Por Juan Archibaldo Lanús, diciembre 2018
La Argentina
está empantanada en un proceso de inconcebible decadencia. En medio de la frustración general, los
dirigentes no logran encontrar un rumbo que ponga fin a este estado de cosas. A
la decadencia moral de los grupos dirigentes, se suma una inútil confrontación
social que frena nuestro encuentro con
el futuro.
Somos una sociedad dividida,
enfrentada por antagonismos que no logramos superar - ni a veces
entender - ante una desilusión popular
que se expande. Enfrentamos
una dramática situación que
amenaza hacernos perder el tren del siglo XXI, desaprovechando los recursos intelectuales y
científicos que nos sobran como nación. De no cambiar, la inercia de la repetición nos
llevara al borde de un lugar desde donde
será muy difícil volver. Quizás habremos clausurado la Patria que fue el
sueño fundador de las generaciones que nos precedieron. Algunas de las
causas pueden enunciarse del siguiente modo:
1.
Somos un país sin objetivos nacionales
La Argentina se ha transformado en un país
impotente para elegir objetivos nacionales en función de sus intereses. Los grupos
dirigentes han ensayado, políticas de los más diversos contenidos sin alcanzar logros
duraderos. Acosada por demasiados conflictos y antagonismos, la Argentina navega sin rumbo en el contexto del complejo e incierto
mundo de la actualidad.
2. La deserción moral, una causa profunda
La deserción ética , sobre todo de los grupos dirigentes de la sociedad, no solamente
ha impedido concebir la justicia y la verdad como patrones
de convivencia , sino que ha creado
un espacio de impunidad
facilitando todo tipo de delitos
e infracciones contra la sociedad y el erario público. La ausencia de principios éticos en la
conciencia de los gobernantes hace imposible trabajar para el bien común y
realizar así la finalidad de la política.
3. Arcaico funcionamiento de las instituciones
Existe una permanente manipulación de los poderes del estado para lograr
una irreverente supremacía de los intereses de los gobernantes y/o favorecer a
grupos económicos, quebrando una de las
bases implícitas del pacto
constitucional. El Poder Ejecutivo nacional ha construido una hegemonía que lo transforma en el centro de las decisiones avasallando las funciones parlamentarias,
sometiendo las autonomías provinciales y aun
influyendo en la voluntad de los jueces Se
habla de un híper-presidencialismo. Desde 1983
se dictaron mas de 1.000 DNU es decir más de 2 por mes sin que haya guerra o
desastre ecológico.
2.
El estado como botín
El estado es abordado por el poder de turno
que lo utiliza como un botín de guerra para distribuir prebendas, consolidar
privilegios, y aprovecharse de la
utilización patrimonial de los bienes públicos y designar empleados públicos
que es una facultad discrecional . También para satisfacer el poder y la
codicia que son una adicción frecuente en los gobernantes.
5 Emergencia e inestabilidad.
La sociedad argentina está sometida a una permanente inestabilidad jurídica producto de que cada gobierno viene a
modificar lo que hizo el anterior o a hacer frente a una declarada
emergencia – ficticia o inventada - que
lo justifica todo. Cada gobierno se
percibe a sí mismo como restaurador de las injusticias o de concepciones equivocadas de los
gobernantes que lo precedieron.
6.
Olvido del Bien común
“El
bien común se ha alejado del centro de las propuestas gubernamentales, mientras los intereses sectoriales han acaparado el
espacio público transformándose en la principal oferta política
a la sociedad El objetivo del bien común ha sido reemplazado por la
administración de “las cosas”. En general los gobernantes están más atentos
a satisfacer los intereses de la
tecnoestructura globalizada, los compromisos con los bonistas extranjeros, o los intereses de los grupos privilegiados,
que en cumplir con los derechos o garantías que puedan merecer
los sectores trabajadores o de menores ingresos, o las empresas nacionales
7. Una economía sin reglas.
Durante los primeros treinta años de democracia, nuestra inflación promedio fue del 54 %, la
más alta del mundo, aproximadamente
7.000.000 %. Crecimos solamente el 1,6% per cápita lo que representa
menos que la media mundial y del promedio de América Latina. No se trata solo del
fracaso de la política económica sino
del fracaso de un sistema
de gestión pública. Carecemos de reglas estables, de una estrategia de
desarrollo nacional, no se valora el esfuerzo productivo, hay una
falta de confianza en la ciencia y tecnología. Hay una continuada
práctica de “prueba y error”, pero sin autocritica.
8. El
grave deterioro social
El deterioro social tanto en lo que hace a la salud, educación o niveles de pobreza, constituye un grave retroceso respecto
al progreso social que hace sesenta años ya nos colocaba en un lugar de privilegio en el
escenario mundial. De un país integrado hemos pasado a una sociedad fragmentada,
entre ricos y pobres, con un desempleo en aumento, una creciente inseguridad
para familias y jóvenes y un sistema educativo
que reproduce la desigualdad, discriminando contra la educación publica.
En el año 2016 había 234.000 alumnos menos en las escuelas públicas que en
2003. En la prueba PISA de la OCDE, la Argentina está en el lugar 58 sobre
65 países.
Una república excluyente, dominada por el dinero y asfixiada por la pérdida de
antiguos ideales, ha dejado a muchas familias argentinas en la soledad y el
desamparo. Las ha empujado hacia un exilio de la nacionalidad, carentes de los servicios más elementales de la vida civilizada, de la
seguridad que otorga el trabajo regular,
del goce de la propiedad, de la riqueza que brinda al corazón el
conocimiento y de la cultura que las
hace protagonistas de un orden político .Una sociedad sin educación y salud no puede progresar.
9. Desvalorización del rol de la política
Se
ha perdido en nuestro país el entusiasmo que en épocas pasadas movilizó a la juventud
en pro de sus sueños o ideales políticos. Las elecciones se han transformado en
compulsas para seleccionar al grupo que
se acaparará del estado
La vida y la
cultura, los ideales espirituales o sociales del ser humano, han sido reemplazados
por las exigencias
económicas y las necesidades del mundo de los negocios o el dinero. Poco a
poco hemos dejado de ser una comunidad y nos hemos transformado en una sociedad
de mercado, donde la dignidad humana, la patria o la nación no tienen más
valor que ser una rémora frente al mundo
de los intereses económicos
globales que son, en definitiva, los que
decidirán lo que el pueblo argentino debe pretender.
La desvalorización que ha sufrido la actividad política es una
amenaza seria para la vigencia de la autonomía de la democracia y sobre todo de la libertad
de la persona frente a las estructura tecno económicas globalizadas.
10. La desunión nacional
Una permanente
discordia interior –ya señalada por Joaquín
V. Gonzalez en 1910 en su “Juicio del Siglo “- ha impedido
lograr consensos sobre las políticas a largo plazo Este síndrome de la discordia se manifiesta
también en el rechazo o la negación “del otro”. Existe en la sociedad
argentina el síndrome de un constante antagoniza entre sectores
sociales o la lucha de opuestos.
Finalmente creo que es posible afirmar n que la clave
para superar el antagonismo y encontrar temas para la unión nacional, para
asentar el consenso sobre política públicas
a largo plazo, es volver a rescatar las grandes motivaciones de nuestros
ideales fundacionales.
Cualquiera sea
el resultado de las elecciones de 2019,
la principales fuerzas políticas,
deberían empezar por definir
consensuadamente políticas públicas para la ”pobreza”, la “educación” y el “ medio
ambiente “
La Unión
Nacional es el primer paso de cualquier proyecto a largo plazo para la Argentina