martes, 26 de junio de 2018

Discurso de Monseñor Lugones en la Semana Social


Comisión episcopal de Pastoral Social
Mar del Plata – Junio 2018

 En primer lugar quiero agradecer a todos los presentes porque es con ustedes con quienes compartimos y vivimos la Semana Social, sin ustedes la semana social no sería posible. Así que les agradezco de todo corazón la presencia de gente de todo el país, hoy hablaba con gente de Misiones, con gente del Chaco, con gente de Orán, de Santiago del Estero, de San Juan, es decir en representación de todo este arco nacional al cual nosotros tenemos que atender y especialmente los que vivimos en Buenos Aires porque nos parece importante este sentido federal que tenemos que dar, no solo cuando hablamos de economías regionales, lo cual es muy importante, sino también del espacio y la participación que el interior tiene que tener a nivel nacional.
Vivimos situaciones sociales difíciles, también en el interior del país. Quizás lo que más conocemos es lo que ocurre acá, en el conurbano, porque vivimos aquí algunos de nosotros; pero realmente los problemas son acuciantes, por eso vamos a tratar en esta Semana Social el tema del trabajo infantil, del trabajo esclavo, vamos a tratar el tema de los indigentes, porque también es un tema importante. Porque hablamos de los pobres (la Democracia, un camino hacia los pobres) pero también tenemos un número importante de indigentes en la Argentina que no tienen chances hoy en día.
Esto a nosotros nos duele, y nos duele también desde el interior profundo del país. Hoy vivimos en Argentina despidos y suspensiones, nos golpean continuamente la puerta hermanos y hermanas que están perdiendo el trabajo o que han sido suspendidos y no tienen como llevar el pan a la casa, y esto a nosotros también nos sensibiliza de una manera especial, por eso creo que están bien los verbos “Crear” y “Hacer”, pero me parece que falta el “Sentir”, la sensibilidad social que necesitamos nosotros.
Una sensibilidad social operativa, alentamos la copa de leche de las escuelas de nuestras provincias, pero –lo hemos compartido en las reuniones de obispos– ¿qué hacemos con los chicos que no están escolarizados en la provincia de Buenos Aires, en el país? En la provincia no tienen la copa de leche esos chicos ¿no? Tenemos desnutrición, tenemos los comedores atestados… Antes de ayer escuchábamos a una organización de Mar del Plata que da de comer y alimentos, quienes nos decían que la demanda de alimentos en los últimos tiempos ha crecido el 30%, y esto nos sensibiliza mucho.
Queremos un desarrollo sustentable, pero también vemos parques industriales cerrados o que no comienzan a funcionar, por lo menos aquellos que más conocemos, uno privado por ejemplo en San Vicente, uno que intenta ser de otro modo en Pte. Perón.
Respecto a la Educación de Adultos nosotros deseamos, por supuesto, alentamos estos ciento diez mil adultos que hoy están en la Educación, pero, yo no soy un técnico, pero tenemos tres millones de adultos acá en la provincia de Buenos Aires, tres millones que no están escolarizados.
Yo me pregunto si, en este tema tan delicado, que todos vivimos a nivel país que es la inseguridad, que es la violencia, junto al tema que aquí se trató del narcomenudeo, del narcotráfico y del consumo de sustancias, no es justamente por la falta de trabajo, la falta de esperanza, la falta de contención de nuestros jóvenes y de nuestras familias, la familia es la célula básica de la sociedad. Si no apostamos a las familias estamos, perdónenme la expresión, “fritos”, parece que atentamos a la familia con el divorcio, atentamos contra la familia con el aborto.
A mí me parece que la familia es lo que hoy tenemos que defender. Con respecto a esta inseguridad que vivimos, es importante que reformemos hospitales, no vemos que se creen hospitales, pero si se construyen cárceles, al lado de la 40 se está construyendo una cárcel en Lomas de Zamora, y también esto nos preocupa y nos sensibiliza.

Queremos desde la esperanza, porque la esperanza es una virtud que Dios nos regala a todos pero que debemos alentar y construir, una unidad de trabajo, de encuentro, de escucha interinstitucional. Pero, cuando el trabajo nuestro no alcanza, es un rol imperativo -desde la Doctrina Social de la Iglesia- el principio de subsidiariedad, que se haga cargo el gobierno, el Estado debe hacerse cargo.
Hoy vemos que tenemos jubilados sin medicación, nosotros recibimos las recetas de los hospitales, frente a su municipio, en la Parroquia Inmaculada, en la farmacia de Caritas todos los días, y remedio que no existe en la farmacia se le compra. Vemos que tenemos en su distrito un hospital el PAMI, en Esteban Echeverría, construido, terminado, sabiendo que el 3% del sueldo de ustedes, jubilados y de ustedes activos va al PAMI, pero no llega al PAMI, lo maneja la AFIP y lo maneja la ANSES, y tenemos hospitales cerrados, construidos… Sensibilidad social.
Nos parece a nosotros que esta esperanza debe ser construida también con los jóvenes, con quienes esta mañana nos reuníamos, pero qué hacemos con los jóvenes si no tenemos recursos. Los jóvenes tienen esperanza, los jóvenes quieren. Hoy les decía que, si bien en el país hay jóvenes que ni estudian ni trabajan, los jóvenes quieren abrirse camino, lo hemos visto con el proyecto presentado esta mañana de Cuidadores de la Casa Común, chicas y chicos que están en el consumo, pibas que vienen con sus bebés y cuando se les presenta un proyecto de vida, una contención, una apertura a la capacitación y por lo tanto una salida en el futuro laboral, los jóvenes, las chicas y los chicos se entusiasman, quieren. No vivimos con los “pibes chorros” todos los días, estas chicas y estos chicos realmente quieren salir adelante, pero lamentablemente no tenemos recursos.
Evidentemente que la paz es fruto de la justicia, tenemos que trabajar por la paz social, pero desde la justicia social, si no va a ser muy difícil que podamos alentar a tanta gente que hoy está muy deprimida, gente angustiada que hoy viene a vernos. Nosotros como pastores atendemos mucha gente a diario que, en el fondo, muchos de ellos se rebelan en su corazón porque sienten que viven una injusticia, que no se merecieron eso que viven.
Y hay que consolar, hay que poner el hombro, pero para eso necesitamos creatividad, necesitamos inversión, necesitamos un desarrollo que sea sustentable, porque vemos PyMES cerradas, esto es una realidad, y vemos trabajadores suspendidos y esto también se traduce en reclamos todos los días que recibimos nosotros.
Nosotros deseamos que, a partir de esta Semana Social, también podamos entre todos tener una prospectiva, es decir algo que nos anime a seguir trabajando juntos, a no bajar los brazos.
Es buena noticia cuando hacemos cosas y también cuando lo hacemos por los más pobres, pero también es bueno cuando nos juzgamos más allá incluso de nuestra propia fama, de nuestro propio estatus, de nuestra propia apariencia o de lo que digan de nosotros, si es en este camino de servicio a los más pobres.
¡Gracias por estar, gracias Hermanos Obispos de la Pastoral Social, están todos, espero realmente que estos tres días de la Semana Social sean fructíferos!

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