Es inevitable
que, en las sociedades infectadas por la corrupción, la política se
judicialice. El poder se disputa en los
tribunales. Una consecuencia lamentable de esa desviación es que la opinión
pública comienza a presumir, con razón o sin ella, que la Justicia se ha
politizado.
Los líderes
sometidos a procesos alimentan esa percepción. Pretenden que su feligresía crea
que las investigaciones son patrañas orquestadas por sus rivales. Y lo logran.
Cada tribu consiente esa ficción, para absolver los delitos de sus dirigentes.
Y se embandera en el expediente que mortifica al oponente. La polarización
electoral radicaliza esa tendencia. Cristina
Kirchner atribuye la causa de los cuadernos, plagada de pruebas, a una
maquinación oficialista. Aunque, para agradar a sus anfitriones caribeños,
prefiere ser una perseguida del "imperio".
La novedad es
que Mauricio Macri adoptó la misma
lógica. Él ya venía adquiriendo algunos tics de su antecesora. Desde hace un
tiempo se dirige a sus seguidores más acérrimos, como se vio en el discurso del
Congreso. Esos simpatizantes, a su vez, se talibanizan, según indican las
encuestas. El parecido con la expresidenta no es azaroso. La pérdida de
flexibilidad es un síntoma típico de quienes cargan un alto porcentaje de
imagen negativa. Cada jefe es un demonio para el grupo del antagonista. Y se
ofrece a sus seguidores como el San Jorge que los liberará de ese dragón. Es
una dialéctica tranquilizadora. Ayuda a cada bando a no interpelarse por las
propias contradicciones. Con el costo inevitable de la infantilización.
Esta semana
Macri, imitando al kirchnerismo, interpretó a la luz de esta dinámica sus
adversidades judiciales. Denunció a
Alejo Ramos Padilla como la cabeza de un complot y pidió su destitución. De
Ramos Padilla se puede decir que es un juez antimacrista y que tiene afinidades
con la izquierda. Y que, más por candor que por picardía, fue al Congreso sin
tomar la precaución de que hubiera un ambiente pluralista. Del mismo modo, el kirchnerismo afirma que Claudio Bonadio milita
en el PJ enfrentado a la expresidenta. Y que tiene contacto permanente con
Gustavo Arribas, a quien halagó pidiendo la captura de su acusador en el caso
Lava Jato, Leonardo Meirelles. Y el escarmiento para los fiscales Delgado y
Rodríguez, que querían investigarlo. La oposición recuerda, además, que Carlos Stornelli trabajó para Daniel
Angelici como jefe de Seguridad de Boca Juniors.
Argumentos ad
hominem tan persuasivos exigen a quienes observan la escena ser muy
escrupulosos con la corrección de los procedimientos y la contundencia de las
pruebas. En ambos casos, el de los cuadernos y el del espionaje, sobran
evidencias. Por eso las dos orillas están tan agitadas.
El pedido de destitución de Ramos Padilla
parece, con el paso de las horas, más erróneo. Ya logró que la trama
descubierta alrededor del espía Marcelo
D'Alessio adquiera interés internacional. El director de Human Wrights Watch para las Américas, José Miguel
Vivanco, afirmó que en el caso del juez de Dolores el Gobierno no presentó
ningún argumento serio. Y aclaró que la causa de los cuadernos debe ser
alentada. La de Vivanco es una voz muy escuchada en todo el continente, sobre
todo después de que se convirtiera en uno de los denunciantes más duros del
chavismo. En otras palabras: Vivanco habla desde el marco de valores que la
Casa Rosada declama como propio. La otra novedad fue que el diario El País, de Madrid, publicó un artículo
de Federico Rivas Molina y Enric González cuyo argumento principal es que Macri
quiere deshacerse de un juez que lo investiga. Gracias a Macri, las cenagosas fechorías de D'Alessio trascendieron las
fronteras.
La jugada no
contempló otros contratiempos. La Corte
Suprema, en vez de desalentar a Ramos Padilla, lo fortaleció otorgándole
los recursos cuya carencia él había lamentado ante los diputados. Esa decisión
unánime del máximo tribunal contrastó con la negativa del Servicio Penitenciario de trasladar a D'Alessio hasta
Dolores. Los carceleros, que dependen del ministro de Justicia, Germán
Garavano, alegaron que no tenían combustible. Garavano es el funcionario que
presentó el pedido de jury para Ramos Padilla ante el Consejo de la
Magistratura. El mismo a quien Elisa
Carrió calificó como "un imbécil". Inesperado regalo para el
kirchnerismo: el juicio político contra Ramos Padilla fue solicitado por un
imbécil. El logorreico D'Alessio
convirtió a Cambiemos en la torre de Babel.
El respaldo
de la Corte a Ramos Padilla produjo
también realineamientos en Comodoro Py. El juez Julián Ercolini, quien abrió una causa contra D'Alessio a
instancias de Stornelli, había reclamado el expediente de Dolores. Pero ayer se
arrepintió. Fue instantes después de que se supiera que Stornelli no asistió a
la indagatoria a la que lo citó Ramos Padilla.
La
reorientación de Ercolini se agrega a otros cambios de conducta de la Justicia
Federal. La apertura de los teléfonos y
computadoras de D'Alessio activó varios expedientes que, por razones
misteriosas, permanecían dormidos. Federico
Villena, juez de Lomas de Zamora, desempolvó un caso de lavado de dinero. Luis Rodríguez se acordó de una
extorsión al empresario Gabriel Traficante, de hace tres años. Sebastián Ramos procesó al perito
Daniel Cohen por mentir en la investigación de Bonadio y Stornelli sobre la
compra de gas licuado. Es el caso en el que Bonadio procesó a la señora de
Kirchner basándose en testimonios de D'Alessio.
Las
relaciones de este espía con la Justicia están muy ramificadas. Ayer, a pedido
del procurador Julio Conte Grand, la Suprema Corte bonaerense licenció por 90 días
al fiscal de Mercedes, Juan Bidone,
quien proveía secretos para que D'Alessio extorsionara. Bidone es una pieza
clave en la investigación del triple crimen de los empresarios ligados al
tráfico de efedrina. Ya consiguió defensor: Santiago Blanco Bermúdez. Es el abogado de Antonio Stiuso. ¿Cuál
será la misión de Blanco Bermúdez con Bidone? ¿Defenderlo o controlarlo? El
papel de la ex-SIDE en el comercio de efedrina siempre fue vidrioso. La última
persona con la que se vieron los tres asesinados fue el espía Julio César
Posse.
La jugada
oficial frente a la investigación de este submundo tuvo ayer inconsistencia. El
oficialismo se sumó a la invitación al juez Ramos Padilla para que explique
hoy, ante la bicameral de inteligencia, el presunto espionaje ejercido contra
políticos, empresarios y periodistas por agentes clandestinos de la AFI. Entre
las víctimas de esos seguimientos está María
Eugenia Vidal. Y también Elisa
Carrió, quien al mismo tiempo es señalada por servirse de D'Alessio. El
presidente de la bicameral es el senador Juan Carlos Marino, del radicalismo
pampeano. Antes de convocar al juez, Marino consultó a la dirigencia de su
partido.
Es indudable
que la citación a Ramos Padilla fue estimulada por la crisis de las relaciones
entre Macri y la UCR. El último motivo fue la fractura de Cambiemos en Córdoba.
Los radicales atribuyen esa división, por la que ellos no solo no ganarían la
provincia, sino que perderían la ciudad capital, a la presión porteña de
Horacio Rodríguez Larreta y Carrió, con el aval de la Casa Rosada. Ramos Padilla mencionó a Carrió como
"usuaria" de D'Alessio. Eso explicaría el placer de los radicales
por escucharlo. ¿Explica también el interés especial de Ricardo Lorenzetti para que se lo provea de recursos? Carrió se
cansó a denunciar a Lorenzetti por escuchas clandestinas.
El siguiente
invitado a la bicameral es Arribas.
Según innumerables indicios, esa agencia se serviría de los trabajos de
D'Alessio. No solo el falso abogado pidió que llamaran a Arribas durante el
allanamiento a su domicilio. Dijo que reportaba a los excomisarios Ricardo
Bogoliuk y Aníbal Degastaldi, que estarían ligados a Silvia Majdalani, la segunda de Arribas. Entre los testimonios
aparece también Pablo Pinamonti, un
antiguo funcionario de la AFI, protegido de Angelici y encargado de una red de
inteligencia en el conurbano bonaerense. Esa maquinaria tendría entre sus
blancos al ministro de Seguridad, Cristian
Ritondo, que la mandó desmontar. Y también a Carrió. Sus agentes habrían estado atrás del albañil Saúl Enrique Paz, quien reconoció haber
cobrado $1500 para armar una causa contra la diputada. Las pruebas reunidas por
Ramos Padilla también revelarían una maniobra de D'Alessio para que Los Monos, la banda de narcotraficantes
rosarinos, involucren en sus delitos al socialismo provincial. Esa tarea se
podría haber realizado a pedido o bajo el control de Darío Biorci, jefe de Gabinete y cuñado de Majdalani.
Es lógico que
Macri pretenda controlar una investigación sobre la ciénaga en la que se movía D'Alessio. Él confió los servicios de
inteligencia a las tres personas de su mayor confianza. Arribas; Nicolás Caputo, que es el padrino de Majdalani, y Angelici, que domina las oficinas de finanzas y de
Legales a través de viejos colaboradores de Darío Richarte, funcionario de la
ex-SIDE. Tocar ese núcleo es tocar el nervio más sensible. Macri pidió la
destitución de quien lo hizo.
A pesar de
que el Presidente lo eligió, según confesó a la periodista Laura Di Marco,
"por ser el más acostumbrado a las trampas", en la Casa Rosada temen que Arribas, que
vivió demasiados años en San Pablo, sea inexperto para enfrentar a la
bicameral. Suponen que los diputados y senadores están más acostumbrados a las
trampas que un bróker de jugadores de fútbol. Prejuicios de la nueva política.
La dificultad
de Arribas radica en que la vida
cotidiana de la AFI está en manos de Majdalani, cuyo principal vínculo con
la especialidad es ser el alter ego de Francisco Larcher, quien ocupó el lugar
de ella durante casi todo el kirchnerato. Pero la Turca, al menos hasta ayer,
paseaba por Medio Oriente. Mandatos de la sangre.