Sr. Bonadío en primer lugar quiero agradecerle a usted,
la persecución impiadosa desplegada por su Juzgado, sobre Cristina Fernández de
Kirchner, ya que la misma permitió a millones de argentinos, rememorar la vida
que tuvimos los argentinos durante doce años, de un peronismo del cual usted
abjuró.
La revolución fusiladora los hizo más grande a Perón, la
Resistencia se fortaleció en su persecución, degradación, excomunión fijando
los objetivos políticos del Perón Vuelve. Lo mismo le pasó a Mitre y Sarmiento
cuando quisieron enterrar la memoria de Rosas, Artigas, Andresito, Juana
Azurduy descriptos como “la barbarie”, siendo hoy ejes emblemáticos de nuestra
nacionalidad. Hubo en esos tiempos hombres como usted, aunque con mayor
talento, al menos literarios como Florencio Varela, que no dudó en ofrecer la
Argentina a la Corona Británica, o Miguel Cané que como diputado, propuso la
desgraciada Ley de Residencia que expulsaba extranjeros al mejor estilo Trump de
hoy.
Pero usted Bonadío no sólo expresa en su conducta un
rencor profundo, un odio, que en el jardín de infantes de psicología se estudia
como canalización de sus propias frustraciones, la cual quiere esconder detrás
de la figura de matón judicial. Es lógico que esté frustrado, creyó que con
sólo acceder al cargo sin otro mérito, ni carrera judicial que lo justificase,
por medio de una lamentable supuesta militancia política que junto a Manzano,
Corach, Moldes, Mazzon, cambiaron y vendieron sueños por dinero, en el tráfico
ideológico de los 90 del menemato.
Será por eso que recibió golpes jurídicos al sobreseer
sin investigar a los funcionarios de esas épocas, sus compañeros de ruta en el
Ministerio del Interior y en el gobierno. Nunca estuve de acuerdo con la
judicialización de la política, ni antes ni ahora, pero usted se transformó en
un ariete mercenario de los poderes hegemónicos que lucran con su ignorancia
jurídica, lo envían al combate por defender sus intereses y usted en su
incapacidad queda expuesto. “Roma no paga traidores”, agregaría yo ni
mercenarios en la historia, no será distinto ahora, cuando su afán de “mejor
alumno” lo hace avanzar con figuras tan insólitas como “asociación ilícita” al
gobierno anterior o a la familia Kirchner. Sin dudas un hallazgo de la
imaginación jurídica que será estudiada en los manuales del “no hacer”.
Su mediocridad no sólo avanza sobre la ex Presidenta,
sino sobre sus hijos, sus cuentas, sus gastos diarios, suspende la pensión del
marido muerto, clausura la herencia de los hijos, embarga bienes y juega a
aparecer en los medios los fines de semana, con fallos los viernes para ocupar
el lugar mural del periódico. Toda una estrategia comunicacional dada, donde
los medios se enteran de sus medidas antes que las partes, porque ellos es de
suponer, la escriben previamente.
Usted siempre quiso ser, nunca pudo, de ahí su odio.
Entró por la ventana al lugar que ocupa, no es respetado por sus colegas, ni
querido en Tribunales, carga dos muertos jóvenes, en un asalto, uno con
disparos en la espalda que fue saludado efusivamente como “un vengador” de la
claque de “mano dura”, periodistas, militares condenados, fascistas conocidos
en esa caterva que le sirve de coro, que acaricia sus fallos contra todo lo que
huela a peronismo, hoy usted es “el fusilador del 55”.
Quizás no tolere la fortuna de Cristina, declarada año a
año desde 1985, con crecimiento patrimonial demostrado, porque la suya Bonadío
no la puede mostrar, ni nadie sabe de donde salió. Ese rencor que expresa, es
parte de mediocridad, si lo hubiese leído a Perón en vez de trepar a cualquier
precio una escalera al éxito de la nada, sabría que la gente sabia “negocia con
los malos, no con los estúpidos”, porque los primeros pueden tener códigos,
pero los sonsos como usted, lo pueden llevar a cualquier lado.
Mire Bonadío, usted se declara incompetente en la causa y
sigue produciendo hechos, esconde su incompetencia en los pliegues de una
Justicia que en niveles superiores ya le dieron retos de “flojedad de papeles”.
Su odio es superior a su pensamiento, lo cual hace de usted una pobre persona a
la cual la mayoría de los peronistas, pensamiento y doctrina de valores y
principios, a los cuales usted alguna vez, alegremente adhirió con tanta
firmeza como el agua que se evapora con el calor, ni siquiera le tengamos
rencor sino lástima, por ser tan poca cosa, que la historia se encargará de
sepultarlo, como un mal recuerdo.
Una vez más gracias, su ineptitud y su persecución
vengadora, han permitido al pueblo argentino pensar y revalorizar una figura
que hoy constituye el único liderazgo político en la Argentina, frente a seres
tan mediocres como los que usted representa, desde el presidente al dueño del
multimedio, quienes lo usan hoy, como lo tirarán mañana al tacho de la basura,
bajo la batuta de la Embajada de EEUU, que usted frecuenta. Nadie quiere
convivir con la mugre, después de haber ensuciado la Patria.
Sin más, sólo deseo que su conciencia, si alguna vez le
funciona, haga una disculpa pública al pueblo argentino por haber mancillado la
Justicia.