Dionela Guidi, abril de 2020
Índice
1- La comunidad organizada,
el punto de partida
2- La artesanía política
3- La cuestión Sindical
4- Geopolítica para los
pueblos libres
5- La cultura o la
importancia de ser uno mismo
6- Modelo Argentino: el
legado
Introducción
a la pregunta por el sentido del peronismo
Han pasado casi cuarenta y
seis años desde la muerte del General Perón, cuarenta seis años que no han
hecho más que acrecentar su presencia y centralidad en la vida política
argentina ratificando que el modelo peronista es un fenómeno profundamente
nacional y como tal imborrable de la memoria popular. El peronismo sigue vigente en las clases trabajadoras no solo como
ideología partidaria sino como un modo de ser y de habitar el suelo argentino,
construyendo identidad
desde
la dignidad del trabajo,
situado en las periferias de las grandes urbes o en el corazón federal de las
provincias.
No obstante, como toda
identidad colectiva y también como el movimiento “natural” que se debe una
doctrina para comprender su momento histórico, el peronismo no se mantuvo inmutable y sufrió particulares
transformaciones desde sus orígenes hasta la actualidad.
Más aún desde la pérdida
de su máximo líder, que sucedió casi al inicio del periodo de mayor destrucción
de la estructura económica y social (una vez concretado el golpe del ‟76), el
peronismo se reconfiguró de tal manera que puso en jaque las bases sobre las
cuales este enorme movimiento se levantó.
Aún hoy seguimos
discutiendo, peronómetro en mano, qué es y qué no es ser peronista, o en dónde
se hubieran posicionado Juan Perón y Eva Perón si vivieran, pudiéndolos
encontrar estampados en las más variopintas causas, accionar que además
mantiene latentes las tensiones que llevan décadas irresueltas al interior movimiento,
y que aunque fastidiosa para unos y otros, nos recuerda que el peronismo está
en continua mutación como todo cuerpo vivo.
Sin embargo, creemos que
la palabra de Juan Perón sigue siendo la
hoja de ruta para retomar la revolución inconclusa dos veces derrocada por la
revancha oligárquica. En su obra podemos encontrar los pilares
fundamentales sobre los que
se irguió el andamiaje
social, cultural, económico y político con el que se rompió la dominación
imperialista británica y la de sus vasallos, la elite terrateniente local.
Este trabajo no pretende
establecer una verdad del peronismo. Tampoco es un trabajo de exégesis del
pensamiento de Perón. Es una mirada más de las múltiples que existen determinada por un
posicionamiento social, cultural, político y también generacional que invita a
la tarea urgente de leer a Perón.
Me tocó vivir y militar en
un momento en dónde los principales actores pretendieron formar cuadros en la
acción sin teoría ni doctrina porque percibieron que “no había tiempo” para tal
cosa. La política formativa y cultural se circunscribió a acciones esporádicas
y de forma, en oposición a una tarea sistemática y en profundidad.
Así como no buscamos
establecer una verdad de la obra de Perón tampoco buscamos traer su palabra
para la “depuración” del peronismo muy pretendida por
algunos sectores más
dispuestos a la puja facciosa que a la búsqueda de la unidad de concepción,
principio básico establecido por Perón para nuestra supervivencia como movimiento.
En tiempos vertiginosos, de militancias virtuales, marketing y slogans vacíos,
es difícil darse el momento de lectura reflexiva para rearmar el
pensamiento del hombre más importante del siglo XX argentino, que a fuerza de
exilios, tragedias personales, y un odio visceral de las clases altas
dependientes encabezó el proceso revolucionario más profundo que haya vivido la
sociedad argentina. Nuestra doctrina, la
doctrina peronista, es nuestro legado a todos los pueblos libres de la humanidad,
o a los que aspiran a serlo, es la mirada soberana a través de la cual dejamos
testimonio que hubo un pueblo al sur, muy al sur, que se plantó frente a todos
los imperios y torció el rumbo de la historia para hacerla “a la criolla”.
No la olvidemos.