Eduardo
J. Vior
El triunfo
del Partido Revolucionario Democrático
(PRD) en la elección presidencial panameña del domingo 5 devuelve al poder al
bloque agrario contrario al capital financiero concentrado de la capital y
plantea un giro en la política internacional del país que incluye una actitud
más prudente hacia Venezuela. Sin embargo, ante el cúmulo de obstáculos
existentes y sus propias debilidades, el PRD todavía debe demostrar su
capacidad para ejecutar esta agenda.
Al filo de la
medianoche del domingo el Tribunal Electoral anunció la victoria de Laurentino “Nito” Cortizo. De este modo el
PRD regresa a la presidencia del país centroamericano tras una década en el
llano, pero lo hace por una diferencia mínima. Con casi el 100% de los votos
escrutados, el lunes el candidato perredista lograba el 33% frente al 31% de
Rómulo Roux, de Cambio Democrático (CD), la formación del expresidente Ricardo
Martinelli (2009-14), quien está preso, mientras se le investiga por un
escándalo de escuchas. En números absolutos logró una ventaja de 37.500 votos.
El tercer candidato, el independiente Ricardo Lombana, alcanzó el 20%.
Finalmente, el oficialista José Isabel Blandón, del Partido Panameñista, sólo
obtuvo el 10%. Si bien se preveía una alta
concurrencia a las urnas, la participación llegó al 70%.
Aunque las
encuestas situaban a Cortizo, empresario de 66 años, como gran favorito para la
presidencia del país centroamericano, de cuatro millones de habitantes, el
margen de victoria es mucho menor de lo augurado. Roux, abogado de 54 años, se le acercó mucho gracias al gran
porcentaje que alcanzó en la capital y el área metropolitana, imponiendo la
capacidad de movilización de su formación entre las clases populares. Cortizo,
por su parte, se impuso con claridad en las comarcas indígenas y en las
provincias rurales, donde está más asentado su partido (el más grande del
país).
“Nito” Cortizo, de 66 años, comenzó su
carrera como empresario en compañías de construcción y ganadería, antes de
ingresar en 1994 en la política como
diputado del ya desaparecido Partido Solidaridad. Desde 2004 milita en el
Partido Revolucionario Democrático (PRD), fundado por el líder revolucionario
Omar Torrijos (1968-81). Cortizo fue ministro de Desarrollo Agropecuario
durante la última administración del PRD (2004-09), con Martín Torrijos como
presidente, pero renunció en 2007 en desacuerdo con el Tratado de Libre
Comercio con EE.UU. Consecuente con esta actitud, tras salir de votar el
domingo pasado, anunció que renegociará el acuerdo, lo mismo que los tratados con
Costa Rica y Nicaragua. Es que él representa a intereses ganaderos que fueron
muy afectados por la apertura de las aduanas.
El ahora
presidente electo relató el domingo también a la prensa que recientemente tuvo
una buena conversación con el embajador
de China en Panamá, quien entendió que “nosotros tenemos una relación
estratégica con Estados Unidos, pues es nuestro principal socio”. No
obstante, manifestó su voluntad de fortalecer los vínculos comerciales con el
país asiático.
Aunque ambas
naciones recién han establecido relaciones diplomáticas hace dos años, China ya
tiene a Panamá entre sus principales objetivos de inversión en América Latina
para los próximos años. Por el Canal
pasa el 5% del comercio mundial y ese país es una plataforma clave a escala
global. Sin embargo, como el 10% del comercio exterior norteamericano también
atraviesa la misma vía y supone más de 2/3 de su tráfico anual, el conflicto
entre ambas superpotencias por su influencia sobre Panamá está programado.
El PRD es una de las tres formaciones
políticas mayoritarias en el país centroamericano, junto con el Panameñista
del actual presidente Juan Carlos Varela, y Cambio Democrático, de Ricardo
Martinelli. La formación de Cortizo es miembro de la Internacional Socialista,
pero los partidos panameños distan de ser ideológicos y el tono general es
conservador. Sólo Saúl Méndez, candidato por el Frente Amplio, se define como
de izquierda.
Las
elecciones del domingo pasado son vistas por muchos como un nuevo comienzo en
la lucha contra la corrupción y como un momento de posible viraje político en
Panamá. Fueron los primeros comicios desde la filtración de los Papeles de
Panamá que sacudieron el país hace tres años y que luego se vio afectado por
otros grandes escándalos. Es por ello que el combate a la corrupción fue uno de
los principales temas de la campaña.
Aunque el cambio de gobierno no alterará el modelo
de desarrollo basado en el potencial logístico del Canal y la atracción de
capitales extranjeros mediante importantes incentivos fiscales, el próximo
presidente deberá moderar la inequidad (Panamá es uno de los cinco países más
desiguales del mundo) y combatir la
corrupción. En la última década el país ha crecido a un promedio del 7% anual,
pero el 10% más rico tiene 35 veces más que el 10% más pobre y mientras la
renta per cápita de la capital y la zona de influencia del Canal crece
continuamente, la Panamá rural tiene unas tasas de pobreza muy similares a las
de los países vecinos. Aunque la inflación está controlada, el precio de los
productos básicos ha subido con fuerza en los últimos años, arañando el poder
adquisitivo de los sectores más pobres de la población.
El otro gran
foco de descontento social es la corrupción,
cuya percepción ha crecido durante el mandato de Varela. Ahora le toca a
Cortizo encarar seriamente el flagelo.
El presidente
electo asegura asimismo que revisará la actuación de su país con respecto a Venezuela, sobre todo las posiciones
que ha adoptado dentro del Grupo de Lima, incluyendo el reconocimiento a Juan
Guaidó como presidente interino, y aseguró que le duelen las circunstancias por
las que atraviesa Venezuela.
Dados el
escaso margen de ventaja obtenido sobre el Centro Democrático, el apoyo que
éste sigue teniendo en sectores urbanos (incluso entre los más pobres), el
efecto corruptor de la economía del Canal, la enorme presión de EE.UU. y la
propia heterogeneidad de su base, no hay garantías de que Cortijo pueda cumplir
su programa. No obstante, cualquier progreso en ese sentido, por pequeño que sea,
romperá el cerco norteamericano a Venezuela. Nuevos vientos soplan en Nuestra
América.