Por
Eduardo J. Vior
6
de Enero de 2019
A
Jair Messias Bolsonaro le gusta que lo llamen "el Trump de los
trópicos". Admira la figura y performance de su colega, pero su política
recuerda más a la República oligárquica (1889-1930) que al imperialismo plebeyo
de Trump.
Embretado entre
tecnócratas ultraliberales, pastores evangélicos proisraelíes y militares
conservadores, el recién ungido mandatario cambia de posición todos los días. Por ejemplo, sobre la reforma previsional. Esta moderación
contraería la demanda de los fondos de inversión, pero responde a la opinión
mayoritaria. No obstante, el mandatario anunció en la misma entrevista que
analiza eliminar la Justicia laboral.
Durante la entrevista Bolsonaro también confirmó que privatizará aeropuertos, puertos y ferrocarriles y tampoco descartó
discutir "en un futuro" la instalación en territorio brasileño de una
base militar de EE UU.
Desde
que subió al gobierno el presidente cambió asimismo su posición sobre la fusión
de Embraer con Boeing, que promovía
durante la campaña electoral. Los reparos de la Fuerza Aérea parecen haberlo convencido de la necesidad de moderar
dicha asociación.
Similar
distancia entre la retórica electoral y la práctica presidencial pudo
observarse el viernes en la declaración
del Grupo de Lima que tachó de su comunicado la amenaza de invasión a
Venezuela. El documento aprobado por 13 de los 14 miembros (México se opuso)
desconoce la elección de Nicolás Maduro como presidente y le pide que no asuma
este 10 de enero, pero omite referirse a
la intervención militar. Es que el Ejército
brasileño respalda las presiones contra Caracas, pero rechaza intervenir allí.
El
realismo también primó en la suspensión
del traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Precisamente, Benjamín
Netanyahu acudió a la investidura de Bolsonaro, para simbolizar la alianza
privilegiada con el nuevo gobierno, pero los países árabes compran el 40% de las exportaciones de carne bovina brasileña,
un negocio de unos 7100 millones de dólares anuales que la ministra de Agricultura, Tereza Cristina, lobbista
de los grandes conglomerados agropecuarios, no estaba dispuesta a perder... y
ganó.
Tampoco
resultará tan fácil romper el Mercosur,
como pretende el ministro Paulo Guedes. El canciller Eduardo Araújo pretende volver a la diplomacia de 1900, cuando Brasil
privilegiaba la alianza con EE UU y Chile para aislar a Argentina, pero a
Brasil no le resultará sencillo imponer sus fantasías hegemonistas sobre sus
vecinos suramericanos.
Entre
tanto, en una entrevista con Folha de São Paulo, el general Edson Leal Pujol, quien el próximo 11 de enero asumirá el
comando del Ejército, consideró negativa la participación de los militares
en política y rechazó su involucramiento
en la lucha contra la criminalidad.
El
programa y la coalición de gobierno de Jair Bolsonaro apuntan a retornar a la República oligárquica, basada en la
exportación de commodities y sin derechos laborales ni sociales. Sin
embargo, cada una de las heterogéneas fuerzas participantes tiene intereses y
proyectos propios. Si Bolsonaro quiere sobrevivir y hasta reelegirse, deberá
ceder a presiones encontradas, saltando de crisis en crisis. Si no hace
concesiones y pretende imponer su visión ideológica, sólo apresurará la
fractura. Brasil ha entrado en un curso zigzagueante que afectará a todo el
continente.