Juan Fal*
Con la llegada del macrismo al
gobierno, el endeudamiento del Estado cambió drásticamente. Si hasta el momento
y durante la etapa kirchnerista se había producido un marcada disminución y
cambio de composición de la deuda pública argentina (en lo que a moneda se
refiere y por su reducción como porcentaje del PIB) en el marco de un fuerte
proceso de control de capitales, el macrismo rompe este esquema y abre
drásticamente la cuenta capital. El resultado hasta el momento ha sido un importante aumento del stock de deuda en
dólares, modificación de la composición de dicha deuda (pesos vs. dólares) y un
incremento de su participación en relación al PIB. Esta deuda impide tener
bases de sustentabilidad para el repago de la deuda, generando problemas a
futuro para cualquier intento de política económica que busque un desarrollo
económico propio.
El macrismo inicia su gobierno
devaluando la moneda en 41 por ciento y
levantando el cepo al dólar. A poco de andar, elimina los controles a la
entrada y salida de capitales, atenúa las restricciones a las importaciones (en
sectores sensibles como los textiles y calzados) y abona a los fondos buitres
el total reclamado. En otro orden, el gobierno
baja las retenciones agropecuarias y mineras, aumenta las tarifas de los
servicios públicos, impone un tope al techo de la negociación paritaria
salarial y sube drásticamente las tasas de interés, entre otras medidas,
las cuales redundan en una caída del salario real de 10 por ciento promedio. En
definitiva, una política de fuerte transferencia de ingresos desde los sectores
populares a los grupos concentrados.
En el centro de la política
económica, el gobierno coloca el control salarial y la flexibilización laboral,
la baja de la inflación vía aumento de tasa de interés, el aumento de las
tarifas de los servicios públicos y el endeudamiento
externo (para financiar el gasto corriente, la fuga de capitales y el déficit
de cuenta corriente). Estas acciones obstaculizan la reactivación económica
y la economía no para de caer, sea en términos de empleo, actividad industrial,
consumo y/o salarios. Pero las recetas económicas del gobierno siguen siendo
las mismas. Bajo este marco, la deuda en dólares aumenta considerablemente
desde diciembre de 2015 hasta la fecha.
Si consideramos la deuda pública
federal (sin provincias ni sector privado) el
aumento durante 2016 fue de 54.9 mmdd. Pero si miramos la deuda total
comprometida durante los primeros 14 meses de gestión, asciende a 77.6 mmdd,
15 por ciento del PIB, según los datos del Observatorio de la Deuda de la
Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), colocando al
país como uno de los mayores tomadores de deuda del mundo durante 2016. Este
número surge de la suma del conjunto de emisiones
de bonos del Tesoro Nacional, las provincias y el sector corporativo, tanto en
moneda local como extranjera. Pese a que desde 2011 la deuda venía
aumentando, durante 2016 pega un salto que no se reconoce desde hace años en
Argentina; salto que rompe con la tendencia a la baja en la participación en
dólares en el total de deuda, cuestión central que previamente había impreso
mayor grado de solvencia e independencia económica al país.
Lo preocupante del salto de la
deuda es el destino que el gobierno le está dando. De acuerdo a lo señalado por
el Observatorio de la de Deuda de la UMET, se estima que la fuga de capitales,
como moneda extranjera en concepto de formación
de activos externos (FAE) del sector privado no financiero, giro de utilidades,
dividendos y otras rentas, y turismo, fue de 25.5 mmdd entre diciembre de
2015 y febrero de 2017. Si adicionáramos los intereses de la deuda en el
cómputo, entonces el egreso de divisas al exterior desde inicios del nuevo
gobierno alcanza 39 mmdd: 32 mmdd fugados en 2016 (41 por ciento más que en
2015) y el resto sólo entre enero y febrero de 2017. Es decir, que desde que comenzó su gobierno, el macrismo se endeudó en
77.6 mmdd y se fugaron 39 mmdd. El rumbo resulta ser muy claro: el gobierno
financia la fuga de capitales (50 por ciento de la deuda asumida) en un marco
de caída constante de la actividad económica. ¡Hola, timba financiera!, ¡adiós,
desarrollo económico!
*Doctor en estudios
latinoamericanos, UNAM. Coordinador de la licenciatura en economía política,
Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina