César Lerena, 22 de mayo de 2020
Hacia fines de 1700 España traía
negros al Caribe y al Virreinato y, se llevaba las mercaderías baratas,
producto de la mano de obra esclava que ella preveía. Es decir, nos canjeaba
negros destinados a producir materias primas de escaso valor agregado que luego
cambiaba por los esclavos. Los esclavos eran el 40% del comercio. Se entendía,
éramos una colonia. Hoy, en el 2020,
aunque tengamos astilleros, España nos fabrica y vende barcos pesqueros y,
sus empresas pesqueras nos extraen ilegalmente nuestros recursos originarios
del Mar Argentino, mientras que a nuestras exportaciones les cobra derechos.
Apiolémonos, ya no somos Colonia ¿o sí?
Cuando
Carlos IV de España se anoticia de una posible invasión inglesa a Buenos Aires, informado de que no tiene con qué
defender el Virreinato, los orientales (no chinos, sino los de la Banda
Oriental), españoles, criollos y un importante número de esclavos y libertos
echan a los británicos en 1806 y 1807. ¿Echan? Bueno, es un decir.
Ahora ¿a quién llamamos hoy, para echar
a los británicos y españoles? ¿A los mismos Orientales que les prestan los
puertos para que hagan la logística de sus buques? Dejaremos para otro día a
«nuestros amigos los chinos» para sobrevivir, pero, tranquilos, ya nos
ocuparemos.
Yo creo que los “Acuerdos de Madrid”; acuerdos firmados en la Madre Patria con la Madre
Putativa, nos han enajenado en el sentido más amplio. Sintetizaré un poco
la historia, para que entendamos que nada es casual.
En 1713 también en Madrid, España e
Inglaterra firman el Tratado de Asiento
de Negros, la importación de negros y el Navío de Permiso. Las producciones
de Europa se compensan con materias primas y cueros del Virreinato y, junto con
el tráfico permitido, surge el ilegal de contrabando de géneros, alcoholes y
esclavos. En los años de escasez y hambre en España; la creciente
proletarización; el aumento de conflictos con Francia; la aprobación del
«Reglamento y los Aranceles Reales para el Comercio Libre de España e Indias»
y, con el fin de impulsar la agricultura, España autoriza el comercio con las colonias que, favorece
-especialmente- a los españoles productores, mayoristas y exportadores. Ya en
1787, en el comercio de cueros a Europa se utilizan los mismos barcos que traen
esclavos de África a Montevideo y, de ahí a Buenos Aires, Potosí, Paraguay y
Valparaíso, y luego son llevados al Alto Perú y, por el Real Permiso de España
se autoriza a la Compañía de Filipinas la introducción en barcos ingleses con
bandera española y dos años después y renovada en 1791, con el objeto de
aumentar la mano de obra esclava, se autoriza a los españoles y extranjeros a
comercializar negros libres de impuestos.
Nos dice la investigadora española
Alicia Laspra Rodríguez en su trabajo «La intervención británica en España
durante la guerra de la independencia: ayuda material y diplomática» que, desde 1808 y hasta 1815 España recibió de
Inglaterra casi 10 millones de libras esterlinas y cientos de millones de esa
misma moneda en armamento, pertrechos y suministros bélicos de todo tipo; una
ayuda británica a fondo perdido para que la acompañase en su pelea con Francia
¿Tendrá alguna asociación con la Revolución de Mayo de 1810 y la declaración de
independencia en 1816? ¿Qué motivo llevó a la pérfida falange de Albión a
incidir sobre la Asamblea del XIII para eliminar del himno nacional argentino a
aquellas estrofas antiespañolas? pues moderar la autonomía de toda colonia
española, aliada en su guerra con Napoleón, aunque bien sabemos hubo apoyo
subrepticio.
El contrabando en el Río de la Plata es
muy importante en 1808, pero se incrementa en forma notoria por los buques
británicos al año siguiente, entre otras cosas, por el Tratado de tarifas
preferenciales con España, luego de “libre comercio” y al Tratado que firma el
Príncipe Regente de Brasil con Gran Bretaña, todo bajo pretexto de dar salida a
los frutos de América y proveerla de víveres y demás efectos europeos (¡!).
Nada que no ocurra hoy, como hemos visto.
Y cerraremos esta síntesis. Es conocida la ruptura del embargo mundial a
España por parte del Gral. Perón que ayudó a los españoles a alimentarse.
Un amigo de Vigo me recordó agradecido que mientras Argentina recibía a su
padre como si fuera un nativo, en Francia que no aceptaba la emigración masiva
recluía a los refugiados españoles en virtuales campos de concentración. La Argentina recibió más de dos millones de
españoles emigrantes (por razones económicas), exiliados (por razones
políticas) y refugiados (por guerras) entre 1860 y 1950, intelectuales y
analfabetos; instruidos y sin oficio, de todas las políticas (carlistas,
progresistas, republicanos, anarquistas, comunistas, liberales y franquistas).
Y en la pesca fueron pioneros junto
a una mayoría italiana en la actividad de Argentina. En 1990, mientras España
tenía gran parte de su flota parada, por obra del Acuerdo Pesquero con la Unión
Europea, los empresarios españoles apoyados por la U.E. colocaron en forma muy
favorable sus buques en la Argentina, asociados a empresarios nacionales. Hoy
varias son empresas de capital español y
ocupan los lugares más altos en las exportaciones argentinas. Empresas que
sufren el riesgo país, la inflación, el costo interno y generan empleo. Algunas
de ellas, adquiridas por capitales americanos y otras que manifiestan estar en
serias dificultades económicas.
Dicho esto, ¿porque desde hace años
los buques españoles no radicados en la
Argentina pescan en forma ilegal e impune en el Atlántico Sur? Todos, por
las razones, ya indicadas en mis artículos anteriores realizan pesca INDNR (no
declarada no registrada) ¿Porqué las
empresas españolas pescan en la ZEE Argentina ocupada ilegalmente por el Reino
Unido? ¿Porqué pescan recursos migratorios argentinos en contravención con
toda la legislación argentina y, sus declaraciones en el artículo 2º y otros de
la CONVEMAR? ¿Por qué las empresas
españolas son las primeras licenciatarias británicas en Malvinas y han formado
joint ventures con empresas de las Islas, por lo que pescan con bandera
española y de Malvinas? ¿Por qué propician la construcción de un importante
puerto pesquero en Malvinas consolidando a quienes les ocupan Gibraltar?
¿Porqué destinan sólo el 3% de sus buques arrastreros a aguas comunitarias y el
97% lo destinan a caladeros externos (léase, entre ellos el Atlántico Sur),
donde manifiestan tener 193 buques de gran porte (80 de ellos palangreros) y,
efectúan el 58% de sus capturas? Pesca que se realiza en forma no selectiva y
sin control alguno. ¿Porqué se resisten los empresarios españoles a colocar
cámaras a bordo? ¿Por qué los empresarios españoles están preocupados por la
dificultad de hacer relevos de los tripulantes en Uruguay? ¿Por qué los
empresarios pesqueros españoles, a pesar de aumentar el consumo interno de
pescado están solicitando nuevos subsidios? ¿por qué el sector pesquero español
tiene gran preocupación frente al Brexit si solo pesca unas 9.000 toneladas en
aguas británicas del total de las 922.564 toneladas que dicen que captura? Y ¿porqué esas empresas españolas no se
acogen al mismo régimen que las empresas españolas radicadas en la Argentina?
Las noticias de estos últimos días nos
indican -ya nos hemos referido- a unos cien buques aparentemente chinos (dos de ellos y uno portugués capturado)
dentro de la ZEE Argentina (chocolate por la noticia hace 50 años que lo
hacen). Todos bien lejos del área de exclusión impuesta por el Reino Unido. Otro
día ampliaremos sobre los chinos, pero, hoy tengo cierta impresión que se
estaría aplicando la política del tero «poniendo los huevos en un lado y
cantando en otro».
No perdamos de vista: es clara la
sociedad de ayer y de hoy de España y el Reino Unido. Y no nos engañemos es una
sociedad política, estratégica y económica. Nosotros sostenemos que hay que americanizar el Atlántico y el Reino
Unido lo internacionaliza.
En el día de ayer el Diario La Nación
publicó en tapa y a dos páginas «Pesca ilegal. Los Piratas del Siglo XXI. Se
llevan U$S 1.000 millones del mar argentino». Empiezo por decir que, con los
propios números de la periodista Ana Belén Ehuletche los dólares son más,
aunque, teniendo en cuenta las estimaciones de captura de la FAO y nuestras
propias exportaciones los millones de dólares alcanzarían a los 2.600 millones
de dólares anuales, al menos. Aunque se podría estar desestimando la captura de
las especies migratorias fuera de la ZEE o dentro del área de exclusión de
Malvinas o el GAP, en tal caso los mil millones dentro del resto de la ZEE ya
sería gravísimo y demostrativo del más absoluta falta de control de las fuerzas
militares y de seguridad argentinas.
Llama la atención, también, que el
artículo se centra en la pesca
clandestina china y solo el titular del Sindicato de la Actividad Naval de Mar
del Plata Walter Castro -tal vez con más olfato político- refiere a aquellas
empresas españolas que asociadas con argentinas «depredaron la merluza y, por
ello, 30.000 trabajadores perdieron su empleo». Aquí se inició el
antecedente inédito de que el Estado se debiera hacer cargo de dar planes, a
los que hasta ese entonces eran trabajadores, aunque, como es obvio, no
existiera la pandemia del COVID-19 ni gripe que se le pareciese.
Ya nos hemos referido varias veces a
las muchas de las herramientas disponibles para recuperar soberanía. Supone
aplicar una Administración sostenible de
un «Estado Marítimo» (Ribereño para CONVEMAR), aplicando la Constitución
Nacional, la legislación internacional y nacional en defensa de nuestros
derechos sobre los recursos originarios y, de ninguna manera acordar mediante
un Tratado Internacional o Pacto Mundial de las Naciones Unidas para un Océano
Sostenible o Acuerdo de Nueva York en el que intervendrán los principales
depredadores del mar argentino: El Reino Unido, España y China. Todos Estados
Ribereños en sus países, pero en el Atlántico Sur Estados de Bandera.
Tal vez, como el 22 de mayo de 1810
que obligó a Cisneros a realizar un Cabildo Abierto. Habría que comenzar a
pensar que la Administración soberana
del Mar Argentino no se delega, se ejerce, con diplomacia, aplicando la ley y
un plan estratégico.
Dr. César Augusto Lerena. Experto en
Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar
Social (Ctes) ex Profesor Universidad UNNE y FASTA, Ex Asesor de la Cámara de
Diputados de la Nación y en el Senado de la Nación, Consultor, autor de 25
libros (entre ellos “Atlántico Sur, Malvinas y Reforma Federal Pesquera”,
2019).