Walter Formento
CIEPE /Director
El 24 de marzo de 1976 se
produce un golpe encabezado y organizado por la oligarquía financiera, no solo por la oligarquía argentina sino también
por la oligarquía norteamericana y británica.
Un golpe de estado estructural
porque tuvo el objetivo no solo de destruir toda la organización nacional
productiva dándole poder a lo financiero sino que preparo el terreno para lo
que después fue la llamada “Guerra de
Malvinas”. Trampa armada desde dentro de la alianza entre oligarquías golpistas
para llevarnos a una guerra con derrota asegurada, porque no había
conducción militar que la peleara y no había condiciones estratégicas y
técnicas para enfrentar a las dos grandes potencias militares de fines de siglo
XX.
Por ello la llamada Guerra de Malvinas, desde la conducción
estratégica militar, no se ganó porque en ningún momento se peleó. Y no se
peleó en el grado de cohesión que se requería, porque los enemigos a vencer en
1979-82 fueron los aliados en el golpe de 1976 y venían siéndolo desde 1955.
Las oligarquías financieras de Washington y Londres, las mismas que impusieron
las leyes con Martínez de Hoz para darle todo el poder a la oligarquía financiera y al monopolio
mediático Clarín, no solo construyen las condiciones para el golpe de 1976 sino
también para la llamada “Guerra de Malvinas”. Lo cual nos llevó al desarme
industrial, a la destrucción del movimiento nacional con la destrucción
sistemática de las organizaciones gremiales de trabajadores, de científicos y
técnicos, empresarios, estudiantiles, de las empresas estratégicas del Estado y
de la administración estratégica, es decir de todas las organizaciones libres
del Pueblo y de los partidos políticos.
Las oligarquías financieras
internacionales golpistas sabían que se estaba abriendo un nuevo tiempo
histórico social. Sabían que el mundo ya estaba en un cambio profundo de
estructuras. Sabían que el complejo industrial militar del EEUU y de la URSS ya
no podían resistir más las presiones de la globalización financiera que se
venía. Por ello diseñaron y forzaron cambios en todos los países de tercer
mundo. Los golpes de estado en Chile,
Uruguay, Bolivia, Perú, Argentina e incluso el temprano de Brasil; los cambios
en el Asia-pacifico con China, Vietnam, Corea, etc., anunciaban los cambios de
la época histórica en 1979-82.
Con la entrega financiera de
1977, con la derrota de Beagle-Malvinas, con la destrucción del complejo
industrial-científico-tecnológico estatal estratégico, con la destrucción de
los grandes partidos políticos y sus organizaciones de masas, con la
destrucción de la fuerzas armadas, con la destrucción-entrega
del territorio a partir de 1991 y de las empresas estratégicas
privatizadas-transnacionalizadas a manos de las oligarquías financieras locales
y extranjeras. Con todo esto habían logrado llevar a la argentina de nuevo
a un pasado de vasallaje como en el tratado Roca-Runciman de 1933 y en la
formación del Banco Central de 1935 en manos de la oligarquía financiera
británica.
Este nuevo siglo XXI, desde
los disruptivos triunfos de Trump y
Brexit en 2016/7, habla que la crisis mundial hizo estallar los grandes
centros imperiales de EEUU y Reino Unido, y los debilita estructuralmente para
poder seguir cumpliendo el rol de “Dueños del Mundo”. Una nueva realidad
internacional emerge claramente desde 2016-2019. Una nueva realidad que nos
muestra claramente el declive de las grandes potencias e imperios que rigieron
la vida de los pueblos desde principios de 1800.
Una nueva realidad que nos
habla que las reglas de los vencedores
en la “guerra de Malvinas” y las oligarquías financieras golpistas de 1976
entraron en crisis con sus imperios, que ya no rigen, que ya no ordenan
nuestras vidas y obras.
Esta es una nueva realidad que
nos dice que nuevamente el futuro está en manos de los Pueblos, de las
Naciones, de los que Trabajan, Estudian Producen, de los que creen, se
organizan, sueñan y marchan!!
De los que luchan y construyen
ese mundo que es popular, nacional y pluriversal!!!