miércoles, 15 de abril de 2020

COMUNIDAD ORGANIZADA, ESTADO, SECTOR PRIVADO Y SECTOR SOCIAL DE LA ECONOMÍA


Ana Jaramillo, abril de 2020



Contra sofismas y dictaduras de quienes, paradójicamente, se proclaman liberales, decimos la verdad. El peor mal es el liberalismo, que invocando una libertad, no sea ejercer las otras libertades…Una libertad sin seguridad de vida, de trabajo, de educación y vivienda digna es una falsa libertad. Poseer la libertad para morirse a hambre es un sofisma que constituye materia de engaño, para quienes trafiquen, haciendo cortinas de huma para ocultar intenciones. La Revolución no ha venido a cercenar libertades populares, sino a ordenar valores, armonizando los derechos individuales y los derechos de la Nación. Juan Domingo Perón

Creemos que las instituciones, tanto las cooperativas como las organizaciones libres del pueblo como las asociaciones profesionales, el sindicalismo, pueden ser comunidades democráticas en miniatura, en tanto son organizaciones sociales participativas sin fines de lucro, donde se practica cotidianamente el consenso, el acuerdo, el trabajo cooperativo compartido con objetivos comunes que supone un proceso de formación de conciencia y un aprendizaje en la práctica.
En tanto organizaciones de producción de bienes y servicios o de conocimiento, el proceso productivo se organiza democráticamente, con la participación de todos sus miembros, ya sean los trabajadores, participando e incidiendo en las decisiones del colectivo, en la formación de la conciencia autogestionaria, suprimiendo la conciencia pasiva sometida a la heterogestión tanto en la vida laboral, social o política de las personas.
Por supuesto que existen voces discrepantes que sostienen que en una sociedad capitalista, cualquier organización social participativa termina asumiendo la forma de la sociedad en la que se desarrolla e incluso se postula que la existencia misma de dichas organizaciones sociales participativas van en contra de una modificación total o radical del sistema.
Sin embargo, rescatamos a las cooperativas ya que consideramos que en ellas, el trabajador (en las cooperativas de trabajo), o en las organizaciones libres del pueblo se convierten en dueños de su producto, participa de manera igualitaria en la toma de decisiones, se suprime la escisión entre dirección y ejecución de las acciones y, los objetivos de la empresa pasan a coincidir con los del trabajador o trabajadora. Plantearemos cómo la educación y capacitación contribuyen a este propósito, en especial al proceso de concientización y formación de los y las trabajadoras.

RECUERDOS DEL FUTURO
“La riqueza, la renta y el interés del capital, son frutos exclusivos del trabajo humano”.
Constitución Nacional de 1949

Quienes recordamos, quizás porque enseñamos el constitucionalismo social en Nuestra América y hemos trabajado en el sector social de la economía tanto en México como en Perú, sabemos que las constituciones que garantizaban un Estado de bienestar para sus pueblos, tanto el peronismo, el cardenismo en México, como la época de Velasco Alvarado en Perú, fueron arrasadas por golpes de Estado o posteriormente por el neo liberalismo imperial y el capitalismo financiero.
También recordamos el sistema autogestionario de Yugoslavia en época de Tito. No pasaron tantos años cuando en nuestros países se garantizaba tanto la propiedad de la tierra, como distintas organizaciones como cooperativas de trabajo o producción, como empresas administradas por los trabajadores, y diversas organizaciones libres del pueblo.
Los gobiernos que buscan el bienestar de sus pueblos, nacionalizan sus recursos naturales, la Banca Nacional, recursos mineros, gasíferos o petrolíferos, hacen reformas agrarias, promovieron cooperativas agrarias, hicieron empresas de telecomunicaciones y en general tuvieron una política de no alineación. Pero luego vino el neoliberalismo con privatizaciones y endeudamiento.
Uno de los obstáculos que usualmente, en democracia, se tiende a destacar para no transformar las relaciones laborales, es la falta de capacitación o educación para la gestión. Como resultado de la creciente división capitalista del trabajo entre ejecución y concepción.
Pensar que es imposible transformar dicha división histórica es sostener la existencia de capacidades humanas naturales para una u otra función. Sólo las personas podrían manejar una máquina para producir, conseguir empleo, salario y, por lo tanto, satisfacer sus necesidades esenciales, sin pretender ser los dueños de su trabajo. Esta concepción de la educación y la capacitación tiene por detrás la voluntad de perpetuación de ciertas relaciones de poder.
Esto no sólo implica un círculo vicioso reproductor de las relaciones de poder socioeconómicas existentes, sino la voluntad de adaptar a la persona a la máquina y al statu quo. La educación se concibe como adaptación a los movimientos y habilidades necesarios para el funcionamiento de la máquina, marginando al trabajador o trabajadora del conocimiento del proceso global de la producción, de la participación en las decisiones y reproduciendo su ubicación material y subjetiva subalterna.
La educación no es un proceso “alimentario” mediante el cual ciertas personas, instituciones u organizaciones poseedores de los alimentos dan de comer y ciertas personas desposeídas se nutren pasivamente, o como la llama Paulo Freire, la educación bancaria, donde los educandos solo pueden recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Las personas tenderían cada vez más a la pasividad, recibiendo el mundo tal cuál es y adaptándose a él, en vez de desarrollar la conciencia crítica y plantearse la posible transformación de la realidad.
Queremos rescatar esta concepción de la educación por el trabajo, ya que implica que la autogestión es posible, no sólo para personas capacitadas sino justamente, como proceso de formación de conciencia. Esta concepción supone a su vez, que la praxis es una categoría fundamental del conocimiento. La praxis del trabajo y la participación es la que permite demostrar la posibilidad de educar a las personas en la autogestión.
Por otra parte, a través de la autogestión, la persona puede participar en las decisiones que las atañen y proponerse objetivos, determinando así la dirección y escala de su actividad. La autogestión no es otra cosa que la organización democrática de los trabajadores que administran su trabajo por sí mismos, son dueños del producto y no tienen ningún poder por encima de ellos en el proceso de producción.
La autogestión cooperativa se plantea entonces como única forma de superar la “permanente y fija división de la sociedad en sujetos y objetos de la historia, en dirigentes y ejecutores, en razón social astuta y sus instrumentos físicos bajo forma humana”.
La educación autogestionaria se concibe como práctica de la libertad. Esta práctica no implica la educación para el trabajo sino del trabajador o trabajadora. No se trata de adaptación sino de una práctica participativa.
Como lo dice Freire, “las personas se humanizan trabajando juntas, para hacer del mundo cada vez más la mediación de conciencias que cobran existencia común en libertad. A los que constituyen juntos el mundo humano compete asumir la responsabilidad de darle dirección”.

EL PROCESO EDUCATIVO EN LA PARTICIPACIÓN Y SU PROCESO HACIA LA AUTOGESTIÓN
(…) En nuestras universidades, donde a menudo se propone una educación fragmentaria, por especialidades, que corresponden a la división técnica del trabajo, se debe integrar las distintas especialidades a una voluntad común: la del beneficio social de la producción o el bien común civil, al decir de Perón. Creemos que este objetivo debe estar presente en todas las universidades públicas porque sus egresados y egresadas estarán integrados posteriormente al quehacer nacional y a la producción social.

LAS TAREAS DE LA EDUCACIÓN EN UNA ORGANIZACIÓN PARTICIPATIVA
(…) Es tarea fundamental para la educación, comprometida con la participación de los trabajadores mostrar en primera instancia la identidad de los objetivos perseguidos por la empresa y las y los trabajadores.
(…) La segunda tarea de la educación de acuerdo a las características de la organización autogestionada que sostiene la igualdad democrática, será la de revalorizar el trabajo humano, ya que en las organizaciones autogestionarias se remunera el trabajo y no el capital.
(…) En la autogestión, los excedentes pertenecen a las y los trabajadores y ellos deben decidir sobre el reparto de los mismos. La educación debe por lo tanto, incentivar la elevación de la productividad mostrando que los excedentes generales le pertenecen a los mismos trabajadores o trabajadoras que deben tener el control de las decisiones sobre el reparto de los mismos.

A MANERA DE CONCLUSIÓN: LA FUNCIÓN DE LA EDUCACIÓN EN LA PROFUNDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA
Uno de los desafíos fundamentales de la democracia política actual es la recuperación de la industria, que debe estar acompañada por un proceso que revierta la concentración de capital agrario, financiero e industrial a través de una política redistributiva del ingreso. Para ello, es necesario comenzar un proceso de acumulación de capital social en el marco de un Proyecto Nacional, lograr un nuevo contrato social sobre la comunidad organizada.
La estabilidad de la democracia política estará asimismo estrechamente ligada a la posibilidad de satisfacer los reclamos sociales, de resolver el proceso inflacionario que manifiesta la institucionalización del conflicto entre los distintos sectores por acceder al producto y a la implementación de una política redistributiva.
(…) Es necesario por lo tanto que el sistema educativo y principalmente la universidad pública fomente el sector social en materia económica financiera, técnico-administrativa, legal y educativa, dado que ambas instituciones se proponen profundizar la democracia buscando una sociedad más equitativa.
Dicha promoción trae consigo múltiples beneficios reconocidos por ambas instituciones, puesto que implican la posibilidad de:
1. Una mejor distribución del ingreso.
2. Valorizar el trabajo a través de su calificación y de la retribución real del mismo y no de su precio en el mercado.
3. Suprimir la intermediación improductiva.
4. Elevar la participación de las y los trabajadores en la empresa, su producto y sus beneficios y progresivamente en las decisiones económicas y políticas fundamentales.
5. Generar empleo reasignando recursos para la creación de puestos productivos, contribuyendo a solucionar los problemas de desempleo y subempleo.
6. Elevar el poder adquisitivo de los salarios a partir de la incorporación en el mercado de productos a bajos precios y socialmente necesarios.
7. Elevar los niveles reivindicativos de los trabajadores pasando a formar parte de las decisiones sobre el desarrollo nacional.
8. Fortalecer las organizaciones de los trabajadores a través de la integración del sector social.
9. Combatir el capital oligopólico y monopólico a través de la integración de las empresas administradas por los trabajadores, generando un desarrollo que vincule el crecimiento económico a la justicia social.
10. Elevar el nivel de educación de las y los trabajadores a través de los sistemas de autoeducación, programas de educación cooperativa, cooperativas escolares, etc.
11. Contribuir a la democracia política a través de la democratización de la economía en general, la industria y el agro en particular, como freno a las agudas diferencias sociales existentes en el país.
12. Contribuir a la democracia entendida como posibilidad de participación real de las grandes mayorías en los destinos que le pertenecen.
13. Elevar la productividad social, entendida ésta como la eficiencia para producir y distribuir los bienes socialmente necesarios.
14. Humanizar el trabajo y el capital. Si la esencia del capitalismo es la de producir cada vez mayores beneficios y no la de producir bienes socialmente necesarios, poco importa para éste la humanización del trabajo, la creciente marginalización, la inequitativa distribución del ingreso o el creciente acceso de las mayorías a las satisfacción de las necesidades esenciales como la salud, la vivienda, la nutrición, la educación o el empleo.


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