Ernesto Jauretche
La Plata, 9 de mayo de 2017
“¡Qué grande es el mar!”, dijo uno frente al océano infinito.
Sí, “es muy grande”, fue la respuesta
del otro, que con sorna agregó: “…y eso
que sólo vemos la parte de arriba”.
Lo mismo
pasa en política: a la primera mirada sólo vemos lo aparente, y como siempre
nos tienen apurados no nos detenemos a reflexionar. Es la domesticación que la
diabólica inteligencia del régimen y las clases dominantes promueven, con ayuda
de la prensa hegemónica, los encuestadores, los tanques de pensamiento colonial
de la academia y la intelectualidad a sueldo. Como decía el sabio Don Ata a
Suma Paz, su mimada discípula: “Paisanita,
si quiere conservarse auténtica expresión de lo nuestro, no lea los diarios ni
mire televisión”. Pero siempre nos termina ocurriendo, porque nos dejamos
atorar con información banal, frívola, inexacta, adulterada, falsa, enemiga.
Lea ahora mismo las cataratas de datos e interpretaciones sobre la resolución
de la Corte Suprema de Justicia de aplicar
el 2 x 1 a favor del represor Luis Muiña, y ahí tendrá una muestra de lo que afirmo.
No pretendo entablar un debate jurídico ni mucho menos,
principalmente por mi falta de formación en el derecho, que no va más allá de
la averiguación periodística. Mucho menos me propongo quitarle importancia al asunto; todo lo contrario: pretendo
darle la trascendencia histórica y política que los medios disciplinados hurtan
y que el caso amerita.
Sólo trataré de evitar en este análisis que el
cuestionado fallo de los cuestionados Elena Highton
de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos
Rosenkrantz, que ha terminado siendo denominado 2 x 1, así a
secas, se convierta en el meollo del asunto, en la única fuente, prueba o
documento a considerar. Nada de anteojeras. Sería como pensar que todo el mar
es solamente lo que se ve a simple vista, las olas, la parte de arriba, la
superficie nomás.
Lo que Poder Ejecutivo Nacional y la Corte Suprema
procesan es una mutación radical de la política: el sujeto ya no es el pueblo,
la sociedad, los trabajadores; con esta decisión están buscando mostrar un país
“previsible”, con “seguridad jurídica”, para ofrecer a “los inversores”. Esa
seguridad supone impunidad para los dueños del poder. Pero se les armó un
inesperado y brutal desbarajuste. Para entenderlo hay que hacer un poco de
memoria y relacionarlo con el golpe genocida de hace 41 años, tácito precursor
del actual conflicto.
¿Qué nos puede enseñar ese hecho histórico? Desde
ya, las similitudes de lo que se propusieron los autores de aquella dictadura
militar, empresaria, clerical, oligárquica e imperialista con la gestión del
gobierno actual. Algo nos dice en esta
hora la sola definición de aquel golpe y la recapitulación de los objetivos que
se propuso y en buena medida logró ejecutar. ¿No se afirma acaso –y creo que
con acierto- que los funcionarios del actual gobierno de Macri son los
herederos, los hijos, los discípulos de los que gobernaron la Argentina entre
1976 y 1983? Si analizamos aquellos objetivos vamos a entender mejor el
significado del fallo de la Corte Suprema y sus prolegómenos.
Recordar las finalidades del golpe del 24 de marzo
de 1976, nos ayuda a comprender nuestra cotidianeidad, nuestro presente. Y
surge automática la respuesta a toda incertidumbre respecto de los motivos del
reciente fallo de la Corte, sus antecedentes y las conductas de los actuales
gobernantes: es una continuidad, es un mandato de coherencia histórica. Claro,
porque en todos estos 41 años los genocidas y sus socios nunca dejaron de
intentar un retorno. Y más claro para todo aquel que no se haya convencido aún:
con Macri lo están logrando.
El fallo del 2x1 que beneficia a asesinos y genocidas de la última dictadura
tiene que ver con una instalación y un contexto. Sobre lo primero, para
mencionar sólo los hitos más evidentes: la declaración diciendo que los
derechos humanos son “un curro” o un
negocio, la discusión sobre cuántos desaparecidos y la banalización del crimen
de Estado, las referencias a la “guerra
sucia” que, entre otras frases, significa adhesión a la “teoría de los dos demonios” que estaba
definitivamente enterrada y, si queremos algo aún más grave, la modificación de
Macri de un decreto de Alfonsín sobre el poder civil en el control de las
Fuerzas Armadas. Además, mano dura, reducción de la edad de
imputabilidad penal a los adolescentes, justificación del gatillo fácil,
represión contra la movilización social. Y hay
más: en lo simbólico se reeditó salvajemente el odio de
clase (el choripán, las mafias, la grasa, los ñoquis y demás), alentado desde
la misma Presidencia de la Nación.
Así como nosotros honramos a nuestros 30 mil
desaparecidos, homenajeamos a nuestros caídos y demás víctimas del terrorismo
de Estado, ellos siempre esperaron la oportunidad de rehabilitar a los suyos.
Les costó cuatro décadas: pero están a punto de reivindicar a sus héroes,
discapacitados y gagás, pero victoriosos.
Aquel terror de Estado ejerció la “necesaria”
violencia para reestructurar la economía, el estado y la sociedad. En el
contexto en que hoy se dicta el fallo del 2 x 1, las herramientas son otras,
pero los fines los mismos. La misma ofensiva del capital sobre el trabajo para
promover la monumental transferencia de ingresos a favor de las clases
propietarias, los bancos y las corporaciones globales. Junto al desempleo, la
flexibilización y la precariedad laboral desde el Estado se restringe la
capacidad de protesta y organización sindical, con el objetivo de destruir una
cultura social y sindical histórica en la Argentina.
Por fin, para similitudes de contexto, cabe
mencionar que el modelo económico, readecuado a esta década, abreva en el
diseñado por el Plan de Martínez de Hoz en abril de 1976. Es más, la inmensa
deuda pública generada por el letal deterioro de la producción nacional será
saldada con nuevos ajustes y la deuda externa, la mayor contraída por un país
occidental en menos tiempo, recaerá sobre los hijos y nietos de nuestra
generación deberán pagarla con hambre y sed.
Y bien. Creo que los antecedentes y contextos
descriptos son los que crean las condiciones y explican el ya famoso 2 x 1, que
suponía escalar un escalón más en la legitimación del modelo político que
sustenta el proyecto colonial. Pero les salió un tiro por la culata. La
vitalidad democrática del pueblo argentino es un obstáculo difícil de someter.
Lo que
hoy resplandece es el desbarajuste cortesano, que incrementa un cuadro de
desavenencias políticas internas y de disconformidades con los premios y
castigos de la nueva economía. Cabe agregar que el campo popular, en sus
expresiones sociales, políticas y territoriales se ha movilizado como nunca y
que se consolidan los lazos de unidad en derredor de un movimiento obrero cada
vez más combativo.
Un
momento de debilidad del régimen.
A la ocasión la pintan calva. Siempre y cuando los
argentinos de buena fe podamos hacer pie en nuestra conciencia histórica y
política, estaremos en condiciones de llevar a cabo una crítica del pasado y del
presente, madurar un proyecto que devuelva la esperanza a las mayorías, renovar
la dirigencia y reconquistar el poder.
Sólo sobre nuevas certezas se podrá construir una
situación y espacio de lucha que nos proyecte hacia un futuro de justicia
social, independencia económica y soberanía nacional.