En el año 2016 había 234.000 alumnos menos en las escuelas públicas que en 2003. En la prueba PISA de la OCDE, la Argentina está en el lugar 58 sobre 65 países. Una república excluyente, dominada por el dinero y asfixiada por la pérdida de antiguos ideales, ha dejado a muchas familias argentinas en la soledad y el desamparo. Las ha empujado hacia un exilio de la nacionalidad, carentes de los servicios  más elementales de la vida civilizada, de la seguridad que otorga el trabajo regular,  del goce de la propiedad, de la riqueza que brinda al corazón el conocimiento y de la cultura que  las hace protagonistas de un orden político .Una sociedad  sin educación y salud no puede progresar.


9.  Desvalorización del rol de la política
Se ha perdido en nuestro país el entusiasmo que en épocas pasadas movilizó  a la juventud  en pro de sus sueños o ideales políticos.  Las elecciones se han transformado en compulsas  para seleccionar al grupo que se acaparará del estado
La vida y la cultura, los ideales espirituales o sociales del ser humano, han sido reemplazados  por  las exigencias  económicas  y las necesidades  del mundo de los negocios o el dinero. Poco a poco hemos dejado de ser una comunidad y nos hemos transformado en una sociedad de mercado, donde la dignidad humana, la patria o la nación no tienen más valor  que ser una rémora frente al mundo de los intereses económicos  globales  que son, en definitiva,  los que  decidirán  lo que  el pueblo argentino debe pretender.
  La desvalorización  que ha sufrido la actividad política es una amenaza seria  para la vigencia  de la autonomía  de la democracia y sobre todo de la libertad de la persona frente a las estructura tecno económicas globalizadas.            

10. La desunión nacional
Una permanente discordia interior –ya señalada por Joaquín V. Gonzalez en 1910 en su “Juicio del Siglo “-  ha impedido  lograr consensos sobre las políticas a largo plazo  Este síndrome de la discordia se manifiesta también en el rechazo o la negación “del otro”. Existe en la sociedad argentina  el síndrome  de un constante antagoniza entre sectores sociales   o la lucha  de opuestos. 
Finalmente creo que es posible afirmar n que la clave para superar el antagonismo y encontrar temas para la unión nacional, para asentar el consenso sobre política públicas a largo plazo, es volver a rescatar las grandes motivaciones de nuestros ideales fundacionales.
 Cualquiera sea el resultado de las elecciones de 2019,  la principales  fuerzas políticas, deberían empezar por  definir consensuadamente  políticas públicas para  la ”pobreza”, la “educación” y el “ medio ambiente “

La Unión Nacional es el primer paso de cualquier proyecto  a largo plazo para la Argentina


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