lunes, 11 de junio de 2018

“Rumbo a 2019”


10 de junio de 2018.
Juan Gabriel Labaké

Para el FMI, era salvar a Macri para no perder a Latinoamérica
Para Macri, era el FMI con mayores cadenas, o el helicóptero

Como resultado de la crisis terminal e irrecuperable del modelo neoliberal, que dejó al desnudo la corrida cambiaria de mayo último, el gobierno había perdido el poder de iniciativa y toda su capacidad de conducir al país.
Ellos lo sabían. El peronismo lo intuía. El pueblo todo lo sentía.
Por eso recurrieron al salvavidas de plomo del FMI, que tratará de salvar al equipo más inútil, corrupto de guante blanco y vendepatria de los últimos 50 años, a costa de entregar la Argentina a la voracidad de los buitres de afuera y de adentro.
Por eso, también, el Fondo fue tan “generoso” y Trump movió sus piezas en serio ante el angustioso (o gozoso) SOS de su mejor alumno del Colegio Cardenal Newman: el mejor equipo de inútiles-corruptos-vendepatria pidió 30.000 millones, y sus amos anglosajones-israelíes le dieron 50.000… “pa’ que alcance y tengan”.

NO FUE UNA SIMPLE CORRIDA CAMBIARIA
En realidad, la corrida del dólar que los asustó (o les dio el pretexto) en mayo último, no fue una simple crisis cambiaria, como pretende el gobierno de los inútiles-corruptos-vendepatria, sino el síntoma inequívoco e inexorable del fracaso del modelo neoliberal instaurado en diciembre de 2015 por esos mismos ex alumnos del Colegio Cardenal Newman.
Los gruesos errores de conducción del presidente de la Nación, el supuesto jefe del equipo, y la tardanza en comprender la magnitud del desastre que ellos mismos provocaron habían decretado, además, la muerte en vida del proyecto político de Cambiemos, su fracaso como alianza de gobierno y la seguridad popular de que, en el mejor de los casos, había Macri y Cambiemos sólo hasta 2019.
De modo que al gobierno le quedaban, a lo sumo, 18 meses, no de vida, sino de agonía, porque el fracaso es tan profundo y el tiempo restante tan corto que no tenía posibilidad alguna de recuperarse, y su margen de maniobra era muy estrecho.
Pero Macri seguía soñando con su país de fantasía, mientras las encuestas y, sobretodo, las multitudes que se han vuelto de presencia diaria en las calles argentinas, le estaban gritando que no va más.
A su vez, la señora Vidal, a pesar del fenomenal blindaje mediático que trata de protegerla, había descendido por el tobogán a la misma velocidad que Macri. Ella era la carta en la manga de Cambiemos para lo que llamaron el “Plan B”. Pero ese “Plan B” también se había ido por el tobogán, junto con la producida y teatral gobernadora de Buenos Aires. Y no hay blindaje mediático que lo pueda impedir.
Esa era la cruda realidad que afrontaba la llamada “alianza” Cambiemos, y que ahora nadie cree que sea más que un simple rejunte de ambiciones personales y grupales, conducido por un grupo de CEOs insensibles e inescrupulosos. El resto de esa “alianza” –siempre descartable- está constituido por un grupo radical, que se debe conformar con emitir una protesta cada tanto por el ninguneo que sufre a manos de los del Newman, y una “diva” de la política entrada en carnes y años, como Elisa Carrió, cuyo maquillaje de fiscal de la República se le está cayendo, para dejar al desnudo el rostro del oportunismo tipo Narciso que la aqueja desde siempre.
Todo eso también había muerto. Era la fantasía creada por Durán Barba para ganar las elecciones de 2015. En mayo último agonizaba.
Y muerto este intento de los CEOs, desinflado en la nada el gobierno de los ex alumnos del Newman, sólo quedaba el peronismo para hacerse cargo del desastre que se aproxima. Es decir, el pueblo se aprestaba a recuperar sus derechos más elementales e inalienables.
En tales angustiantes condiciones (para ellos), nadie podía engañarse pensando que los CEOs del PRO largarían los sillones del poder formal sin resistir. Son muchos y muy poderosos los intereses en juego, y muy grande el peligro de terminar peregrinando por los Tribunales de Comodoro Py, como para que los ex alumnos del Newman se resignaran a una muerte política que los argentinos ya han decretado.
Recurrieron a sus verdaderos amos, como era de prever. De otro modo, en estos dieciocho meses de agonía que restan hasta diciembre de 2019, el equipo gobernante habría tenido que afrontar alguno de estos cinco caminos como tabla de salvación:

CINCO ESCENARIOS
1. Provocar un escenario de exacerbada violencia callejera.
La señora Patricia Bullrich emite periódicamente claras señales de estar tanteando este camino. Así lo demuestra la exhibición amenazadora del armamento de represión popular que Israel le ha proveído al Ministerio de Seguridad, y que se hizo evidente y grosero durante el tratamiento de la llamada Ley de Reforma Previsional y en la brutal represión que se desató luego de algunas marchas populares. El climax de violencia llegó con la película de terror policial, dirigida por Rodríguez Larreta y que los argentinos presenciamos hace pocos días, cuando los metrodelegados realizaron su protesta por salarios dignos.
El objetivo parece claro: provocar al pueblo para que produzca algunos desmanes, que justifiquen una posterior represión violenta, incluidas en ella las armas de fuego con el consiguiente derramamiento de sangre y creación del caos. En ese escenario el gobierno justificaría la presencia masiva de fuerzas de seguridad y la adopción de medidas de “emergencia”. Es decir, crearía intencionadamente un ambiente de caos para luego producir el ajuste que siempre deseó, pero no pudo aplicar hasta ayer por la oposición popular. Esa es la técnica represiva ideada por la escuela neoliberal de Milton y Rose Friedman, de la Universidad de Chicago que es, a su vez, de propiedad de la banca sionista de la familia Rothschild, y que analizó en todos sus detalles la canadiense Naomí Klein en su libro “La doctrina del shock” (Ed. Paidós, 2010).

2. Podría suceder también que, en ese clima de violencia, los cálculos del gobierno de los CEOs fallaran y fuera una gran pueblada la que terminara por derrocar al ingeniero Macri, siempre luego de algún derramamiento de sangre. Corrían el riesgo de que se repitiera, así, la experiencia de la fuga en helicóptero que inauguró la anterior alianza, la de De la Rúa y Chacho Álvarez.

3. Una renuncia de Macri o entrega anticipada de la presidencia.
Habría sido una repetición de la conducta adoptada por el Dr. Alfonsín. Siempre fue poco probable porque, a diferencia de Alfonsín, los actuales gobernantes, repito, tienen inmensos intereses personales en juego y sobre su cabeza pende la espada de Damocles de los Tribunales de Comodoro Py.

4. Si todas las salidas descriptas les quedaban cerradas, la gente de Cambiemos, o al menos los CEOs del PRO y ex alumnos del Newman podían echar mano a una fórmula mixta, en donde Macri o Vidal ocuparan la candidatura a presidente, y un peronista “racional” fuera su compañero de fórmula. La idea debe revolotear todavía en algunas cabezas, tanto del oficialismo como de la oposición domesticada, pero el inmenso descontento popular, que con seguridad irá en aumento, sería un obstáculo insalvable para llegar a ese engendro de la fórmula mixta.

5. Y si las papas quemaban y no veían otra tabla de salvación, los candidatos a Comodoro Py que hoy gobiernan podían intentar el último manotazo de ahogado: promover directa o indirectamente la candidatura presidencial de uno de esos peronistas que la prensa del régimen llama modosamente “racionales”, y que el lenguaje popular, que es más auténtico y certero, ha estigmatizado ya como peronistas claudicantes.
Frente a ese variado menú de salidas gatopardistas, y muy peligrosas (para ellos), que mascullaba el gobierno, sus patrones de Washington, Wall Street, Londres y Tel Aviv prefirieron poner toda la carne en el asador… sabiendo que el asado se lo comerían ellos, no nosotros.

Nos ofrecieron la zanahoria de 50.000 millones de dólares a devolver en 24 meses, pero atado a un plan de ajuste que ya da escalofríos.
Ahora, es el peronismo quien debe hacer la próxima jugada en esta delicada partida de ajedrez en la que enfrentamos a la coalición imperial más poderosa del mundo, que apadrina al engendro formado por los ex alumnos del Newman, los CEOs más inescrupulosos de la Argentina, ayudados vergonzantemente por un radicalismo que se dobla todos los días, y los peronistas racionalmente claudicantes que conocemos.



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