Por
Dionela Guidi y Juan Godoy
“Ganar la elección es para nosotros un medio
para servir al país (…) El primer acto es cuantitativo (…) cuando pasamos a la
acción de gobierno, es otra cosa. Al gobierno hay que llevar lo mejor que se
tenga, lo más capaz, porque hay que realizar una acción para el bien del país”.
(Juan Perón)
“Así como la organización se articula en el
espacio, toda lucha se articula en el tiempo. Hay cosas que son permanentes,
como es una ideología, y nosotros la tenemos. Arriar las banderas de la
justicia social, independencia económica y soberanía política, es muy difícil
porque son permanentes”. (Juan
Perón)
La
hora actual reclama la unidad del campo nacional. Dejar de lado los intereses
particulares en pos de nuestra Patria y las mayorías populares. Por eso, Perón
remarca que “no debemos hacer lo que nos
conviene a nosotros sino lo que conviene a todos”. Se trata de no mirar
tanto al costado, sino enfrente, donde está el enemigo principal. Así, “el mundo debe salir de la etapa egoísta y
pensar más en las necesidades y esperanzas de la comunidad”. Nos proponemos
reflexionar brevemente sobre algunos núcleos problemáticos en torno a la unidad
y puntales donde asentarla.
La doctrina no debe entenderse como
un “resto fósil”, sino más bien como un elemento vivo que urge poner en
práctica. No obstante, hay quienes asumen posturas que pretenden anclarse solo
en el presente, en donde cuesta dilucidar principios doctrinarios ya que todas
las cuestiones se encuentran enteramente sometidas a los cambios de la sociedad
actual. Lo que lleva a un accionar vacío de contenido y por tanto a una
práctica política alejada de nuestra tradición nacional. La teoría sin la
práctica deviene en idealismo, y la práctica política sin teoría corre un serio
riesgo de caer en la falta de valores.
Perón contenía en su análisis
doctrinario los elementos de cambio y permanencia. Ambos eran fundamentales
para “vencer al tiempo”. Sin embargo, más allá de su legado escrito, es cierto
que sus palabras se apoyaron también en su presencia, en su ascendencia sobre
los distintos sectores y en sus dotes personales para la conducción. 45 años
después de su partida física, el abanico de interpretaciones y posteriores
lecturas es mucho más difícil de unificar.
Quizás John William Cooke no tomo
dimensión en su momento que cuando esbozó una pregunta lanzó también una
maldición sobre el movimiento nacional: Cuando Perón no esté ¿que significará
ser peronista? No obstante creemos que es posible franquear estas diferencias
si como militantes peronistas nos mueve el deseo de mantener viva la llama del
movimiento histórico que nos brindó los años más felices como pueblo y que de
alguna u otra manera nos sigue convocando y conteniendo dentro de una misma “fuente”.
Hay una idea de Perón que se repite
mucho pero se practica poco, esa de “primero
la Patria, después el movimiento y por último los hombres”. No solo se
practica mucho, sino que en gran medida se invierten los términos. El presente
reclama con urgencia retomar esa máxima, pues la patria está en peligro, pero
no como mera retórica, la gravedad de la situación amenaza con una crisis
terminal. En este marco, aquí pensamos que el peor de los nuestros es el mejor
que el mejor de ellos. Tener en cuenta asimismo que muchas veces lo “perfecto”
suele ser enemigo de lo bueno.
Que la unidad del campo nacional (en
su más amplia concepción), es el camino para derrotar en las urnas al gobierno
de la oligarquía que llevó a cabo una de las peores, sino la peor, administración
económica de la historia argentina no sólo para los sectores populares, sino
mayormente para los sectores nacionales en su conjunto parece ser una idea en
que coinciden todos (o casi, casi todos) los integrantes del campo nacional (en
el sentido más amplio), y fundamentalmente el pueblo argentino, será por eso
que los forjistas pensaban que “el pueblo está en la raíz de lo
nacional. Es lo menos bárbaro, en el sentido que daban los antiguos a la
palabra. Es menos foráneo, menos perturbado, por la generalización de lo
particular de otros. Está en lo particular suyo, y de ahí salen sus
generalizaciones. Razona de sí para afuera, y no de afuera para sí. Por eso
acierta siempre en las cosas grandes de la Patria”. No obstante, por diferentes
razones esa unidad y/o el triunfo electoral es una duda.
En el peronismo histórico y las ideas
de Juan Perón podemos encontrar algunas respuestas y orientaciones a esta
problemática presente. Esto último, entendiendo que el peronismo histórico no
es pasado, sino es futuro, pues es el que nos da el norte en relación a la
construcción política, al mismo tiempo que en vinculación al proyecto de país.
La oligarquía lo tiene claro, por eso cuando avanza lo hace sobre los pilares
de la nación construida por el peronismo.
Rastreando en nuestra historia e
ideas nos encontramos con una cuestión interesante para pensar esta coyuntura,
referimos a la unidad de concepción que consideramos que hoy encuentra
problemas, lo que hace difícil pensar en la unidad de acción. Perón argumenta que
“en este tipo de preparación de multitudes lo que hay que presentar en
un punto de partida es una unidad de concepción, para que esa unidad de
concepción, consecuente en la marcha del tiempo, vaya realizándose con absoluta
unidad de acción. Solamente así es posible vencer en los grandes movimientos
colectivos”. Y más
adelante continúa: “La unidad de
concepción está en la teoría y en la doctrina; y la unidad de acción está en la
buena conducción del conjunto de esta doctrina y de esta teoría”.
No se trata de medir o definir qué o
quién es el peronismo, desde ya, o de usar el “peronómetro”, no obstante hay
núcleos centrales que orientan o definen una ideología política, sino todo
daría lo mismo. Hay aspectos doctrinarios que son los elementos centrales por
lo cual perduran, y otros vinculados al tiempo histórico que son plausibles de
adaptar. Perón establece que “las doctrinas no son eternas sino en sus
grandes principios”.
Sin embargo también alerta sobre la
posibilidad de “deformaciones doctrinarias” que tienen como principal
consecuencia la diversificación en grupos que apoyan tal o cual línea interna y
terminan por disociar al conjunto: “no hay doctrina en el mundo que haya
escapado a este tipo deformación por falta de unidad de doctrina”. Es
preciso entonces “dar unidad de doctrina
a los hombres; en otras palabras, enseñar a percibir los fenómenos de una
manera que es similar para todo; apreciarlos también de un mismo modo,
resolverlo de igual manera y proceder en la ejecución de una manera similar”.
Dada la cuestión nacional irresuelta,
los núcleos problemáticos centrales, siguen siendo los mismos, de ahí también
la actualidad del ideario nacional. En este marco siempre ha hecho énfasis en
las grandes problemáticas nacionales, no así en las particulares que tienden a
dividir y segregar el campo nacional. Así, la tradición frentista no construye
mayorías a partir de la sumatoria de las demandas de las minorías, sino que
representa a las mayorías.
Ejes
ordenadores son las tres banderas que toma del sustrato profundo de la Patria
el peronismo: la independencia económica, la soberanía política y la justicia
social. Para su realización el peronismo tuvo tres pilares en su construcción
del gran frente nacional para dejar atrás el país semi-colonial. Una política
de integración al mismo para la clase trabajadora organizada, una en relación a
la iglesia y otra para las Fuerzas Armadas. Si pensamos en los últimos años
cuando esa política de integración encontró problemas el frente nacional se
agrietó y el movimiento nacional sin brújula quedó a la deriva. Es que como se
expresa en Conducción Política: “las deformaciones doctrinarias tienden a
la diversificación de los grupos que las apoyan y terminan por disociar a las
comunidades que las practican”.
En este sentido pensamos que cuando
se inocula el veneno que puede dar muerte a nuestra doctrina: tanto cuando es
considerada como un elemento inerte no pensando en su realización en el
presente, como en quienes consideran que
“el mundo es otro” por tanto poco importa el hilo doctrinario que nos une a las
generaciones pasadas y sólo valen las acciones “de coyuntura”. Así, piensan que
los aspectos doctrinarios están “pasados de moda”, “no van más”. Vale decir que
este sector progresista ha sido en los últimos años el que mayormente tendió a prevalecer
sobre el movimiento nacional, en sus interpretaciones y acción política. Es
necesario también destacar que estos sectores, penetrados por la lógica
posmoderna, utilizan no obstante esquemas a veces más añejos o siguen la “moda
intelectual”, pero una característica los atraviesa siempre: mirar la realidad
a través de “ojos ajenos”.
Perón también mencionó el fracaso que
tarde o temprano enfrentan las causas sin doctrina: “las buenas causas se transformaron en las causas más atroces que ha
tenido la humanidad por falta de una doctrina que asegurara la consolidación y
la continuidad”. Antonio Cafiero por su parte entendía que necesario un
peronismo que vuelva a hacer suya “la
lucha por la idea y rechazar la noción de que lo único que cuenta en la
política son las actitudes pragmáticas, desvinculadas de cualquier clase de
connotaciones éticas y valorativas”. Por eso es necesario prevenir “acerca de los peligros que encierra el
paulatino empobrecimiento de la política cuando se la confina al marco de una
cultura pragmática que ha perdido el sentido de búsqueda de la verdad, de la
idea y de los valores superiores”.
El
próximo gobierno, si es nacional-popular, no se avizora con la posibilidad de
ser profundamente transformador por la delicada situación en que deja al país
el gobierno cambiemos, sino más bien como una transición que comience a
establecer los pilares para cimentar un proyecto nacional que logre transformar
la Argentina, como un engranaje hacia la posibilidad de un resurgimiento del
peronismo y la profundización de un proyecto de liberación nacional.
Preguntarnos
si las chances electorales del peronismo se abrieron en el último tiempo por
nuestras virtudes, por el proyecto de país que estamos proponiendo, o por la debacle
económica del gobierno cambiemos. Sabemos
que estas preguntas quedan en segundo plano cuando se juega tanto en esta
elección, sin embargo es bueno hacérselas cuando seguramente en un futuro
cercano debamos sentar las bases para sacar adelante al país del infierno en el
que fue metido. En este sentido, la derrota del macrismo vendrá no sólo de su
derrota en las urnas, aunque esencial, es el primer paso para derrotarlo
políticamente y enterrarlo históricamente con un proyecto que logre emancipar
definitivamente la patria.