Tiene que ver y mucho, acusa
el principal referente de los curas villeros argentinos, Pepe di Paola, al
cerrar el debate parlamentario sobre la polémica ley
31/05/2018 - ALVER METALLI
Las últimas palabras a favor
de la vida y contra la legalización del aborto que resonaron en el Congreso
argentino fueron del sacerdote José
María di Paola, más conocido como padre Pepe, el principal referente de los
curas villeros de Buenos Aires. Las primeras palabras fueron, el 10 de
abril, de otro cura villero, Gustavo
Carrara, elevado al rango de obispo por Bergoglio hace pocos meses. Dos
curas de las periferias pobres que tanto recomienda a la atención de la Iglesia
el Papa Francisco enarbolaron la bandera de la lucha a favor de la vida desde
su concepción hasta la muerte natural, sobre la cual tendrán que pronunciarse
dentro de pocos días los parlamentarios argentinos para decidir si el proyecto
que liberaliza el aborto se convierte en ley del estado.
En su momento, Carrara hizo
notar que el proyecto de ley que se discutía no formaba parte de la plataforma
electoral del gobierno del presidente Mauricio Macri y que “algunos planteos de
otros sectores sociales — dijo en referencia al aborto— toman a los pobres como
justificativo para sus argumentos”. Y lo dijo con el propósito de dejar en
claro que la propuesta del proyecto de liberalización no era una exigencia que
se advirtiera en sus ambientes, marcados más por la marginación que por el
desprecio por la vida. Ahora, Di Paola fue un poco más lejos y lanzó una
verdadera bomba apologética en los siete minutos que tenía a disposición,
estableciendo una relación directa entre la trayectoria legislativa que cumplen
los proyectos de ley que suponen distintos grados de liberalización de la práctica abortiva con el beneplácito del
presidente Macri y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional,
que comenzaron apenas dos meses después para obtener una significativa
disponibilidad de fondos que le permitiera frenar el deterioro económico y el
peligro de crisis social que los mismos negociadores argentinos definieron como
dramáticos durante las tratativas en Estados Unidos.
“No es inocente que este año
se instale el aborto desde la política para acercarse a aquel que lo promueve
en todo el mundo: el Fondo Monetario Internacional”, afirmó di Paola señalando
la contradicción de aquellos diputados a quienes “los veo preocupados y
manifestándose contra el FMI y al mismo tiempo inclinándose a aprobar una de
sus mayores exigencias, el aborto, para controlar quién nace y quién no en los
países que deben acatar sus normativas.”, aludiendo de manera directa a los
representantes de la izquierda peronista y radical que definieron su apoyo a la
ley o todavía no se pronunciaron a favor o en contra. En pocas palabras, Di
Paola considera que la idea de
modernización de la Argentina que promueve Macri está coherentemente sintonizada
con la visión del FMI, que plantea el aborto casi como un derecho humano.
“Aborto es sinónimo de FMI, le guste o no al mundo conservador que no ve con
malos ojos que los pobres tengan la
menor cantidad de hijos o que no los tengan, y también al mundo pseudo
progresista que levanta las banderas de una presunta libertad de las mujeres
para disponer de su cuerpo aunque sabe que este genocidio es inspirado y
promovido por el FMI”. Una acusación grave, destinada a provocar polémica y con
la cual, haciéndola a cara descubierta, espera sacudir algunas conciencias que
todavía no han declarado de qué parte estarán en el momento de la votación.
“¿Será que muchos legisladores y funcionarios preocupados por el tema social ya
se han resignado y dejaron de buscar soluciones reales para las mujeres pobres
en la dura vida que llevan, para los pequeños niños abandonados o subsumidos
por el narcotráfico?”, se preguntó el sacerdote, quien actualmente ejerce su
ministerio en un conjunto de villas miseria de la periferia de Buenos Aires.
Otro punto que sin duda
alimentará la discusión fue su referencia al próximo santo salvadoreño Óscar
Arnulfo Romero, para mostrar que la presión que ejercen los poderes
supranacionales en los gobiernos nacionales al imponer debates como el
argentino también ha sido muy fuerte en otros momentos y en otras latitudes de
América Latina. Mons. Romero decía en su
diario que no estaba dispuesto a aceptar las imposiciones de los poderes
imperantes de la economía mundial que promovían el control de la natalidad y el
aborto en su país. En su vida sacerdotal Romero mantuvo una línea coherente
de oposición al aborto. Sesenta años antes de la elección del Papa Francisco,
el futuro santo de El Salvador atacaba lo que el actual Pontífice llama “colonización ideológica” con la que los
países ricos imponen el aborto legal en los países pobres.
«En
América Latina resuena el famoso grito de "No Matarás" de monseñor
Romero, Obispo Mártir de El Salvador, cuando exhortaba a los militares a no
reprimir a su propio pueblo » - recordó di Paola y - «lo dirigía también contra
“ese inmenso mar de ignominia que mata en las entrañas de la madre”. Con el
mismo fervor, en una homilía del 18 de marzo de 1979, un año antes de ser
asesinado, Romero agregaba: “Si sentimos la represión porque nos matan a
jóvenes y gente que ya es grande, lo mismo es quitar la vida en las entrañas de
la mujer. También el niño en las entrañas es un hombre que con el aborto es
asesinado”». Los planes del FMI y sus imposiciones – afirmó de Paola –
“terminaron con la vida de monseñor Romero y de muchos niños en nuestra
América. Especialmente nuestra América más profunda, la silenciada”.
Por último, el sacerdote
villero afirmó, ante el asombro de quienes lo escuchaban, que ya hay un punto
en Argentina donde el acceso al aborto es lícito: “Fondo Monetario
Internacional es aborto y hay diputados que quieren lo que ya se da en nuestras
Islas Malvinas usurpadas por el Imperio
británico, donde se estableció una base de la OTAN y donde el aborto es libre,
seguro y gratuito”.