Eduardo J. Vior
Después
del fracaso del sábado 23, cuando las fuerzas militares y de seguridad
venezolanas se mantuvieran unidas y firmes en la defensa de sus fronteras e
impidieron el ingreso de la llamada “ayuda humanitaria” norteamericana, pero
sin caer en las provocaciones que el
Pentágono necesitaba como pretexto para invadir el país, el encargado para
las relaciones entre EE.UU. y Venezuela, Eliot
Abrams, pretende retornar a la táctica que aplicó en los años 1980 contra
Nicaragua, formando grupos “contras” que saboteen y ataquen a las fuerzas
de Caracas.
En
la reunión del Grupo de Lima que se
celebró el pasado lunes 25 en Bogotá la diplomacia secreta de Estados Unidos
ejerció mucha presión sobre el autoddesignado “presidente encargado” Juan Guaidó, para que propusiera el uso de
la fuerza contra Nicolás Maduro, pero Argentina, sobre todo Brasil, Chile,
Canadá, Colombia y Perú bloquearon el lobby de los halcones de la Casa Blanca
y lograron que los representantes de los diez países ratificaran la presión
diplomática como única vía para resolver la crisis en Venezuela.
Inclusive
informó el portal “La Política Online”, ligado a Carlos Slim y a la línea
política del Partido Demócrata norteamericano, que el vicepresidente
estadounidense Mike Pence estaba furioso con Guaidó, porque al ponerse en
marcha la operación “ayuda humanitarian”, había prometido que importantes
unidades de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se rebelarían contra
Nicolás Maduro y permitirían el ingreso de fuerzas extranjeras para derrocarlo.
Sin embargo, en la más optimista de las
cuentas el número de los desertores no superó los 300.
Por
su parte, el presidente boliviano Evo
Morales saludó el martes el pronunciamiento del Grupo de Lima contra el uso de
la fuerza para resolver la crisis de Venezuela. “Somos una región de paz en
la que el respeto por la vida es fundamental para nuestros pueblos. Lo hemos
dicho y lo mantenemos: el diálogo es el único camino”, remarcó Morales en su
cuenta de Twitter.
A
su vez, el presidente de Costa Rica,
Carlos Alvarado, precisó este miércoles que su país aboga que por cuestiones de
neutralidad y transparencia. La ayuda internacional debe ser manejada por
organismos como las Naciones Unidas y la Cruz Roja. Por esta razón dispuso no
enviar delegados a la reunión del Grupo de Lima en Bogotá.
El
viernes 1º, en tanto, mientras que Estados Unidos decretaba nuevas sanciones
contra funcionarios venezolanos, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, firmaba en Moscú una larga
serie de convenios con la Federación de Rusia, entre otros, para importar
medicamentos y alimentos e instalar en Venezuela laboratorios medicinales con inversiones
rusas. También informó que Maduro
dispuso que PDVSA traslade a Moscú la sede europea que hoy tiene en Lisboa.
La
maniobra intervencionista instrumentada
por los neoconservadores norteamericanos, que asaltaron el poder aprovechando
la momentánea debilidad del presidente Donald Trump después del fracasado
cierre del gobierno en enero pasado, buscaba provocar la reacción de las
fuerzas militares y de seguridad venezolanas en las fronteras con Colombia y
Brasil, para tener un pretexto que les permitiera invadir el país. Considerando
la información de inteligencia de la que dispone el Comando Sur de las fuerzas
armadas de EE.UU. (SOUTHCOM), es poco
creíble que esperaran un alzamiento masivo de las fuerzas venezolanas contra
Maduro. Más bien parece que confiaron en su manejo de los medios y en la
creación de incidentes de falsa bandera, como fue la quema de los camiones
con alimentos y medicamentos por las bombas Molotov que arrojaron los
agitadores contras.
Juan Guaidó, entre tanto, sigue de turista por los
países del Grupo de Lima y nadie sabe si retornará a Venezuela ni cuándo. Claro
que, si logra filtrarse a través de la frontera, planteará al gobierno
venezolano un nuevo desafío, pero su rol político parece ya haberse agotado.
En
los meses venideros deben esperarse continuos atentados y sabotajes, pero el
riesgo de invasión podría haberse alejado…por ahora. Para el gobierno bolivariano ahora es prioritario asegurar el
abastecimiento de alimentos y medicamentos y controlar la inflación, mientras
explora los canales de negociación con algunos países europeos que se
abrieron en los últimos días, después de que la UE rechazó la intervención
militar. Claro que, para avanzar por el camino de la paz, deben abandonar la exigencia
de que se repitan las elecciones presidenciales de mayo pasado. Por ahora, Nicolás Maduro tiene el apoyo militar y de
aproximadamente la mitad de la población. No es suficiente para resolver la
crisis, pero basta para empezar a hacerlo.
Por
su lado, el presidente Donald Trump debería reflexionar que la maniobra
intervencionista que en 1990 condujo en Nicaragua a la elección presidencial
que ganó la oposición antisandinista no es repetible ahora en Venezuela. Este país cuenta con el apoyo boliviano,
cubano, nicaragüense, ruso, chino y con la neutralidad del Ejército brasileño
que no desea verse envuelto en una costosa guerra fronteriza. Hasta ahora
la intervención de Washington sólo ha logrado que se afiancen los vínculos
entre Venezuela y Rusia. Si sigue
insistiendo, pronto se va a encontrar con una base naval rusa en el Caribe. Quizás
entonces entienda que el diálogo siempre es superior a la fuerza.