David Chamorro para Revista Movimiento
Con la aparición de la pandemia
generada por el COVID-19, se han vuelto a producir hechos solo comparables con los ocurridos durante
grandes catástrofes mundiales, tales como la primera y la segunda guerra
mundial. Estos han sido la dificultad o incluso imposibilidad de acceder a
insumos o equipamientos que las naciones necesitan, desencadenando luchas
comerciales o económicas, e incluso de secuestro de estos elementos por parte
de grandes países. La reglas que aseguraban el libre comercio y su seguridad
parecen haber quedado obsoletas y los recursos los obtiene el más fuerte, o
aquel que tiene la capacidad de producirlo.
Esto como país nos vuelve a una
situación similar a la que enfrentó primero Yrigoyen, creándose en ese entonces YPF, por la dificultad y la
poco conveniente dependencia de esta industria estratégica para el desarrollo
industrial nacional. Se empezó de a poco con un incipiente proceso de
sustitución de importaciones. Durante la
segunda guerra mundial y ya con el Gobierno de Perón, el país volvió a
enfrentar esta situación, encontrándose sin posibilidades de acceder o de
hacerlo con dificultad a los productos que la sociedad necesitaba y sin una
industria nacional capaz de producirlos. Ante esta situación se decidió
profundizar el proceso de sustitución de importaciones a partir de la
industrialización de Argentina, con la idea del autoabastecimiento. Pero claramente
para ello no solo se desarrolló la industria, sino que también y muy
fuertemente lo hizo el sector científico tecnológico, que permitía lograr
nuestros propios productos, desde los más básicos hasta los más sofisticados,
del campo de la medicina, aeroespacial, etcétera, necesarios para la vida
civil, pero también para la defensa nacional.
La situación actual nos plantea
el interrogante de si, dado el contexto mundial y las capacidades humanas y
tecnológicas de Argentina, no es necesario propender al autoabastecimiento, es
decir, a la fuerte industrialización de
sectores estratégicos y al apoyo al desarrollo científico tecnológico nacional.
Parece preocupante depender de que otros países, o incluso de grandes empresas
transnacionales, cuyo fin es únicamente económico, nos provean o no de los
recursos necesarios para enfrentar esta pandemia, o de aquellos elementos que
es incierto cómo se van a comercializar y distribuir entre los países después
de esta gran crisis sanitaria y económica que ha afectado al mundo entero.